España tiene esperanza: el ministro español de Interior, Jorge Fernández
Díaz, le ha pedido al Papa que "rece por España en las circunstancias
actuales". El señor Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, le respondió
con un escueto: “Ya lo hago”, según informaron fuentes diplomáticas españolas.
En otras palabras, como todo tiene su explicación, ahora ya podemos entender
que España va como va.
Cuenta la prensa que el ministro del Interior había ido a Roma a
presidir la delegación oficial española para la canonización de la monja
española Carmen Sallés y Barangueras, fundadora de las Religiosas
Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. De esa señora afirmó Ratzinger en
su homilía que "su obra educativa, confiada a la Virgen Inmaculada, sigue
dando abundantes frutos entre la juventud a través de la entrega generosa de
sus hijas, que como ella se encomiendan al Dios que todo lo puede". O sea,
más claro, agua.
¿Quién mejor que el
ministro del Interior, miembro supernumerario del Opus Dei, para “agradecer al
Papa la proclamación de un nuevo santo español”, trasmitirle el saludo de los
Reyes de España y del Gobierno y pedirle "que rece por España en las actuales circunstancias"?
¿Cómo hacer realidad con mayor devoción que “ninguna confesión tendrá carácter
estatal” (art. 16.3 de la Constitución)?
Por la noche, el ministro del Interior ofreció en
la embajada de España ante la Santa Sede una cena de gala en honor de la nueva santa española. Como esa cena va a
cargo de los Presupuestos Generales del Estado, ni que decir tiene que esa cena
la pagamos entre todos las ciudadanas y los ciudadanos españoles. En dicha
cena, Fernández Díaz impartió una clase magistral de silogística. Veamos:
·
Primera premisa: Citando al obispo de Vic, Josep Torras i Bagés (1846-1916): “Cataluña
será cristiana o no será”.
·
Segunda premisa: “España será cristiana o no será”
·
Conclusión: “Cataluña sin España no
sería Cataluña y España sin Cataluña no sería España".
Nada tiene, pues, de sorprendente que, en consonancia con esa lógica aplastante (realmente aplasta...), el
ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, no dimitiera ni se le cayera
la cara de vergüenza.
Desconocía que este señor fuera del Opus, las ramificaciones de esta secta llegan al "cielo". Lo cierto que la involución de España en materia social, nos acerca al franquismo y no es de extrañar que despierte nacionalismos, aunque se trate de otro instrumento manipulador de las clases trabajadoras.
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