miércoles, 9 de marzo de 2016

Diario de un profeflauta motorizado, 662



Dice sobre todo PSOE (“Tenemos la oportunidad de poner fin al gobierno de Rajoy para abrir un periodo de cambio en nuestro país") que Podemos se niega, de hecho, a unirse a la opción real de cambio y a adscribirse a la candidatura real de un gobierno de cambio. Ciudadanos afirma tres cuatros de lo mismo. Podemos se arroga la cualidad por antonomasia de ser el partido político del cambio. Incluso el PP pretende presumir de habernos cambiado de arriba a abajo creando empleo y sacándonos del pozo de la crisis económica.
Yo cambio, tú cambias, é/ella cambia…

Se olvida así que hay palabras polisémicas (tienen varios significados), como, por ejemplo, aquí y ahora, la palabra CAMBIO.
Por ejemplo, “dejar una cosa o situación para tomar otra” (cambiar de nombre, de casa, de opinión, de oficio…); “convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria” (cambiar la alegría en tristeza, la risa en llanto…);  Dar o tomar algo por otra cosa que se considera del mismo o análogo valor (cambiar euros por dólares, cambiar un billete de cinco euros por cinco monedas de un euro…); cambiar de lugar, trasladar (llevar un armario de un lugar a otro); mudarme de ropa y ponerme otra limpia; Mudar o alterar la condición o la apariencia física o moral (Juan ha cambiado mucho); cambiar el viento o el tiempo; cambiar de marchas mientras se conduce un vehículo…
Pues bien, cada vez que oigo (no siempre escucho) a unos y a otros hablar de “cambio” (más aún de “EL cambio” –como si solo hubiera uno) me pregunto a qué cambio se están refiriendo, qué quieren y no quieren cambiar, así como por qué otra cosa o situación quieren cambiar, quiénes son los beneficiarios/damnificados de este cambio, qué ámbito de aplicación se proponen.

Personalmente, mi mayor problema es que cada vez me resulta más costoso creerlos, principalmente porque quienes deciden qué se cambia o no se cambia son otros, y no ellos: el FMI; el BCE, la Comisión Europea, el Eurogrupo; e incluso, apurando la cosa, quienes decide en último término son los señores de las grandes finanzas y las grandes especulaciones, que, sin regulación alguna, deciden lo que quieren, cuando y como les conviene.
¿Cuando los políticos del corral donde como y duermo (Españistán) hablan de cambio, tienen en cuenta este condicionamiento fundamental de la vida de la ciudadanía? ¿Ese cambio al que se refieren se circunscribe a mi corral, mirando hacia otro lado cuando aparecen millones de refugiados en las fronteras de la UE o centenares de millones de hambrientos y harapientos en el mundo semiabandonado por el mundo rico en África, Asia y Sudamérica?


Me avergüenza lo que estos días está ocurriendo entre Turquía y la UE. La devolución de los refugiados es la renuncia a cualquier ideal del Humanismo y la Ilustración, a la Europa de la que me he sentido orgulloso e integrante activo. ¿Van a cambiar eso y otras muchas cosas (-cuáles-) los políticos de nuestro corral? ¿Renuncian a mirar y cambiar el mundo, a proponer a la ciudadanía renunciar a lo que sobra en el corral para que otros tengan lo que les falta (no se trata de caridad, sino de realización efectiva de los derechos y libertades de todos y cada uno de los seres humanos del mundo).

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan en cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.



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