1 de julio, miércoles, entrada en vigor
de la denominada Ley Mordaza. Pongámonos en lo mejor. Los pararrayos están
hechos para recibir rayos. Los lapiceros, no. Pongámonos a partir de hoy en que
somos lapiceros. Al parecer, además del articulado material, me han dicho
algunos letrados que depende de la interpretación del juez o la jueza de turno.
En definitiva, un imponderable. Lo único cierto es que continuaré haciendo y
dejando de hacer a partir de hoy lo mismo que he venido haciendo hasta ahora,
con Ley o sin Ley Mordaza.
La realidad, sin embargo, ha sido
gloriosa. Tras una hora -¡gloriosa!- de soledad en Puerta Cinegia, durante la
que he pensado y sentido mucho y bien, han ido llegando coches de la policía local
y nacional, aparcados a una decena de metros. He repasado velozmente qué había
hecho o dejado de hacer (he cantado cuatro veces a las doce del mediodía –solo,
eso sí…- el Canto a la Libertad) finalmente he visto aparecer un grupo de
personas de Stop Desahucios, que han acabado a las puertas de un banco cercano.
Pasados unos quince minutos, se han acercado hasta Puerta Cinegia. Conozco a
much@s de ell@s, buenas personas, generosas y luchadoras, y allí hemos estado hablando,
cantando y fotografiándonos. Ha sido una gran alegría y un honor para mí.
A renglón seguido ha llegado Julio,
cantautor, músico en la calle, además de una persona peruana culta, buena y de
buen corazón. Mañana comeremos juntos.
(Esto se va pareciendo poco a los del
palo y las flores que van cantado el Alabaré… ejem…).
Continuemos el camino hacia el mismo
horizonte. Junt@s. Sin variar el rumbo. Sin vacilar. Tal como éramos.
Continuemos siendo y caminando.
hasta mañana
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