QUEDAN 19 DÍAS DE ESTANCIA
EN EL PORTAL DE LA CONSEJERA ARAGONESADE EDUCACIÓN
Me he despertado a las 3,38 horas de la madrugada. No
he reconocido el lugar y me he sobresaltado.
Freud apaga su cigarro puro en un
elegante cenicero de alabastro. A mi izquierda, sujeto a la pared con una
escarpia dorada, un pequeño cuadro enmarcado, donde está escrito: “Sich-vorweg-sein”
(ábrase si quiere saberse su significado:
está en mi web) igualito que el que tengo en el pasillo de mi casa. Adler masca chicle con cara impasible; tiene
los brazos cruzados, sus piernas extendidas hacia adelante, con un pie encima
del otro. Jung pinta dibujos extraños en una libreta. Me atrevo a mirarlos cada
vez con mayor descaro, pero ellos siguen a lo suyo.
Desde hace unos días ando
un poco preocupado – me pongo a hablar sin ton ni son. El 30 de abril se acaba mi estancia en el portal de la
vivienda de la Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del
Gobierno de Aragón (Spanien). Hasta ahora me he
estado llamando “perroflauta motorizado”, pero no sé si debo y tengo derecho a
seguir haciéndolo: “motorizado”, sí, por razones obvias, pero “perroflauta”… no
quisiera que se mosquearan los
auténticos perroflautas, que son los que tienen el copyright.
Silencio en la sala. Transcurre una eternidad.
Llega Freud. Hemos estado
hablando –dice- Jung, Adler y yo sobre el asunto que planteas. Tenemos una
cuestión que se nos ha atragantado: ¿a quién se le ha ocurrido ponerte
semejante nombre? A mi querido padrino,
Fernando, médico y amigo de DMD, respondo. Pues
en tal caso, apostilla Freud, que sea ese padrino tuyo quien resuelva el enigma.
Freud se va. Se acerca Jung.
“¿Qué tal vas?”, me pregunta.
Me ofrece un cigarrillo. “¿Fumas?”. “Sí, gracias”, le digo y le
miento. “¿Podemos tratarnos de tú?”, me atrevo a proponer. “Por
supuesto”. “De los tres, tú eres el menos conocido y a la vez el más incomprendido”, le digo. “Me da igual”, aclara, y me
pregunta: “¿Te importa que repasemos juntos el sueño del hospital?”. “Yo no he
contado todavía a nadie ese sueño”, exclamo extrañado. “Claro que sí”, me rebate, “nos lo has
contado en estado de hipnosis”. “Entonces ya lo conoces, me refiero al sueño...”, trato de
escaparme. “Es necesario”, insiste, “yo haré las preguntas, así será más cómodo
para ti, ¿de acuerdo?”. “Estoy muy cansado. No puedo más...”. “Como quieras”, accede Jung. “Descansa un
rato”,
añade. “¿Eso es todo?”, le pregunto. “Por el momento, sí”, responde. “¿Cuándo
volveréis?”. “No volveremos más. Freud y Adler me han encargado que les despida de
su parte. Tienen mucho trabajo pendiente”. "¿Estoy curado?”. ”No, no...”. “¿Entonces?”. “Hemos
acabado el diagnóstico clínico”. “¿Es grave mi caso?”. “Como tantos otros...”. “Cuál es mi
dolencia?” ”¿Para qué quieres saberlo; lo importante es que te cures pronto y que
te sientas bien”. “Ya, pero me gustaría saber qué
me pasa...”. “De acuerdo. Allá tú. En realidad, se trata de un mal algo complicado
de diagnosticar con exactitud y de difícil cura”. “¿Cuál es su nombre?”. “Ergotismo. Eres
un ergotista”. “¿Y qué es eso?”. “Míralo en el Diccionario. Te podrás hacer una
idea....“ “¿Y qué hago?”. “Nada... O especializarte en el inconsciente
colectivo. A mí me va bien...”. “¿Servirá de algo?”. “Nein. Auf wiedersehen”. “Adiós, Carlos
Gustavo...”. “Adiós, Antonio, y saludos a tu padrino”.
Miro en el Diccionario de la RAE:
ERGOTISMO. m. Med.
Conjunto de síntomas producidos por el abuso del cornezuelo del centeno, o por
la ingestión de pan de centeno atizonado.
(?)
ERGOTISMO. M.
Sistema de los ergotistas.
(?)
ERGOTISTA. Adj.
Que ergotiza. Apl. a pers., ú, t.c.s.
(?)
ERGOTIZAR. Tr. Abusar
del sistema de argumentación silogística.
(¿¿¿¿¿¡¡¡!!!!!??????)
Miro el reloj. Las 9,22
de la mañana. Es domingo. Tomo un café, me ducho, desayuno y me visto. Algo así
como el veni, vidi, vici de César.
Soy todo oídos, padrino.
No hay que descartar que
esta canción, interpretada actualmente por Elbow, fuese cantada a capela por
Freud, Jung y Adler, la Triada del Inconsciente.
Hasta mañana
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