Se acerca Sam Keen al portal
de la sede del PP. Me mira de soslayo; después, saluda. ¿Cómo te va, Antonio? Y yo: Bien,
gracias, Sam. Y él: Me alegro. Y añade: He estado pensando. Y yo: ¿En
qué, Sam? Y Sam: En tu país. Te he escuchado
decir a menudo que tu país es un país de cainitas: se descalifica y se mata, a
la vez que la palabra cada vez os dura menos en los labios. Sí…, admito. Y Sam: Aquí
tienes un poema que escribí hace tiempo. Lo titulé “La creación del enemigo”.
Gracias, Sam, le dije mientras echaba una
ojeada a la hoja de papel que me había entregado. Cuando levanté la cabeza, Sam
Kenn ya se había marchado. Entonces leí poniendo los cinco sentidos:
Comienza
con un lienzo en blanco.
Esboza
en él siluetas de hombres, mujeres y niños.
Hunde
la brocha en el pozo de tu propia oscuridad,
Dibuja
en la cara de tu enemigo la codicia, el odio y la crueldad
que no
te atreves a reconocer como propias.
Ensombrece
todo asomo de simpatía en sus rostros.
Borra
cualquier resto de la miríada de amores, esperanzas y miedos
que
residen en el caleidoscopio de su corazón infinito.
Deforma
su sonrisa en una mueca cruel.
Arranca
la carne de sus huesos
hasta
que sólo quede el abstracto esqueleto de la muerte.
Exagera
cada rasgo humano hasta metamorfosearlo
en
bestia, alimaña, insecto.
Rellena
el fondo de tu lienzo con los demonios y figuras malignas
que
alimentan nuestras pesadillas ancestrales.
Cuando
tu cuadro esté completo podrás matarlos sin culpa y
despedazarlos
sin sentir vergüenza.
Lo que has destruido, simplemente, es un enemigo de tu
Dios.
Me quedé algo perplejo. Llegó a los pocos minutos
otro hombre, avanzado en años. Lo reconocí enseguida. Era George Steiner. Me
entregó un libro que yo ya tenía en casa: Los
libros que nunca he escrito. Tenía señalada una página con un trozo de
papel y en su último párrafo decía:
"Lo que yo
propondría fervientemente es esto: la fe o la falta de fe es o debiera ser el
elemento más privado, más discretamente protegido de la persona humana. El alma
también debe tener sus partes íntimas. La publicación abarata y falsifica la fe
de manera irremediable. El creyente adulto trata de estar solo con su Dios.
Como yo trato de estar con Su soberana ausencia. Ya he dicho - he dejado de
decir - demasiado".
No lo apliques solamente a la religión o al agnosticismo,
sino a la vida en general, particularmente hoy al trasiego político en que está
asfixiándose ti país, me aconsejó. Y se fue. Después abrí los ojos, y me
vi en la Gran Vía, medio ahogado por el humo de los coches y las motos, a la
vez que algunas personas iban entrando y saliendo de la sede del Partido
Popular.
Jornada de contratiempos.
Por un despiste, la mañana se me ha torcido nada más salir por una tontería que
ha solucionado cerrajero. Bea sigue malita. Marisol, metida en mil asuntos. Yo,
en mil fregados. Total, que no hemos ido hoy cabe el portal de la sede del PP.
El lunes será otro día. Marcos ha sido mi grato acompañante durante la mañana,
haciendo gestiones varias.
Beethoven ha
puesto el broche de oro. Inundó la Gran Vía con el 3º movimiento de su sonata
nº 23. La niebla ha sido espesa en Zaragoza, pero su piano ha colmado mi
espíritu de energía y de pasión.
Hasta el
próximo día.
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