viernes, 14 de marzo de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 204

Viernes, 42 semanas en el portal de la Consejera aragonesa de Educación. Bajan las temperaturas…
Marisol, Adrián y el perroflauta motorizado han estado hoy en el portal de la Consejera aragonesa de Educación.
 Como quien no quiere la cosa, me viene Kant y me dice: “Estás contento hoy, ¿no? Vienen Bego, Guillermo y familia, y aquí siguen Daniel, Javier y Pilar, amén de Alicia, Jose, Bea…”.
Sí”, le respondo, “estoy que no quepo en mí. ¿Qué quieres contarme Emmanuel?”.

 “Pues no sé si viene a cuento, Antonio”, contesta, “pero a mí me parece muy interesante. Verás, en mis ratos libres, leía la obra de Laurence Sterne La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, en nueve volúmenes. Me quedé con una anécdota que parece tonta, pero que me ha hecho pensar mucho. Muy brevemente, el tío de Tristram Shandy, Toby, dice a una mosca que le había molestado mucho tiempo y a la que deja salir por la ventana: ‘Vete, perverso animal, que el mundo es bastante grande para mí y para ti’. Pues bien, en mi opinión esto podría tomarlo cada uno por lema. No debemos importunarnos unos a otros; el mundo es bastante grande para todos”.
Tras decir estas palabras, Kant calló, dio media vuelta y se fue camino de la zaragozana plaza de España. El perroflauta motorizado se queda en el portal de la Consejera, muy pensativo: hay que impedir ante todo perturbar el curso natural del vivir y del pensar de un niño, de un joven, de cualquier persona. 

“Permíteme, Antonio, que te repita hoy algo de lo que ya te hablé hace tiempo en este mismo portal”, dice Mairena, que sorbía al lado del perroflauta motorizado un café cortado bien calentito. Y continúa hablando, muy quedo: “Como te conté ese día, una mañana necesitaba decirles a mis alumnos algo que me golpeaba dentro y, más o menos, me dirigí a ellos así: ‘Vosotros sabéis que yo no pretendo enseñaros nada, y que solo me aplico a sacudir la inercia de vuestras almas, arar el barbecho empedernido de vuestro pensamiento y sembrar inquietudes’. En el fondo, les dije algo parecido a lo que ese Toby de Sterne dice a la mosca. A la mosca hay que dejarle volar por el mundo. Al niño, dejarle vivir y pensar sin corsés ni constreñimientos. Otro día, Antonio, acuérdate, también te lo te contado en este mismo portal, pensamos mucho juntos –acababa de nacer Daniel. Te dije entonces que solo se enseña al niño porque siempre es niño el capaz de aprender, aunque tenga más años que Matusalén. Por eso quien va de maduro y adulto se resiste a aprender, a veces ni siquiera accede a escuchar.  Esto asentado, yo te pregunto, Antonio: ¿cómo puede un maestro enseñar, educar, conducir al niño sin hacerse algo niño a su vez y sin acabar profesando un saber algo ‘infantilizado’? Porque es el niño quien en parte hace al maestro. Y el saber hecho carne de niño y la conducta infantil del sabio constituyen dos ejes fundamentales en la maravillosa acción de aprender/enseñar. ¿Te acuerdas, Antonio, de aquella conversación que manutuvimos en este portal?”.

El perroflauta motorizado no puede articular palabra, tiene muy vivo el recuerdo de aquella conversación con Mairena. Es un recuerdo dulce y hace daño, al mismo tiempo. Bailan dentro de él Daniel, Bego, Javier, Guillermo… todos, en fin, que están al llegar. El perroflauta motorizado sabe que los niños se aburren a mares en la escuela porque hay pocos niños entre sus maestros, como tampoco hay muchos padres que se decidan a ser niños con sus hijos. Sí, el perroflauta motorizado sabía que los maestros y las maestras hemos de comprender como niños lo que pretendemos que los niños comprendan, pues  su propio aburrimiento y su propia curiosidad nos revelan que casi todo lo que ellos no pueden comprender apenas si merece ser enseñado, y, sobre todo, que cuando no acertamos a enseñarlo es porque nosotros no lo sabemos bien todavía.
Mairena y el perroflauta motorizado ya no se dan las gracias, ni se saludan ni se abrazan al despedirse, pues sería una redundancia y está de más desear lo que se tiene en la mano, al igual que es baldío argumentar la verdad de una evidencia.
Por eso, ambos, Juan de Mairena y el perroflauta motorizado se ponen a cantar una canción que parece cantada por una sola persona:




Hasta el próximo día

1 comentario:

  1. Muy acertado utilizar la anécdota de Toby y la mosca en lo que respecta a la enseñanza. Diariamente se puede ver como a los niños no se les enseña el mundo ni se les proporciona las herramientas para educarse como ciudadanos libres y para aprender lo necesario para crecer como tales.

    Lo que se hace a los niños es adoctrinarlos, inyectarles instrucciones en su cerebro de manera que su neocórtex se convierta en un software de Microsoft para que no haya duda de que se colocarán en el lugar asignado en el momento adecuado, como hacemos con los coches del scalextric, que los situamos sobre su raíl del que se nutre de energía y que le predispone en su camino.

    Religión, aceptación de las castas económicas, concepción de una realidad unidimensional...

    ¡Qué difícil se hace a veces combatir todo ese adoctrinamiento, contrarrestarlo, y conseguir que tu hijo llegue a adulto con algo de capacidad de análisis, de actitud crítica, con algo de libertad aún indemne en su cerebro!

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