Anteayer, domingo, 29 de mayo, me quedé atónito leyendo un artículo de Carlos
Yárnoz en El País. Es, en mi opinión, paradigmático de la manipulación informativa
de un medio supuestamente informativo. Me limito a transcribirlo sin tocar,
quitar o añadir una sola palabra y a subrayar algunas palabras o expresiones en
rojo que, a mi juicio, son especialmente manipuladoras. Puede leerse en http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/28/actualidad/1464457608_765156.html
TÍTULO: El rechazo al cambio provoca el peor estallido social en 20 años en
Francia
Una descafeinada reforma laboral
de un Gobierno debilitado alienta
en todo el país la revuelta de un sindicato
radicalizado
En un país ya conmocionado
por el terrorismo, la batalla entre un Gobierno
debilitado y un sindicato
radicalizado ha llevado a Francia al caos
a cuenta de una rebajada reforma laboral.
Hacía dos décadas que no se veían gasolineras sin combustible, refinerías bloqueadas
y cientos de miles de manifestantes en las calles. (Repárese en la asociación de estos tres
elementos) También entonces, en 1995, el estallido se originó por
una reforma, la de la Seguridad Social. Francia no admite reformas profundas.
En todo caso, revoluciones.
Un directo colaborador del presidente François Hollande, el
experimentado ministro de Finanzas, Michel Sapin, el máximo dirigente sindical
y analistas consultados no se atreven a
augurar cómo acabará esta grave crisis. En juego está el modelo social de
Francia, el futuro de la izquierda, el papel de los sindicatos o el futuro de
Hollande y su primer ministro, Manuel Valls.
¿Por qué ahora? Es
incomprensible que Hollande haya lanzado su más dura reforma, no incluida en su
programa electoral, a solo un año de las presidenciales y a tres meses de la Eurocopa. Ha avivado la
división en la izquierda y la respuesta en la calle le ha devuelto al récord de
solo un 15% de popularidad. La oposición afirma que “está acabado”. “No tiene
autoridad ni credibilidad”.
Un colaborador del Elíseo explica que la
primera parte de su mandato tuvo que dedicarla a equilibrar las desbocadas
cuentas públicas, sobre todo el déficit. La segunda, a mejorar la
competitividad de las empresas con
40.000 millones en ayudas y ventajas. “Ahora
tocan las reformas estructurales”.
Pocas y rebajadas reformas.
Pese a llamarla “la legislatura reformista”, Hollande y Valls han aprobado muy pocas
y rebajadas. “Llevan 30 años diciendo que son
necesarias, pero son siempre homeopáticas”, dice el historiador Benoît
Pellistrandi. Cita como ejemplo las cuatro “insuficientes” reformas de las
pensiones entre 1993 y 2013.
Implosión socialista.
La ley originó de inmediato otro foso en la izquierda y en el propio Partido
Socialista, hoy en riesgo de implosión. 24 diputados
rebeldes –con otros 32 de la izquierda
radical- apoyaron son su firma una frustrada moción de censura
contra Valls. Ahora han pedido a Hollande que abandone “estas reformas que
inquietan legítimamente y dividen inútilmente a la izquierda”. Falto de apoyos
en la Asamblea Nacional, donde perdió la mayoría hace año y medio, Valls aprobó la reforma por decreto.
Hace dos años predijo que “la izquierda
corre el riesgo de morir” si no hace reformas. Hoy augura algo peor:
“Este país se muere por sus conservadurismos, por la
imposibilidad de reformarse”.
Cesiones inmediatas.
El Gobierno limó y edulcoró la ley, que
facilita y abarata los despidos, tras las primeras protestas en marzo. Es lo
habitual en Francia. Ahora está abierto a negociar “más modificaciones”,
pero la CGT le exige “simple y sencillamente” que retire la ley, como repite el
líder de ese primer sindicato, el duro Philippe Martinez.
Valls: “Este país se muere por sus
conservadurismos, por la imposibilidad de reformarse”.
Dimisión de Valls. El
Gobierno apuesta sin fisuras por “la firmeza”. Está
obligado para no perder la escasa credibilidad que le queda.
Si retirase la ley o la rebajara más, Valls,
que admite “errores” en la gestión del proyecto, tendría que
dimitir. Lo asumen en el Ejecutivo, aunque añaden: “Ese
escenario no existe. Hollande no puede cambiar por segunda vez de primer
ministro en dos años”.
Oportunidad para la CGT.
Con 690.000 afiliados (llegó a tener más de tres millones), la CGT perdía miles
cada trimestre y la CFDT, sindicato reformista que apoya el texto edulcorado,
amenaza con quitarle el liderazgo. Hollande ha puesto en bandeja a Philippe
Martinez y a su radicalizado sindicato la
oportunidad de recuperar fuerza al movilizarse contra una ley
denostada por más del 60% de los franceses,
porcentaje igual al de los convencidos de que el Ejecutivo se rendirá. Como prueba
de su radicalización, Martinez ha participado en incendios
de barricadas ante centros de producción.
Eurocopa a la vista.
A pocos días de la Eurocopa en Francia, que empieza el día 10, la
capacidad de presión de los sindicatos es “brutal”,
reconoce el Ejecutivo. La CGT y sus seis
organizaciones aliadas han pactado esta semana “ampliar las movilizaciones”.
Junio arrancará con paros indefinidos en ferrocarriles y aviación civil. El 14
habrá una manifestación gigante en París. ¿Acaso no era previsible una enorme
protesta contra la reforma laboral? “La meteorología social es una ciencia muy
aproximativa”, respondía el viernes el ministro Sapin en una reunión con cuatro
periodistas, uno de EL PAÍS.
Sólo el ultraderechista Frente Nacional pesca
en este río revuelto
Huelgas en el ADN. Los
paros, huelgas y manifestaciones “están en el ADN de los sindicatos franceses”,
comenta Martinez. “En 10 años ha habido 30 huelgas en el sector de la
enseñanza”, recuerda Pellistrandi. El sector privado apenas participa en los
paros. No cierra ninguna tienda.
Privilegiados. Entre los cientos de miles de asistentes a las manifestaciones
hay cuatro colectivos identificables. La mayoría son representantes sindicales
de empresas públicas o semipúblicas, como las de energía o transporte
público. “Son trabajadores con más privilegios que el resto,
con mejores condiciones laborales o de jubilación”, asegura Pellistrandi. “Una
minoría”, insiste Valls.
Otro grupo lo componen estudiantes.
El tercero lo integran grupos ácratas e indignados.
Por último, cientos de encapuchados violentos
actúan regularmente por toda Francia y originan continuos enfrentamientos con
la policía. Ha habido ya más de 400 policías heridos
y más de 200 jóvenes detenidos.
Le Pen gana. El
ultraderechista Frente Nacional pesca en este río revuelto, coinciden los
sondeos. Su líder y candidata, Marine Le Pen,
y los suyos rechazan la reforma, censuran a la CGT por ser de “la extrema
izquierda” y critican al Gobierno por no emplear la mano dura en la calle.
Nadie duda de que el año que viene ganará la primera vuelta de las
presidenciales. El ministro Sapin tiene claro el porvenir: “La izquierda está
dividida. La derecha está dividida. Quien se califique para la segunda vuelta
frente a Le Pen será quien esté menos dividido”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.