Ante Mas,
quizá también por Mas, dice Felipe VI que hay que cumplir la ley como garante
de la legitimidad de las instituciones. Cataluña preocupa y Rajoy intenta
minimizar los conatos programáticos de independentismo, Morenés no descarta ocupar
militarmente su territorio y otras fuerzas políticas ejercitan su destreza como
volatineros proclamando, según momentos y lugares, su ineluctable amor a la unidad
de España y su adscripción al derecho a decidir de los pueblos.
La cosa es
que resulta difícil, diría yo que imposible, acabar siendo un territorio independiente de otros o sabiendo al menos si
la mayor parte de los habitantes de ese territorio quieren cantar Els Segadors o
el Virgencita, que me quede como estoy. Felipe VI, repito, aboga por el
cumplimiento de la ley y no hay ley que permita el menor asomo de
independentismo real y concreto. Aparecen así para avalar los sentimientos
españolistas, además de las Acorazadas militares de Morenés y las Acorazadas
Mediáticas hispanovisigóticas, la Constitución, el derecho de TODOS los
españoles a decidir sobre la independencia o no de alguno de sus hasta ahora
territorios integrantes y sobre todo (la madre de todos los argumentos) que el
Barça no podría jugar más contra el Real Madrid.
Cataluña
lleva siglos reivindicando su identidad y su deseo de independencia, pero ahora
el Gobierno de Rajoy pretende relegarlos al rincón de las ocurrencias. Por si
fuera poco, quedan pocos meses para las elecciones generales de ¿noviembre? por
lo que una sola sonrisa a la Cataluña independentista puede constituir una
sangría de votos no obtenidos o perdidos para el resto de los grupos políticos.
Mas y cía piden que las votaciones de septiembre en Cataluña sean al menos una
forma de saber si y cuántos catalanes quieren la independencia, pero el pesado
brazo de la ley dice que eso es un plebiscito, que la Constitución tampoco
permite esas veleidades, que Morenés puede mandar a sus blindados, que la
vicepresidenta Soraya dice que no, que no y que no, y también que menos hablar
de esteladas y más crear empleo, como hace magistralmente el mago De Guindos y
su aprendiz de brujo Montoro.
La Virgen
del Pilar dice que no quiere ser francesa y la Virgen de Covadonga intenta por
todos los medios persuadir a mi amigo Jordi, natural de Manresa, de que no tiene
la menor posibilidad de desear y reivindicar ser catalán, y no español, en un país llamado
Catalunya, limítrofe con España, amigo de España, pero que no es España. La
Virgen de Montserrat, a su vez, sabe muy bien que en la corte celestial todas
las vírgenes son iguales, pero unas vírgenes son más iguales que otras.
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