El primer
ministro del Gobierno federal belga, Charles Michel, confirmó el viernes que
Bélgica mandará aviones F-16 para bombardear ISIS (como si ISIS fyese un pueblo
o una zona, en lugar de personas entre personas civiles inocentes. Ojo por ojo.
Muertos por muertos. Bombas por bombas. Eso es, al parecer, todo lo que han
llegado a aprender nuestros paisanos belgas.
Estados
Unidos anunciaba el jueves que ha matado al supuesto número dos de ISIS, Abd al
Rahman Mustafa al Qaduli, “durante un ataque en Siria”. Las distintas versiones
han hablado de “bombardeo”, de “fuerzas especiales”. Me temo que se trata, una
vez más, del consabido dron guiado desde un despacho subterráneo en Arkansas.
Tras Irak, Afganistán, etc. ya conocemos que ha llegado a aprender Estados
Unidos desde el 11-S.
Continúan
en Bélgica y Francia las detenciones de “terroristas”, que ahora aparecen como
hongos. “Terrorismo”, “terroristas”, “atentados terroristas”, “bombas
terroristas”, “redada antiterrorista”… Ya no sorprende contemplar el
enésimo bombardeo propagandístico del
poder, también del mediático. Ayer escuché (en silencio, impropio de mí, pero
por cansancio y agotamiento) una conversación sobre el asunto en una Farmacia:
desolación, devastación de las mentes, aflicción en mi interior. “Crítica de la
Razón Pura”, “… de la Razón Práctica”, resonaba en mis oídos. Kant me daba
palmaditas en la espalda.
Hay
terrorismo en ambas partes. Hay víctimas en ambos lados. El fanatismo crece en
el mundo.
El martes
tendré el privilegio de estar en la Sala Mozart del Auditorio deleitándome con
el Requiem de Mozart y el Carmina Burana de Carl Orff.
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