Leo en la prensa que el batacazo del PSOE en las urnas le fuerza a
cambiar de turno, lo cual, de ser cierto, sería una triste y mala noticia, pues
confirmaría principalmente que su motivación fundamental seguiría siendo ver en
el ciudadano exclusivamente un posible votante capaz de encamarlo otra vez al
poder.
Entro a renglón seguido en el sitio web del partido socialista obrero
español y me topo con la sección “Nuestras
ideas y valores”, cuyos dos primeros párrafos rezan así:
“El Partido Socialista Obrero Español, con más de 130
años de historia, es una organización política de la clase trabajadora y de los
hombres y mujeres que luchan contra todo tipo de explotación, aspirando a
transformar la sociedad para convertirla en una sociedad libre, igualitaria,
solidaria y en paz que lucha por el progreso de los pueblos.
Nuestra razón de ser es la de contribuir a alcanzar una
sociedad mejor, detectando los problemas y aportando soluciones, sobre la base
de los principios de libertad, igualdad, solidaridad y justicia social”.
Y entonces, como ya no entiendo nada, me pregunto qué y por qué y para
qué han de cambiar algo los aún presuntos socialistas españoles. Si a una
pareja le va cada vez peor, siempre les resta no hacerse más daño mutuo, poner tierra
de por medio e intentar buscar la esquiva felicidad por algún otro lado. Al socialismo español le está yendo muy
mal desde hace unos cuantos años, pero no parece poner remedio, pues confunde
la felicidad que busca buena parte de sus dirigentes por, para y desde el poder
de los cargos con la felicidad de esa clase trabajadora y esos hombres y
mujeres de los que hablan. Como no saben cómo hacer compatibles ambas
felicidades, van eligiendo, de hecho, el camino de la indolencia propia y el olvido
de lo ajeno. Van de batacazo electoral en batacazo electoral, como si un
partido fuera fin y no medio, como si el ciudadano –asfixiado cada vez más en
sus etiquetas de votante y consumidor- fuera idiota.
Recuerdo que allá por 1976 (el franquismo fáctico estaba en sus últimos
estertores de animal aplastador de todo y de todos) las empresas de ingeniería
nos propusimos hacer la primera huelga general del sector en Madrid. Para ello
hicimos una asamblea en plena sede del sindicato vertical, en lo que ahora es
sede de la UGT en Avenida de América. De improviso, como un platillo volante,
hizo su aparición un muchacho joven, incendiario más que ningún otro, que se
identificó como miembro de la UGT (el primer ugetista que veíamos fuera de las
páginas de los libros de historia). A los pocos minutos, propuso con encendido
verbo la huelga general. Sí, he escrito bien: ¡la huelga general! Los
centenares de compañeros que tuvimos las narices de acudir allí, no salimos de
nuestro asombro.
Hoy, quizás, por qué no, ese muchacho de la UGT es un destacado miembro
del partido socialista que en una reunión del staff socialista en Ferraz recomienda,
vistos los resultados electorales de ayer, cambiar de rumbo, demostrando así su
proverbial optimismo, pues sus palabras darían a entender que han tenido alguno
en los últimos tiempos (nadie puede cambiar de rumbo, si previamente no lo ha
tenido).
Algo así como el “argumento
del cornudo” ideado en la escuela postsocrática de Megara: “Tu tienes lo que no has perdido. No has perdido los
cuernos, luego tú tienes cuernos” .
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