Marga,
Carolina, Víctor, Carlos, Begoña, alumn@s de la escuela zaragozana Recarte y Ornat y de un
IES de Tarazona y el perroflauta motorizado hemos estado hoy en el portal de la
vivienda de la Consejera aragonesa de Educación.
Cuando esta mañana el perroflauta motorizado llega al portal de la Consejera aragonesa de
Educación, Cioran y Marx ya están enzarzados en una animada conversación sobre
las ideas y las ideologías (Platón yace en el suelo, bien amordazado, a los
pies del perroflauta motorizado, que se alegra de verlo de esa guisa).
“Cualquier idea refleja y se sostiene sobre una
ideología previa”, sostiene Marx, “pensamos
lo que pensamos y como lo pensamos por la ideología burguesa y acomodaticia que
nos está embutiendo ahora, a marchas forzadas, el capitalismo neoliberal. Los
amos del dinero y de las armas poseen y dirigen también los medios de
comunicación, especialmente la televisión y todo lo que circula por Internet.
La ideología no es más que una excrecencia de los intereses de la clase dominante”.
Cioran,
por su parte, apunta a objetivos muy distintos (de ahí que la discusión entre
ambos se haya convertido a esas alturas en circular). “En sí misma”, perora Cioran, “toda
idea es neutra o debería serlo, pero el ser humano la anima, proyecta en ella
sus deseos, sus miedos, sus necesidades y también sus demencias; por eso la
idea se hace a veces lamentablemente impura, transformada ya en creencia: el
paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado... Es así como nacen las
ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas”.
“La ideología dominante produce hambre en la
clase trabajadora y riqueza siempre en aumento para la clase rica y poderosa”,
añade Marx.
“Y también alienación, odio, superstición,
abandono de uno mismo en manos del líder ideológico, hogueras purificadoras,
linchamientos, ignorancia, decrepitud del alma…”, Cioran habla con una
escéptica y cansada vehemencia.
“¿Te estás refiriendo ahora a la religión, a
las religiones?”, pregunta Marx.
Cioran
responde: “Sí y no; me refiero a la religión y a cualquier otra idea
pervertida en ideología. ¿Es que no opinas lo mismo sobre la religión?”
Marx se acaricia la barba mientras la ciudad queda inundada
por el cántico religioso “Bendita y alabada” y el anciano de todos los días
comunica a gritos al perroflauta motorizado que “va a darse una vueltica, ver a
la Virgen, comer y echarse una ‘siestecica’”. Tras unos segundos de silencio, prosigue
Karl Marx:
“La miseria
religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la
miseria real. La religión es el
suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así
como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo”. Y Karl Marx continúa:
“No afirmo que
la religión sea una droga perniciosa, sino la droga que permite al pueblo
resistir las privaciones y la explotación. Cuando acaben esta explotación y el
estado de miseria del ser humano, no hará falta ya la religión. Se necesita la abolición de la
religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su
felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es
la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica
a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo
halo lo constituye la religión”.
Una anciana empuja un carrito desde donde un niño
grita que le compre un muñeco que acaba de ver en la cercana tienda de Disney.
La venerable anciana sostiene en su otra mano un libro y lee: “José de Cupertino
fue un fraile franciscano italiano considerado un santo y un místico. Se dice
que San José de Cupertino fue objeto de una levitación espontánea en octubre de
1630, durante una procesión en honor a otro santo, Francisco de Asís. José de
Cupertino se mantuvo flotando sobre la multitud durante algún tiempo, para
eventualmente regresar a suelo firme. Debido a que este milagro de levitación
sucedió más de una vez, incluso ante el Papa Urbano VIII, José de Cupertino es considerado el santo
patrón de los pilotos y astronautas…”.
“Un santo bien moderno…”, concluye la
anciana. El perroflauta motorizado, recordando una frase de Cioran, dice para
sí mismo que en esas circunstancias cualquier palabra y cualquier comentario
son una palabra de más y un comentario de más. Tras de lo cual, de su agrietada
flauta de madera sale esta dulce melodía:
Tenías que ver el primer tema de mi libro de Técnicas de Diagnótico e Intervención Social. Es todo sobre Platón y los sofistas. Supongo que tú lo entenderías mejor que yo.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué preciosidad de piezas musicales, de texto, actitud y ejemplo Antonio.
ResponderEliminarGracias por todo.
Conchita
Qué preciosidad de piezas musicales, texto, actitud y ejemplo, Antonio.
ResponderEliminarGracias por todo esto.
Conchita
Muy bueno, seguire este blog asiduamente desde mi exilio
ResponderEliminar