Otra semana más en el portal de la vivienda de la Consejera aragonesa
de Educación. Van 49. Mañana a mañana se va completando el ciclo completo del
año. Desde la lejanía esas mañanas parecen repetidas, iguales, ajadas de tanto
sacarlas y meterlas en un mismo calendario ante un mismo portal. Pero cada
mañana, cada día, es nuevo, se renueva a diario, contiene personas, miradas,
agresiones, indiferencia y ánimos que se ofrecen a ser estrenados. Solo aburre
el cansancio y solo cansa el aburrimiento. Por eso nos sentimos cada mañana tan
vivos, con tantas ganas de vivir y de luchar.
Hoy Marisol y yo hemos estado en el portal con Jesús, Alberto y Susana,
grandes luchadores por lo derechos de los trabajadores y las libertades ciudadanas.
También han vuelto a estar en el portal trabajadores de Parques y jardines del
Ayuntamiento, actualmente en una generosa huelga activa. Incluso una señora nos
ha saludado al pasar con un sonoro “¡Qué asco dais!”. Rasgos nuevos, en fin en
una nueva mañana que acaba con el mismo vigor y la misma alegría.
Si supiéramos leer en esas mochilas recién estrenadas, en los
cuadernos, las pinturas, el olor a nuevo de cada niño y de cada niña que accede
por primera vez al colegio… Si cayéramos en la cuenta de que sobre todo ese
niño y esa niña son quienes más a nuevo huelen. Todo es novedad para ellos y
ellos mismos son novedad, vidas por estrenar.
¿Qué pasa en la biografía de cada niño y cada niña para que las ganas,
la ilusión, la alegría de estrenar curso, de volver a la escuela, sean, salvo
excepciones, cada vez menores a medida que van a la escuela?
Así, poco a poco, hace su aparición un fenómeno antes inexistente:
imperceptiblemente, en la escuela aprendemos y enseñamos a vivir renunciando a
la alegría. ¿La escuela cercena, enajena, aliena la alegría?
Cada inicio de curso académico se entona la misma cantinela: Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus.
¿Disfrutemos, pasémoslo bien, mientras somos jóvenes? ¿Eso dice la escuela? No,
todo lo contrario. A un tipo de alumnado se le suele poner en un lugar donde
moleste lo menos posible, se le pide que calle en el rincón de los torpes: se
les enajena su propia autoestima (no vales para estudiar mates o ingles, luego
TÚ no vales nada).
¿Dónde queda la alegría de vivir, de aprender,
de saber? Aprender se suele presentar siempre asociado a esfuerzo, trabajo,
sacrificio, seriedad o disciplina, pero raramente se habla de alegría. Incluso
una parte del profesorado reprocha la alegría infantil o juvenil, les parece
una insolencia. En la escuela no pocos aprenden a encontrar vías alternativas
para no sucumbir al aburrimiento cotidiano. Y la enseñanza, como tal, a medida
que transcurren los cursos queda cada vez más lejos del acontecer diario de la
escuela.
Parece exagerado o intempestivo hablar incluso de angustia, pues apenas interesa a nadie (=no se sabe qué hacer
con ella). Pero esa angustia existe en muchos desayunos antes de ir al cole, en
tantas clases, en tantos exámenes, en tantos momentos donde sobreviene cada
noche, antes de intentar dormir, la cruda realidad de la propia vida de mucha
gente niña y joven...
Enseñanza pública enajenada, alienada por obra de personas como Wert y
Serrat. Educación alienada de raíz (alienado viene del latín “alienus”, ajeno,
extraño): el aula, la enseñanza, la educación cada vez queda más lejos de la
vida real y palpitante de niñ@s y jóvenes, cada vez se siente más ajena, más
extraña, a un@ mism@.
Esta canción viene que ni pintiparada.
Antono: También sé tocar bien la armónika, 10 piezas muy conocidas, si te parece bien no solo poesía. sino también armónika, o nada,eso lo decides tú. Gracias por tu perseverancia, Hasta el 03.06.14, martes, reservaremos como otras veces en el Ibis de Zaragoza con sumo gustazo, se lo dijimos también a Carmina y Pepe y a Rafa y Lola. Salud y Repúblika Laika.
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