Esta mañana, al
subir al autobús nº 34 que cada mañana me lleva a las inmediaciones del portal
de la Consejera aragonesa de Educación, el conductor del bus ha salido de la
cabina y se ha ofrecido a marcar el viaje con mi tarjeta. Al volver, además de
darle las gracias, le he comunicado con antelación dónde era mi final de
trayecto para bajar la rampa. Antes de volver a su asiento en la cabina, me ha
entregado una hoja de papel, escrita por
ambas caras. Enseguida he descubierto con no poca sorpresa que era obra de mi
padrino, Fernando, como respuesta a la cuestión que ayer planteé a Freud, Adler
y Jung, y que ellos, a su vez, remitieron a mi padrino, como
relaté en el Diario del perroflauta 477, de ayer. ¡Gracias, Fernando, padrino mío!
Ahijado
querido:
Hace
tiempo que vengo previniéndote acerca de ciertos consumos que bien podrían
estar relacionados con las apariciones que frecuentan diversas estancias de tu
domicilio; preferentemente la cocina donde, además, suelen consumir sin recato
algunos bienes alimentarios que, sin duda, no te sobran. Francamente, Antonio,
nunca pensé que llegarías a incluir el cornezuelo del centeno entre tus hábitos
farmacológicos. Recibo esta noticia con honda preocupación por tu ya castigada
psique.
Por
todo ello, supe recientemente con alivio de la aparición de Catherine y sus
atentas caricias. Francamente, empezaba a preocuparme tanto sesudo y
generalmente barbado, sabio, filósofo, literato y demás gentes de mal vivir;
muertas por añadidura. Sin que sea especial santo de mi devoción, debo admitir
que la de Catherine marca un antes y un después en el historial de apariciones.
Pensando en ello he llegado a la provisional conclusión de que su presencia (la
de Catherine), de no estar relacionada con el ergotismo, pueda ser una
encarnación de los tiempos de cambio que se te avecinan. El contador negativo
(¿descontador?) de días te acerca al momento en que, inevitablemente y a
consecuencia de una sabia decisión, retirarás tu campamento del portal de la
consejera (en trámite de ex-consejera). Sin duda, a sabiendas de que eres un
hombre previsor y anticipatorio, te debatirás entre las múltiples oportunidades
que se te presentan para poder ocupar tus mañanas una vez levantado el
campamento. En este aspecto no puedo ayudarte eficazmente, más que nada porque
seguramente tendrás ya decidida alguna actividad perroflautística de la que no
vas a apearte por más que tus amigos -incluido tu padrino querido- te lo
desaconsejemos. ¡Tú mismo!
Y
dicho lo anterior, no puedo seguir evitando entrar en la cuestión fundamental
que me planteas por intermediación de esos tres últimos sesudos varones (soy
consciente de tu pretensión de plantearlo justo al revés: ellos te mandan a mí
en busca de respuesta, pero nos conocemos desde hace tiempo y no cuela. Si
ellos tres hubieran querido dirigirse a mí podrían haberlo hecho directamente
sin tu intermediación, que tampoco estoy libre de consumos). Tal cuestión
fundamental es si, una vez retirado del portal, podrás seguir denominándote
"perroflauta motorizado", apelativo que, como reiteradamente has hecho
público es responsabilidad mía.
Tras
considerar detenidamente la cuestión desde el principio, es decir, desde el
propio significado del sustantivo perroflauta, debo confesar mi total
desconcierto. El diccionario de la RAE no tiene previsto incluir esa entrada
hasta mediados del siglo XXVII y me temo que para entonces a ninguno de los dos
nos importará una higa el significado. La Wikipedia no aporta un texto
concluyente y la Frikipedia le atribuye unas características que me constan no
aplicables a tu caso pues insisten reiteradamente en el carácter guarruno que
requiere el apelativo. Tú eres feo pero no guarro. Puede que mi criterio de
belleza no esté garantizado pero mi olfato es proverbial entre mis conocidos.
Cuando
estaba a punto de plantearme la terrible pregunta metafísica de "¿por qué
demonios se me ocurriría ponerle ese nombre?" la Wikipedia en la sección
fotos vino en mi salvación: innumerables fotos tuyas acompañado de divers@s
perroflautas de tracción animal atestiguan tu pleno merecimiento del apelativo.
Nada importa tu propensión a la higiene, ni la ausencia de trenzas o perro, es
intrascendente incluso el hecho de que nunca hayas sabido tocar la flauta, ni
dulce ni salada. Si hay un perroflauta motorizado que se merezca tal título,
ese eres tú, Antonio, al menos a juicio de este tu padrino querido. Puedes
comunicarlo no sólo a tus tres psicoanalizadores sino a todo el universo mundo.
Permaneceré
atento a tus nuevas andanzas cuando el descontador marque el cero.
Un abrazo fraternal y admirativo
++++++++++++
(Dado que Fernando, mi
padrino, es médico especialista en Aparato Digestivo, me he quedado pensando,
aún en el autobús, si estos sabios consejos son también una prescripción médica
a modo de receta).
La mañana, calentita y
plácida.
Mañana, 14 de abril, será estupendo
verte, si puedes, portando algún símbolo o prenda con los colores republicanos.
Jethro Tull
canta a lomos de caballo una melodía acompañándose de su proverbial flauta.
Hasta mañana
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