miércoles, 15 de abril de 2015

Diario de un perroflauta motorizado, 480



No he podido dormir bien esta noche pasada, todo debido a la emoción. Parece increíble, pero estaba viendo tan tranquilamente en la tele el Atlético-Real Madrid cuando vi sentada en mi sillón, a mi lado, a Demi Moore. Empezó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida.



- ¿Qué tal te fue ayer, Día de República? – me preguntó Demi Moore, recostada en el sillón que para mi sorpresa estaba tapizado con una panorámica general del desembarco de Normandía. De maravilla, gracias, contesté, algo cortado. ¿Quieres beber algo? - Ginebra, contesto haciéndome el machote.- ¿Con hielo? - A palo seco. Me gusta más... –insisto en adoptar la pose falsaria de hombre metrosexual.

¿Demetria...? – le preguntó tras apurar mi primera copa de ginebra.
- Sí, querido. Demetria Gene Guynes. Es mi verdadero nombre, anterior a mi carrera cinematográfica... Pero llámame como quieras, cariño, vida mía.

Como es natural, yo no acababa de creerme mi buena estrella de ayer por la noche: estaba con Demi Moore y me estaba llamando “cariño” y “vida mía”....

- ¿Un cigarrillo, Tony? – pregunta Demi Moore, ofreciéndome abierta su cajetilla dorada.
- No, gracias, tengo las coronarias hechas polvo, Demi. No quiero estropearte la noche teniendo que llamar a urgencias o a la funeraria.
- Venga, anímate, es pronto. Son las tres y veinte de la tarde...
- En Idaho, sí, pero en Zaragoza, no...
- No te entiendo, Tony.
- Déjalo, Demi, no tiene importancia.
- Tienes aire de cansado...
- Es que llevo unas cuantas noches sin pegar ojo...
- Vaya... ¡Cuánto tiempo sin vernos, Tony!
- Sí, Demi, toda la vida...
- No me gusta que me llamen Demi, Tony. O Demetria o Dorotea, que es un nombre muy, muy, pero que muy romántico  (y puso sus labios en forma de corazón...).
- Pues yo te voy a llamar Mar.  Siempre me ha gustado el nombre de Mar…
- Como quieras, Tony. Ya sabes,  soy toda tuya. Haz con tu Mar lo que desees…

Yo no entendía nada. Según las películas yanquis el chico y la chica no suelen ser tan directos, a no ser que sean unos casquivanos, pero en tal caso no pueden ser los protagonistas, que casi siempre son en el fondo muy decentes. El chico y la chica quedan para luego (“a las siete paso a buscarte...”)  y se van cada cual a lo suyo;  después, según lo convenido, él pasa a recogerla en un coche superlargo, de color rojo carmesí o blanco impoluto, en este punto no existe acuerdo total, cenan en un restaurante con muchas velas, incluso en algunas películas un zíngaro toca el violín, ella con vestido de noche rosa o azul celeste y escote de mírame y no me toques (al menos de momento...); él, de rigurosa etiqueta y mucha gomina. Finalmente, aparece una cama con las sábanas revueltas. No, antes, al entrar en el apartamento del chico, éste va y dice: “¿Con agua o con hielo”, y la chica le comunica sus preferencias, y toman un sorbo de güisqui, solo un sorbo, porque enseguida él se pone a besar el cuello y las amígdalas de la chica, y ya lo demás no siempre se ve, aunque es de imaginar. Él se va animando y animando, quiere hacerlo allí mismo,  pero ella dice “aquí no”, y les entra una calentura de mucho cuidado. Ahora sí aparece la escena de la cama y las sábanas revueltas. El muchachote rubio y fornido pregunta: “¿qué tal?”, y explicita más la pregunta: “¿Qué calificación merezco como follador?”, no lo dice así exactamente, pero a buen entendedor pocas palabras, y ella cierra los ojos, le besa y miente: “oh, querido, ha sido maravilloso”. “Vamos ahora mismo al juez y que nos case”, propone el chico, que ahora mastica chicle. Entonces a la chica se le alegran los ojillos y repite la cantinela “oh, querido”. Y vuelven a besarse. Y termina la historia. The End…

Acabó el partido, Demi Moore ya no estaba sentada a mi lado en el sillón donde ya tampoco había panorámica alguna del Desembarco de Normandía. Tras cerciorarme de que había tomado todas las pastillas y comprimidos de la noche, me fui a la cama, e intenté durante unos minutos escuchar el programa deportivo El Larguero, pero la imagen, el aroma, la apasionada entrega de Demi Moore se habían apoderado por completo de mí. Me había dejado sobre la almohada un papel escrito por ella misma, sorprendentemente en perfecto castellano. Dice así:

“El 30 de abril se acaba grupal o socialmente la estancia en el portal de la Consejera aragonesa de Educación. Sin embargo, te queda pendiente tu despedida personal. ¿De qué modo vas a irte de allí definitivamente? A Sharon Stone se le han ocurrido algunas ideas. ¿Quieres que te la presente?”


Mañana nublada, pero llena en el portal de la Consejera de personas ilustres e ilustradas. Destacan, entre ellas, María y Federico, camaradas venidos de la Galia, concretamente, Cahors.




Ahora escucho una y otra vez “Louie Louie” cantada por Demi Moore en la película de Emilio Estévez “Bobby”


Hasta mañana

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