Viernes. Acaba la semana 46ª
en el portal de la vivienda de la Consejera aragonesa de Educación.
El menudeo de personas en
el portal ha sido constante. A Marisol, Adrián, Maribel, Julián y su hermano
Alexis
se ha sumado Inés Ayala,
eurodiputada socialista y candidata de nuevo en las listas para las próximas
elecciones europeas. Inés ha demostrado durante muchas años su lucha por
ideales, derechos y valores con los que coincidimos. ¡Gracias, Inés, compañera, por tu presencia en el portal!
Al poco rato han llegado al
portal gente joven de Euskadi, Aragón e Italia, y finalmente el perroflauta
motorizado ha tenido una gran alegría y se tiene por muy honrado con la
presencia de Nieves Ibeas, hasta hace poco tiempo, entre otras cosas, presidenta de CHA y portavoz
dl grupo parlamentario de CHA en las
Cortes de Aragón.
He coincidido con Nieves en
mil y una batallas, lo que ha me ha servido para reafirmar mi fe en el ser
humano. Nieves ha sido una persona comprometida en el mundo de la política,
pero que transciende los cargos y la urdimbre de los cargos
políticos. Nieves ha hecho que se pudiera votar a un partido por confiar en una
persona, en lugar de votar a una persona por estar etiquetada en unas siglas.
Nieves ha estado en el portal. Ni un solo político (salvo la gratificante excepción de Inés Ayala, hoy mismo), cargo público o periodista
ha estado en ese portal para no ver comprometidos su nombre y su imagen dentro
de un marco que molesta al poder, que es el que paga y/o sanciona. Nieves ha
sido y es un ejemplo de trabajo y de coherencia. ¡Gracias, Nieves!
Por otro lado, hoy es el último
día de un “trimestre” larguísimo, pues el calendario escolar sigue estando
marcado por las fiestas religiosas de la “semana santa”, de fecha variable según la luna llena de cada
año tras el equinoccio de marzo (¡todo para no coincidir con la celebración de
la pascua judía!); en otras palabras, según exclusivo criterio de la iglesia
católica, apostólica y romana.
Ya están dadas las calificaciones, tras las
correspondientes sesiones de evaluación. Cuando aún ejercía como profesor de
ética y filosofía, me dolía y sorprendía constatar cada curso escolar que el
claustro de profesores al final de cada trimestre, se cerraba con el informe
por parte de la jefatura de estudios de los porcentajes de aprobados y
suspensos en cada ciclo, nivel y curso (con resultados algo más que negativos
en su conjunto) sin que ello provocara la menor crisis o cuestionamiento por
parte del profesorado.
Recuerdo varios profesores
(uno de matemáticas; otro de filosofía, otro de física y química…) que
alardeaban de suspender a buena parte de una clase, pues para ellos significaba
ser un buen (exigente, duro, “hueso”) profesor, y mantener el listón o el
“nivel” de exigencia muy alto en el centro escolar donde trabajaban. Recuerdo
que en una ocasión la media general de una clase apenas llegaba a 3.5, pero
aquel profesor estaba tan contento y satisfecho. Por la cabeza de aquel
monstruo a quien se le estaba pagando con dinero público tantas tropelías
académico-educativas no pasaba la pregunta de si se trataba de una
monstruosidad estadística (23 alumnos y alumnas que no podían superar la media
de 3,5 en matemáticas) o aquellos resultados ponían muy en tela de juicio la
calidad de la enseñanza impartida durante diez meses de todo un curso escolar,
así como la competencia profesional de aquel profesor.
Algunos
profesores piensan que el prestigio de una asignatura es directamente
proporcional al número de suspensos que genera. Muchos profesores aseveran que
una asignatura de prestigio no puede ni debe ser fácil: cuanto más cueste
aprobarla, más beneficiosa será en la formación del alumno. Por eso suspenden
habitualmente a una buena cantidad de sus alumnos. Suspenden objetivamente,
científicamente. Un profesor de prestigio debe suspender. Si en un grupo más de
la mitad quedan suspendidos de una asignatura tras nueve meses de curso, la
culpa automáticamente será adjudicada al alumnado, a su familia, a los políticos,
a quien sea. Si una asignatura tiene pocos suspensos, se deberá a que carece de
prestigio o a que el profesor de la misma es un calzonazos.
La
dificultad de una asignatura es también directamente proporcional al número de
academias y de profesores particulares que las familias pagan para que sus
hijos puedan aprobar finalmente. Algunos padres se preguntan qué han estado
haciendo a lo largo del curso durante cientos de horas de una asignatura, si al
final suspende la mayoría. ¿Qué pasa con esos muchachos? ¿No asisten a clase?
¿No se enteran? ¿Por qué no se enteran? Lo cierto es que, visto lo visto, las
asignaturas de prestigio contribuyen poderosamente a la disminución del paro
laboral, a través de las academias y los profesores particulares.
A
algunos profesores de prestigio no les entra en la mollera que para aprender
hay que entender, y que para entender es preciso antes atender, y para atender
hay que interesarse previamente en la materia. Y que nadie aprende si se aburre
como una ostra.
Hasta
el próximo día
No desesperes que están cerca unas elecciones. No obstante a mi me parece más importante que hagan su trabajo defendiendo la enseñanaza pública haciendo propuestas para modificar la legislación, ya que la actual es un coladero para dar dinero a la enseñanza concertada, verdadero engaño donde prentenden que nos creamos el concepto de que responde a la libertad de elección de los padres del tipo de enseñanza.
ResponderEliminarDetrás hay todo un negocio y una estructura de poder, nada de libertad de enseñanza.
Ya llega el verano y se os nota hasta en la sonrisa.
saludos