El periodista griego, director de la revista Hot Doc, Kostas Vaxevanis
ha sido detenido por publicar la llamada “lista Lagarde”, donde figuran los
nombres de 2.059 griegos con cuentas bancarias en Suiza, entre los cuales hay,
al parecer, políticos y empresarios de gran relevancia. Dicha lista estaba en
poder del Gobierno griego desde el otoño de 2010 (seis meses después del primer
rescate a Grecia), pero se esfumó en el limbo de los intereses creados del
poder, hasta que una mano anónima la pasó a la revista de Vaxevanis, que
decidió cometer el execrable delito periodístico de publicar la información, a
pesar de la inextricable amenaza de acabar en tribunales. Anteriormente,
Vaxevanis había destapado el “caso
Vatopedi”, en el que también había desvelado la noticia de que unos 40.000
griegos fallecidos seguían percibiendo sus pensiones (un dato más dentro del
enorme fraude fiscal heleno, que supone más de un tercio de la economía del
país).
La judicatura y la policía se cuidaron muy mucho de detener a algún
defraudador griego presente en la lista Lagarde, pues, ya se sabe, no se
detiene al delincuente, sino al irresponsable que osa destapar los pufos de los
ricos. Como, por otro lado, las leyes no llueven de lo alto, sino que reflejan
y salvaguardan los intereses del dinero y delincuente es quien infringe la ley,
el delincuente acaba siendo un periodista, Kostas Vaxevanis, que resolvió levantar
la esquina de la alfombra donde huelgan los que desde hace tantos años viven a
costa del pueblo y debajo de la cual tienen fraudulentamente escondidos sus dineros.
En España no es precisamente para tirar cohetes al respecto: el ingeniero informático y ex empleado de la central suiza del banco
HSBC, Hervé Falciani, se encuentra preso en España a la espera de que se
resuelva la solicitud de extradición pedida por Suiza. ¿Delito cometido?
Revelación de secreto bancario (figura delictiva inexistente en España): descubrir
130.000 cuentas de personas y empresas europeas (entre ellas, Botín e hija) que
erigen mediante ellas una enorme montaña de fraude fiscal en detrimento de la
economía de sus respectivos países.
Por si fuera poco, en marzo de este mismo año el Gobierno del PP indultaba a un alto cargo de la Generalitat de la época de Jordi Pujol y a un empresario, ambos militantes de Unió Democràtica, por prevaricación y malversación de fondos públicos. Y en noviembre del pasado año, el Gobierno indultaba al número dos del Banco Santander, Alfredo Sáenz , retirando la pena de tres meses de arresto y la inhabilitación para ejercer cargos de administración que le había impuesto el Tribunal Supremo por una causa que se inició en 1994 a raíz de una denuncia falsa en Banesto. Son solo dos gotas en una compleja cloaca. Seguramente, a la mayoría de los defraudadores y delincuentes fiscales se les llena la boca públicamente de encendidas loas a la patria: adolecen del más vil de los patrioterismos.
En medio de este río revuelto en la medida que permita mayor ganancia de
los sempiternos pescadores, nos llegaba de Alemania la noticia a través del ministro
alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, de que su Gobierno ha comprado una lista, facilitada por una
persona “anónima” (que percibirá de “comisión” 2,5 millones de euros), con los
datos de unos 1.500 evasores fiscales germanos que depositaron fondos en bancos
suizos, con lo que el fisco teutón podría ingresar entre 100 y 200 millones de
euros. A cambio de otros cinco millones de euros, el Gobierno alemán se había
hecho anteriormente con una lista de evasores fiscales alemanes en
Liechtenstein, que reportó a las arcas germanas unos 180 millones de euros en
pagos de impuestos.
Moraleja: los trileros pagan unas migajas y se van de rositas, mientras
los que desvelan el chanchullo son
detenidos y acaban con sus huesos en la cárcel. El delincuente es el
periodista, y no el empresario, el político o el vividor fraudulentos. El país
señalado por los señores del libre mercado como un peligro para la libertad y
la democracia es acusado de populismo, caudillismo o bolivarismo, pero los
países cuyas economías se sustentan sobre el fraude fiscal, el lavado de
dinero, y la irresponsabilidad de algunos ciudadanos e instituciones para con
sus respectivos países son tenidos como inmaculados ejemplos de democracia y de
libertad (primas hermanas, en estos casos, de su hijo preferido: el antedicho
“libre mercado” y su omnipotente mano invisible).
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