El
perroflauta motorizado ha llegado al portal a las 10,50 horas. A las 11,00
horas llegaba este flamante coche de la policía, que nos ha acompañado toda la
mañana.
Marisol,
Antonio, Ángel, Rubén, Clara, Ana, Elena y el perroflauta motorizado han estado
hoy en el portal de la vivienda de la Consejera aragonesa de Educación.
Hay
gente que, escuchándola y viéndola, parece haber superado mil y un obstáculos y
conseguido escalar mil y una cimas. Es gente con la necesidad interna de
demostrar y autodemostrarse que es muy progresista y revolucionaria. En
resumidas cuentas, de izquierdas de toda la vida, a la que ya le viene estrecho
todo y solo le basta ya el kaláshnikov y la lucha armada, y que confiesa estar
ya de vuelta en casi todo. Es gente revolucionaria del Facebook, del Twitter,
de la sobremesa tras una abundante comida de menú. Es gente con la vista
graduada según baremos onfaloscópicos (“onfaloscopia”
u "ombliguismo" es la visión del mundo o de la
realidad a partir de la contemplación adoratriz del propio ombligo).
Juan de Mairena, siempre a mi lado,
dice a este propósito:
“Los
hombres que están siempre de vuelta en todas las cosas son los que no han ido
nunca a ninguna parte. Porque ya es mucho ir; volver, ¡nadie ha vuelto!”.
Me refugio entonces entre la gente
que hoy ha revolucionado la mañana: un
hombre joven que sirve cafés en una céntrica cafetería de Zaragoza ha
conseguido aprobar el examen de acceso a la universidad para mayores de 25
años. Quiere estudiar Derecho. Con horarios sobrecargados y exiguo sueldo, su
mérito es enorme, y la noticia me ha producido una gran alegría. Yo le he facilitado
de vez en cuando apuntes de Lengua y similares antes del examen. El logro de
ese hombre joven es una noticia que no aparecerá en los medios, pero que llena
de fulgor la mañana.
Un hombre de mediana edad toca el
claxon de su camión o saluda con la mano al perroflauta motorizado cada vez que
pasa por el portal de la Consejera. El primer día de sus vacaciones de verano
se acercó al portal para hablar un rato conmigo, lo que le agradecí en el alma
y me llegó a emocionar. El último día en que la policía nos pidió que nos
identificáramos (el lunes de la semana pasada, creo recordar) hizo sonar su
claxon mientras pasaba ante el portal y su camión avanzaba con especial
lentitud. Fue un acto de compromiso y corresponsabilidad con tod@s nosostr@s.
Maite viene con su espalda hartamente
dolorida, mientras regala rosas y sonrisas. Marisol hace rompecabezas y encaje
de bolillos para poder estar en el portal y llegar a todo lo que cotidianamente
debe hacer. Marga no deja pasar un solo día libre dentro de su semana laboral
para estar en el portal. Adrián deja trenes y filósofos cínicos para estar cada
viernes en el portal de la Consejera.
Un hombre que no conozco cruza raudo
ante el portal y me saluda: “buenos días, Antonio”.
Una pareja entrada en años saluda a
los pocos minutos: “buenos días, señor”
Un hombre con principio de Alzheimer
se acerca y me pregunta si me apetece que me traiga un “cafecico”…………………………………………..
Tod@s ell@s, junto con otras muchas
personas, van y van, sin permitirse estar de vuelta de nada.
Cada día que los veo venir me entran
muchas ganas de darles un abrazo. Y así lo hago ahora, mientras bailo ante este
ordenador en el que escribo este rock, tan cargado de alegre nostalgia de unos
tiempos que nunca estuvieron de vuelta de nada.
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