Todos recordamos manifestaciones recientes de policías (nacionales y
locales) en las calles de nuestra ciudad donde denunciaban públicamente la
política de recortes del Gobierno y exigían el reconocimiento de algunos de sus
derechos fundamentales. Es igualmente de justicia recordar la lucha que un
numeroso grupo de Guardias Civiles sostuvo desde la AUGC a fin de lograr un
estatuto civil y democrático de sus estructuras y sus funciones, lo que costó a
más de uno un sinfín de sanciones y sanciones punitivas.
Asimismo, hace unos años tuve el honor de leer en su nombre y ante los
medios de comunicación un manifiesto firmado por todos los sindicatos de
policía y guardia civil (son legión) donde reivindicaban derechos cívicos,
laborales y sociales básicos que cualquier ciudadano demócrata habría apoyado y
suscrito.
Son los mismos policías que se enfundan el caso, las coderas, el chaleco
y el escudo de los antidisturbios para preservar “el orden” en manifestaciones
y concentraciones. Se ha hablado mucho últimamente sobre la proporcionalidad,
por ejemplo, de las fuerzas policiales con ocasión de algunas concentraciones
del 25S “Rodea el Congreso”, pero sería igualmente conveniente plantear que
pasa realmente por las mentes de esos policías al reprimir intereses económicos
y sociales que ellos mismos reivindican y al acordonar una zona para defender
así la seguridad de unos parlamentarios que en su inmensa mayoría muestran muy poco interés por escuchar
y poner solución a los problemas del pueblo.
Estoy convencido de que una buena parte de la policía corre el riesgo de
convertirse en carne de psiquiatra ante tamaña esquizofrenia entre su vida
personal y su quehacer corporativo: defienden un supuesto orden de los que
consolidan el desorden económico, familiar y social de gran parte de la
población ciudadana. Garantizan la
seguridad de quienes han decidido, por ejemplo, la bajada de sus salarios o la
no percepción de la extra en diciembre. Pegan –algunos despiadadamente- al
pueblo al que pertenecen, desde el falaz argumento de la obediencia debida
(para entrar en los Cuerpos respectivos, deberían visionar obligatoriamente la
película –clásica y vetusta- Vencedores o vencidos, donde se juzga en Nuremberg
a un grupo de jueces nazis que pretenden ampararse en la obediencia debida para
justificar atroces crímenes contra la humanidad.
Hace años tuve la fortuna de conocer a Ramón, un policía nacional que
rezumaba bondad por los cuatro costados. A veces me viene a la cabeza la
pregunta de qué puede estar haciendo Ramón si y cuando le toca operar como
antidisturbios. En tal caso, o bien le sangrará el corazón o se habrá hecho
objetor y llevará ya tiempo fuera del Cuerpo o visitará dos veces a la semana a
un psicoanalista que no cobra mucho y le ayuda a sobrellevar su esquizofrenia.
Me ha gustado mucho este artículo, Antonio. Conozco a varios policías y sé que los hay que son buena gente, probablemente más de los que la gente en general cree.
ResponderEliminarEste es un momento difícil, parece que la sociedad exige a gritos que tomemos parte entre continuar con el sistema con la esperanza de que algún día las cosas se arreglen por sí mismas, o renegar de él, destruirlo todo y empezar de nuevo.
Por mi parte, cada vez miro con más detenimiento la información que me llega, sea de un bando o del otro, ya que en el contexto histórico que vivimos, donde muchas cosas están saliendo a la luz y hay tanta gente ya no indignada sino furiosa por tantas mentiras, expolios y abusos, que es muy fácil utilizar estas emociones tan fuertes con fines oscuros, especialmente si nos dejamos llevar por la violencia, o conseguir cegarnos y que le echemos la culpa al inmigrante, al de la comunidad autónoma de al lado o al político de turno, que en realidad es una marioneta de la gente que realmente controla el mundo.
Por eso estoy intentando, de forma personal, permanecer en mi centro y sólo creerme lo que siento que es verdad, aunque a veces también sienta dolor al ver las cosas que pasan y comparta ciertas noticias de las que luego me arrepiento. Así que me alegra ver que hay más personas que quieren llegar a una vía de paz, poniéndose en la piel del otro y sabiendo que los policías están viviendo una situación que seguro que no les resulta nada fácil.
Ojalá que artículos como éste nos amplíen la visión, en lugar de hacer que nos atrincheremos en visiones parciales según nuestra educación o intereses, y así llegar a crear un mundo nuevo de verdad: un mundo donde los policías ya no son necesarios, donde no hay más ley que el sentido común y donde todos somos responsables y buscamos de forma activa el bien común de todos los individuos de la sociedad, sabiendo que todos estamos ineluctiblemente unidos y que todo lo que hagamos, en el fondo, nos lo estamos haciendo a nosotros mismos.
Muchas gracias!
Maite Onco Barella
Magnífico comentario. la serenidad y la racionalidad son más necesarias que nunca.
ResponderEliminarGracias
Buen artículo papá. Algunos comentarios:
ResponderEliminarDesgraciadamente... Los policías nacionales que reprimen y golpean en las movilizaciones civiles no son los policías que reclamaban el respeto a sus derechos laborales hace unos meses.
Estos, los del casco y la porra, pasan por unos exámenes de selección, en los que la impulsividad y la falta de consciencia política son criterios clave para ser elegidos. La agresividad, el sentido de obediencia, el uso de sustancias como la cocaína, y ciertas ideas neofascistas están presentes en la mayoría de este cuerpo policial.
Por si fuera poco, los altos mandos saben muy bien cuáles son las estrategias para que estas personas sigan órdenes sin chistar ni pensar demasiado. Mandan a los antidisturbios catalanes a operar en Madrid, a los madrileños a Cataluña, a los gallegos a Andalucía, y así... Se aprovechan de las propias rencillas y conflictos entre nacionalidades para que no sientan que están golpenado "a su pueblo", porque estoy convencida que muchos hasta sienten placer al hacerlo, se sentirán super héroes o power-rangers del orden y el "Bien"
Tendremos que ver cómo responder, con la misma inteligencia que las fuerzas del estado, a estas agresiones... Al menos cómo defendernos, en primer lugar.
Abrazos enormes, gracias por hacernos reflexionar una vez más!
Bego