Me lo contó una mañana un
compañero de filosofía en el IES “Félix de Azara”, de nombre Ricardo. Joven,
rockero, muy inteligente, buen profesor y buen amigo: “los que no mueren se encontrarán
caminando por el desierto”, y se me quedó grabado para siempre.
Ricardo, además de ser personalmente suyo, había conocido años antes a
Ras, un médico sudanés con vocación de bohemio, políglota y buen conocedor del
mundo, que acabó en Barcelona. Ricardo perdió su pista, pero un día se encontró
su cara cansada en la nueva Escocia. Ricardo mismo escribió ese encuentro para mi web.
Esto es lo que escribió:
‘Un cafe late’, dijo
mientras trataba de sonreír. Me volví, ordené los elementos del ritual y al
tomar aquellas libras gastadas su mano me agarró con fuerza y cruzamos la
mirada, como el choque de dos ángeles en el cielo de Bangkok.
- ¿Qué haces aquí,
maldito bastardo? ¿Cómo ha parado tu vida, Ras, en este frio lugar?
- Mi vida terminó
hace tiempo, ya no me llamo Ras.
Aquello no tenía
sentido, el sudanés estaba frente a mí y jamás debería haber estado. La
tragedia comenzó con un viaje de Ras, la vuelta a su tribu. Aquella tribu de la
que fue raptado por la inteligencia comunista de la época de la guerra fría.
Volvió y no tardaron en robarle todo su dinero. Era una gran suma, era todo su
dinero. Pasó meses en la cárcel y una extraña organización le había conseguido
un lugar en el mundo. Le sacaron de allá, le dieron otro nombre y en seis meses
iba a recibir un nuevo pasaporte; una nueva piel para la vieja ceremonia.
Y allí mismo metió su
dedo en la vieja taza de café y sujetando mi cuello con fuerza, dijo: "Ricardo, mi viejo amigo, la vida es una cuestión
de probabilidades, pero no olvides nunca esto: LOS QUE NO MUEREN SE ENCONTRARÁN
CAMINANDO POR EL DESIERTO".
Así empezó mi viaje,
así tomé fuerzas, así lo abandoné todo”.
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Hoy 1 de abril de 2015, tras pasar dos años de mi vida en el portal de la
vivienda de la Consejera aragonesa de Educación, soportando a menudo los
rigores de muchos desiertos, he tenido el honor y la alegría de encontrarme
caminando por esos desiertos con grandes y buenas personas, decenas,
centenares, millones de personas. Ese portal, esos desiertos, esas personas son
los que no me han dejado morir, pues nos hemos ido sosteniendo mutuamente en la
esperanza y en la vida.
Hoy, aparte de los habituales, Marisol, Carlos, Víctor, Joaquín y el
perroflauta motorizado he tenido la gran alegría de volver a ver a Nerea, cada
vez más puesta e impuesta en sus tareas de periodismo en Londres
y a Pilar, tan mágica como siempre, tras tantos años y en tantos sitios,
a la que sigo queriendo como el primer día y que me ha prometido, si le es
posible, presentarme estos días a su marido y a sus dos hijos.
Para los despistados: desde
mañana, 2 de abril, hasta el 6 de abril (lunes), exclusive, no estaremos en el
portal de la Consejera de Educación.
Cantemos
y bailemos hoy con Bonnie Tyler
hasta
pronto
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