Ciudadanos enarbola, sin soltarlo
nunca, el estandarte de la sensatez y de las buenas maneras del centro derecha
de la ciudadanía de posibles.
El PSOE es un enorme poliedro que se mueve en el
espacio vacío a gran velocidad, guiado –es un decir- por decenas de pilotos
distintos a la vez, capaz de no ser ni de derechas, ni de izquierdas, ni de
centro, sino todo lo contrario, y al mismo tiempo aspirar a ser todo al mismo
tiempo. “Socialista” es hoy un término polisémico, que da pie a innumerables
equívocos.
De Podemos creía tener una idea
bastante nítida desde su propia ambigüedad política, pero así como antes estaba
indeciso, ahora ya no estoy tan seguro (Podemos? ¿Qué es lo que realmente
pueden y quieren?).
La amalgama de ofertas alrededor del binomio IU-PC confirma
cada día más el acierto de los Monty Python haciendo cantar en su película La
vida de Brian a un coro de crucificados Always Look on the Bright Side of Life
(Mira siempre el lado bueno de la vida), mientras el Frente de la Judea
Popular discute con el Frente Popular de Judea.
El tábano rey muerde mi corazón y me recuerda
que el valor absoluto es la posibilidad de dar prioridad a la realización plena
de la humanidad de los seres humanos sobre uno mismo. Derechos humanos,
libertades, igualdad, libertad, solidaridad. Eso es la política. Pero general y
lamentablemente la prioridad suele estar centrada en uno mismo, es
onfaloscópica, es centrípeta.
Ayer mi hermana Alicia me envió el
bello Adagio para Cuerdas, compuesto por Samuel Barber, dirigido por Leonard
Bernstein (creo recordar que mi amigo Fernando me habló hace años ya de ponerlo
en el Diario del perroflauta).
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