lunes, 8 de octubre de 2012

¿España, una marca?



Altos cargos y ministros del PP se oponen con furia y descalifican cualquier signo de disidencia frente al sistema vigente, por lo que afirman que las manifestaciones, las concentraciones, el clamor del pueblo catalán por la independencia en el partido de fútbol ayer en el Nou Camp, etc.etc. contribuyen al menoscabo de la "marca España" en el exterior y perjudican la imagen que el Gobierno  de Mariano Rajoy pretende trasladar a los mercados y a los socios europeos.
No obstante, parece que consolidan la “marca España”, por ejemplo, el toro de la vega, alanceado anualmente en la localidad de Tordesillas hasta la muerte o la ceremonia nacionalcatólica de la Legión española y su cabra en Málaga con el Cristo de la Buena Muerte o el Cristo Legionario, o la amnistía fiscal indiscriminada decretada por el Gobierno español, o la vicepresidente española vestida de manola en el Vaticano porque Ratzinger declara doctor de su iglesia a un fraile español, llamado Juan de Ávila.
España no es una marca publicitaria, sino ante todo cuarenta millones de seres humanos, muchos de ellos actualmente en apuros, todos ellos sujetos de unos derechos inalienables, que el actual Gobierno pretende menoscabar.
Los actuales gobernantes, así como buena parte de la clase política actual, tienen la cabeza tan pequeña, tan pequeña, tan pequeña que no les cabe la menor duda de que la rala y casposa idea que tienen de su país es reducible a una “marca”.
¿Pero es que en el siglo XXI no cabe ya la idea de “revolución”?


3 comentarios:

  1. Particularmente, me resulta imposible identificarme con la españa oficial (sí, así, con minúscula), tan limitada, tan cutre, tan pobre... Prefiero la España viva que representan, sin excepción posible, TODOS Y CADA UNO de sus habitantes, con sus diferentes ideas, con sus diferentes formas de ver la cohesión de este País y la innegable pluralidad que tanto nos enriquece...

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  2. Es curioso (desgraciadamente, cada vez menos) cómo todo se piensa en clave comercial. No se hace periodismo ni política en favor del ciudadano, en pro de los más débiles. Se hace eslóganes y propaganda en lugar de información y se habla de "marca" en lugar de una sociedad, como la española, que lo está pasando francamente muy mal. Todo por el mercado y para el mercado. Un mercado en el que los beneficios siempre van dirigidos directamente a los poderosos, mientras que las pérdidas, las deudas y las crisis van "de cabeza" al ciudadano. Y toda ideología que vaya contra esta evidente injusticia es (irrisoriamente) "revolucionaria" para estos establishments. ¿Cabe la idea de revolución hoy? Tssss, no sé Antonio. Al parecer, para unos ya cualquier cosa es revolucionarse mientras que otros nos quedamos cada día más perplejos con lo que aguanta la sociedad en este país.

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