lunes, 8 de octubre de 2012

El Gobierno español, simultáneamente en misa y repicando



La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, en calidad de delegación oficial del Gobierno español, han asistido a la ceremonia en el Vaticano, donde Benedicto XVI ha dado el título de Doctor de la Iglesia Católica al santo español Juan de Ávila, que, entre otras cosas, escribió un célebre comentario al salmo XLIV Audi filia, et vide para una señora convertida por él en Écija, hija de los señores de Guadalcázar.
En el mismo acto, fue nombrada igualmente doctora de la Iglesia la santa y visionaria alemana Hildegarda de Bingen, famosa por sus visiones desde niña: desde los tres años tuvo la visión de luces, colores, voces y sonidos que interpretó como venidos de la divinidad misma
Las dos damas políticas del Partido Popular, vestidas de gala española, peineta, mantilla, negro y vete a saber si también rosario, saludaron tras la misa al Papa. Después la vicepresidente se reunió durante un cuarto de hora con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Tarcisio Bertone.. En la entrevista estuvieron presentes el subsecretario de Asuntos Exteriores, Rafael Mendívil Peydro, y el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Saénz de Buruaga.
Como también de pan vive el hombre, con motivo de este evento el Gobierno español ofreció la noche del sábado una cena en la embajada ante la Santa Sede. La vicepresidenta dijo que el Ejecutivo español está agradecido "por el papel que las instituciones de la Iglesia están llevando a cabo en nuestro país, para ayudar a paliar los efectos de la crisis económica". A la cena asistieron, entre otros, los cardenales españoles Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el español con más rango en el Vaticano, y Antonio María Rouco Varela.
Fuentes dignas de todo crédito aseguran que en todos estos actos ni se cantó el Himno de Riego ni se proclamó la voluntad conjunta de instaurar de una vez el principio constitucional de la aconfesionalidad del Estado y sus instituciones.


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