Tal día como hoy, 25 de abril de
1974, aconteció la Revolución de Los Claveles, que acabó con el régimen
dictatorial salazarista e introdujo la democracia en Portugal. Sin violencia,
los profesionales de la violencia institucional militar del Estado devolvieron
al pueblo la libertad de la que estaba privado de pleno desde 1932.
El dictador Salazar murió en la cama
de un hospital en 1970, siendo el protagonista de una comedia tan bufa como su
mandato: dos años antes había sufrido un accidente que le incapacitó para
seguir des-gobernando. Es sustituido por Marcelo Catenao, pero nadie dice nada
a Salazar, que continuó creyendo hasta su muerte que seguía siendo Primer
Ministro de Portugal.
Franco también muere en la cama
de un hospital y su régimen es continuado oficialmente entre himnos de loor al
dictador y lágrimas d cocodrilo por su ausencia.
Los portugueses disfrutan de la
democratización del país, la independencia de las colonias y la finalización de
una sangrienta y absurda guerra colonial. En eso consiste su transición a la
democracia. Los españoles estamos padeciendo desde 1975 una transición
chapucera, torticera y endógena hacia una democracia que ahora está
desembocando en un Estado de corrupción y de mentira sistemática.
Kissinger dijo “No
me gustan los políticos corruptos, hacen quedar mal al 10% restante”. Y no hay
que olvidar el Principio de Peter: “En una jerarquía, todo empleado
tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse”,
cuyos corolarios son dos: a) Con el
tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente
para desempeñar sus obligaciones. b) el trabajo es realizado por aquellos
empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia".
Con un poco de suerte -o con
mucha- Rajoy, Rudi, Cospedal, etc. acabarán en la cama sus días como
mandatarios y al día siguiente se levantarán tan frescos, creyéndose igualmente
merecedores de las palabras que Franco dirigió a Salazar en 1958: “El hombre de Estado más completo, el
más digno de respeto que he conocido es Salazar. Lo considero una personalidad
extraordinaria por su inteligencia, su sentido político, su humanidad... Su
único defecto es probablemente la modestia”.
La Consejera de Educación,
Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, María de los Dolores
Serrat Moré, acabará también su mandato en su casa de la zaragozana calle
Alfonso I, habiendo dejado a su paso decenas de miles de cadáveres
educacionales en la cuneta. Hoy le deseo que algún día, no muy lejano, se muera
de un choque séptico causado por toda la gangrena abierta que ha dejado en
Aragón y también de la inmensa vergüenza que le producirá la lectura de algún
libro de texto de Historia de Aragón cuando aborde sus chapuzas y baladronadas.
Escribo en su lápida política: “Dolores Peter Serrat Salazar Moré Bahamonde. Tanta
paz y felicidad lleve como paz y felicidad deja”.
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