A las 5.24 horas a.m. suena el móvil. “Hola,
Antonio, soy Vladimir Ilich Uliánov. Ábreme, por favor”. Sube hecho una
furia, blandiendo un periódico. Juan Rosell, actual presidente de la CEOE,
declaraba ayer, con motivo de la
presentación de un estudio sobre la transformación digital realizado por
Siemens y una consultora, que el trabajo “fijo y seguro es un concepto del
siglo XIX”. “Yo he vivido en el XIX y el XX y he estado
observando los inicios del siglos XXI”, brama Lenin, “y solo se ha puesto en tela de juicio el trabajo fijo y
estable desde que estos neoliberales seguidores de Atila están demoliendo los
derechos más fundamentales de la humanidad y de la clase trabajadora”.
Leo de reojo algo más de la noticia:
Rosell anuncia que en lo que respecta al empleo "va a haber muchas
sorpresas en un futuro inmediato". Y que a partir de ahora el “empleo se
debe ganar cada día”. “Ya no se habla de trabajo,
sino de empleo, Vladimir”, le digo, “es muy
sutil pero si de trabajo viene ‘trabajador’, de empleo se sigue ‘empleador’. Es
el tocomocho. ¿Se ganan cada día los prebostes de la CEOE su puesto como
empresario, como, por ejemplo, su predecesor Díaz Ferrán?”. Y como el
azar (¿existe?) juega a veces malas pasadas, paso página y leo la noticia de
que el anterior Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández
Ordóñez, cobró una indemnización de
348.571 euros al dejar supuesto. “Será esta una de
las ‘muchas sorpresas’ anunciadas por Rosell?”, pienso, ya con el ánimo
negro como un tizón.
Vadimir me saca de la
lectura. Abre un sitio web (Constitución Española, 1978) y señala un párrafo en
la pantalla del ordenador:
Artículo 35
“Todos los españoles tienen el deber de trabajar y
el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la
promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer
sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse
discriminación por razón de sexo”.
Va a otro web (Carta
Universal de los Derechos Humanos de la ONU), y lee ahora en voz alta:
Artículo 23.
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre
elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y
a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación
alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una
remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia,
una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso
necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a
sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 24.
Toda
persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una
limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas
pagadas.
Artículo 25.
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de
desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
Así me habló esta
mañana Vladimir Ilich Ulianov, alias “Lenin”: “En la
cárcel deberían estar todos esos parásitos, aunque no fuera más que por
incumplir y hacer incumplir la Constitución y la Carta Universal de los
Derechos Humanos fundamentales y las Libertades básicas. En la cárcel. Montoro
les ofreció el regalito de la amnistía fiscal. Ahora debería facilitarles la
oportunidad de apuntarse a una lista de las personas que no tienen cuentas en
paraísos fiscales, que no han hurtado al fisco todo cuando han podido, que han
dejado a millones e trabajadores y trabajadoras en la puta calle, en la
miseria, en un precariado sin piedad, pues veían peligrar algo de sus
ganancias”.
Y así siguió hablándome esta mañana Vladimir Ilich Ulianov,
alias “Lenin”: “Todo partido, persona, sindicato o
asociación que se haga llamar de ‘izquierda’ debe
hacer de cada ciudad otro ‘Arde París’ o debe callar para siempre y seguir
siendo las ladillas oficiales de la clase trabajadora. ¿Ves esta hoz y este
martillo, Antonio? Pues son instrumentos que sirven para muchas cosas, cosas
bien distintas. Sin descartar ninguna de ellas”.
Se puso la gorra, se
atusó el bigote y la perilla, y se fue, cantando, a vete a saber dónde. La
canción me sonaba…
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