jueves, 28 de febrero de 2013
Basta Ya Desahucios
Concentración en oficina de CAI/Caja3 en San Jose para que paralicen la subasta del piso de Lidia, además de pedir la dación en pago y alquiler social.
miércoles, 27 de febrero de 2013
Hablemos de la escuela, a secas
PUBLICADO HOY EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Existe el riesgo de que las justas
reivindicaciones de una escuela pública, laica y de calidad, tan agredida y
zarandeada por los Gobiernos del PP en Aragón y España y por el ministro Wert y la Consejera Serrat, dejen en segundo término lo que
realmente es la piedra angular de la educación: la escuela misma.
Llevo observando que la escuela pública
está siendo asfixiada por la visión miope y liliputiense que pretende reducirla
a unos edificios donde acuden niños, muchachos y jóvenes de extracción social
media y baja y donde se van formando con estricta uniformidad sus mentes, sus
miras y sus expectativas profesionales. Al aumentar ratios y reducir
presupuestos, becas y ayudas a las familias con menor capacidad económica, la
formación de directivos, élites y profesionales de orden superior queda sujeta
a una red de enseñanza de carácter concertado y privado, en perjuicio del
principio de la igualdad intrínseca y la igualdad de oportunidades de todos y
cada uno de los ciudadanos ante la ley y ante su propio destino. Así las cosas,
no hay que ahorrar tiempo y esfuerzos para la defensa de lo público y la
reivindicación del derecho universal a la educación, recogido en el artículo 27
de la Constitución de 1978, cuyo objeto es “el pleno desarrollo de la
personalidad en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los
derechos y libertades fundamentales”.
Por ello mismo, observo que parece
hablarse ahora menos de lo sustantivo (escuela) al subrayarse otros aspectos
adjetivos (laico, público, universal…), imprescindibles, pero que en ningún
caso deberían llevar a segundo término la vida misma real de y en la escuela,
sobre la que menudean solo los “discursos de adultos” y donde no tienen ni voz
ni voto sus verdaderos protagonistas: el alumnado.
Debería preocuparnos constatar que en
buena parte de las aulas y las horas lectivas reina el aburrimiento: el
alumnado se aburre, no se ve concernido en lo que se enseña y el lunes sigue
siendo una mala noticia para el alumnado (quizá también para una considerable
parte del profesorado), pues hay que volver a la escuela. Hace unos meses, se
me invitó a dar una charla sobre educación y propuse como tema “¿por qué las
clases suelen ser tan aburridas?”, con gran regocijo por parte de la gente
joven de la asociación. El resultado fue que aquella invitación sigue
dormitando en el baúl de las invitaciones nonatas. El adulto tiene miedo de que
la gente joven diga que se aburre básicamente en la escuela, a lo que solo
saben contestar apelando al deber y al día de mañana.
El alumnado va a la escuela ni interesado
ni dispuesto a engullir obedientemente lo que le vayan echando cada hora de las
seis horas lectivas diarias durante los diez meses de cada curso escolar. Por
ello mismo, la tarea primordial de la escuela debe ser encauzar y alimentar la
curiosidad y la vitalidad de un niño para que ingrese en la dinámica del
preguntarse y del descubrir posibles soluciones. Por ello mismo, la escuela
nunca debería ser una descomunal fábrica de respuestas prefabricadas que cada
alumno debe engullir de acuerdo con unos programas, etapas y asignaturas, pues
el primer axioma en el mundo escolar debería ser que lo fundamental es el
preguntarse mismo: sin pregunta previa, la respuesta prefabricada carece de sentido.
Es por eso que olvidamos casi todo lo que hemos tenido que soltar en un examen
y apenas recordamos unas briznas de las toneladas de respuestas prefabricadas
que hemos aprendido en la escuela durante tantos años, pues aprobar un examen o
promocionar de curso no es propiamente aprender. Pero al adulto no le interesa
mirar sin filtros esta cuestión, en la que es la escuela misma la que acaba
estando cuestionada.
A medida que el niño crece, suele
gustarle menos ir a la escuela, que con los años queda asociada a un lugar de
displacer y tedio (salvo los amigos y los tiempos de recreo), en lugar de
disfrute. Mientras aprender no tienda a ser un proceso donde cada persona, de
cualquier edad, experimenta con agrado que el mundo se abre ante sí y cada persona va formando y configurando su
mundo y su personalidad, según su propio ritmo y sus intereses, que no tienen
por qué coincidir de pleno con los del resto, la escuela seguirá siendo en
parte un desatino: no atina en modelar su identidad y sus auténticos objetivos.
En el exitoso programa de Évole “Salvados” quedó claro que la
diferencia entre Finlandia y España no radica propiamente en los resultados
señalados en los Informes Pisa, sino primordialmente en la voluntad efectiva de todo un país y una
sociedad para que sus generaciones jóvenes tengan una educación integral y de
calidad, basada en la inquietud por saber, el autoconocimiento, la autonomía,
la responsabilidad y el talante positivamente crítico ante la vida y el mundo.
domingo, 24 de febrero de 2013
¡Qué asco!
Mientras
miles de ciudadanas y ciudadanos desafiaban un frío glaciar y en mi ciudad
soplaban vientos cercanos a los 100 km/hora, el portavoz de la Comunidad de
Madrid, Salvador Victoria, del PP, parecía haber ingerido alguna sustancia
tóxica poco recomendable al comparar a los manifestantes de ayer con los
golpistas del 23 de febrero de 1981, Tejero, Milans del Bosch y varios
generales, notarios y personas biempensantes más a la cabeza, que 32 años antes habían perpetrado
un golpe de Estado fallido y tomado a la fuerza el Congreso de los Diputados.
Leí
ayer la noticia y sentí asco, literal y materialmente asco, al conocer que el
número 2 del PP en Madrid había disparado sendos y secos tuis en la nuca de
cada manifestante en cada una de las localidades de España donde había habido
manifestación. Hace 32 años sacaron tanques, amenazaron con cetmes a los
parlamentarios e idearon regresar a un régimen dictatorial como el de su
añorado Franco, mientras políticos, sindicalistas y militantes de izquierdas
escondían o quemaban documentación y se preparaban mentalmente para lo peor.
Ayer miles de ciudadanos sacaron a las calles de sus ciudad pancartas que
denunciaban agresiones institucionales, recortes y desahucios y reivindicaban
derechos y libertades, pero Salvador Victoria los equipara (¡puaj, qué asco!) a
los militares, guardias civiles, esbirros y secuaces de Fuerza Nueva y
nostálgicos fascistas en general, de los que provienen algunas de las raíces
más identitarias del partido de la gaviota.
"Necesitamos
democracia, no que hoy, como hace 32 años, los enemigos de las libertades tomen
el Congreso y las calles", tuiteó el consejero de Presidencia y Justicia
del Gobierno autónomo madrileño. Sus correligionarios del PP (sí, está bien
dicho: correligionarios: la derecha cada es más parecida a una secta religiosa)
se han negado a condenar el sangriento golpe de Estado de Franco, la cruenta
guerra civil y los impunes asesinatos de la posguerra del PP perpetrados solo
por defender el poder legítimo de la República y mantener incólume su
coherencia. Han torpedeado la Memoria Histórica, han linchado al juez que
investigaba los crímenes franquistas y la corrupción del Partido Popular,
invocando filisteamente el espíritu de la transición y la reconciliación
nacional. Asco, sí, dan asco, náusea, indignación que sacude hasta la última
circunvolución de los intestinos.
Para
Salvador Victoria, la manifestación del 23 es una “marea
antisistema y antidemocrática”, “un tsunami contra las libertades y la
democracia parlamentaria”. En su inconsciencia, no se ha parado a pensar que el
verdadero tsunami lo han provocado los poderes económicos y financieros de su
país y del mundo. Ahíto de tópicos de la derechona mediática (¡qué asco!),
quizá no le preocupe concluir que si esa es su democracia y ese es su sistema,
me declaro abiertamente antisistema y antidemócrata. Si Victoria afirma que su
sistema garantiza “las libertades de todos” y si la realidad muestra que esas
libertades están, de hecho, ninguneadas o machacadas, basta aplicar el simple
argumento lógico del “Modus Tollens”
para poder concluir que el presunto sistema defendido por Victoria y los suyos
no es un sistema ni una democracia ni nada que se le parezca.
Últimamente
la derecha gaviótica y sus congéneres se escudan en la legitimidad que dan las
urnas para defender lo indefendible y aferrarse a un poder que lesiona los
derechos fundamentales del pueblo. Las
urnas legitiman que el PP y su presidente Rajoy incumplan y contradigan las
promesas electorales que hicieron hace un año, justificándolo en las aguas
movedizas del “cumplimiento del deber”. Las urnas supuestamente legitiman
también no dar explicaciones sobre una posible contabilidad B de su partido,
sueldos complementarios opacos para los altos cargos del partido, sustanciosas
donaciones sin fondo y sin rostro o la existencia de un tesorero del partido
que, cual volatinero sobre la cuerda de la picaresca nacional y con sus
patillas de cuatrero, chantajea al partido que gobierna a España. ¿Acaso el
poder no procede del pueblo? ¿Es que no se percatan de que el propio Gobierno
está asfixiando al pueblo? ¿Cómo no ven que la vida ciudadana cada vez se
asemeja más a una arcada nacional?
Quisiera
contarle al señor Victoria quiénes han defendido verdaderamente la democracia
española. Son muchos, pero nombraré solo a unos cuantos, a los que tuve el
honor de conocer: el comunista, antisistema del sistema del señor Victoria,
Simón Sánchez Montero, luchador infatigable, tantas veces y durante tantos años
encarcelado, honesto y coherente hasta los tuétanos. Enrique y Javier, que
murieron asesinados en su despacho laboralista de Atocha, junto con tres
compañeros asesinados más y otros cuatro compañeros más, gravemente heridos.
Quisiera que Salvador Victoria pudiese quedarse, a pie de cama, en el hospital,
unos minutos de una larguísima noche con Dolores, con su cara destrozada por un
balazo y sin saber aún que Francisco, su pareja, estaba ya en la morgue. Eran
comunistas y de Comisiones Obreras, luchaban por un sistema que a ojos de
Victoria sería antisistema y por una democracia que a juicio de Victoria sería
antidemocrática. ¡Qué asco!
Los
golpistas del 23F de hace 32 años, los asesinos de mis compañeros de Atocha,
los carceleros de Simón, los asesinos de Yolanda González Martín (policías, guardias
civiles, militares, ministerio del Interior, Fuerza Nueva, ultraderechistas de
todo tipo y pelaje, en perfecta connivencia y mezcolanza) nunca fueron
considerados antisistema y antidemócratas.
Por eso siento tanto asco esta mañana del 24 de febrero de 2013. Por eso
siento tan vivamente el asco que llena el ánimo de millones de españoles y
españolas, víctimas de una estafa mundial y un golpe de estado financiero para
beneficio exclusivo de los amantes y defensores del sistema y de la democracia
de Salvador Victoria. ¡Qué asco!
sábado, 23 de febrero de 2013
jueves, 21 de febrero de 2013
Denuncia y reivindicación colectivas en plaza de España
Hoy, jueves, 21 de febrero de 2013, nueve personas han
estado en la zaragozana plaza de España para mostrar sendos carteles mediante
los que se revindica el derecho a la vivienda, al trabajo, a la salud y a la
educación, se denuncia la estafa financiera a la que el pueblo está siendo
sometido y los recortes sociales y económicos, así como se exige la auditoría a
los responsables de la crisis o un Estado laico.
El próximo jueves, a partir de las 11 de la mañana,
seguiremos allí.
Te esperamos con tu propio cartel y mensaje, si así lo
deseas, o te facilitamos otro, el que más te guste, de entre los que tenemos.
miércoles, 20 de febrero de 2013
¿Tan ciegos están nuestros parlamentarios?
Los parlamentarios españoles en el Congreso de los Diputados han estado hoy en el hemiciclo para presenciar el Debate sobre el Estado de la Nación. Miraban hacia el estrado de los oradores intervinientes, pero se equivocaban, pues deberían haberse levantado de sus escaños y mirar desde las ventanas del Congreso. Así hubiesen tenido noticia exacta del verdadero estado de la nación.¿Tan ciegos están?
POR QUÉ NO ME CREO EL PRESUNTO DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN
Llevo todo el día preguntándome
por qué me niego, de hecho, a escuchar o ver un solo segundo del presunto
Debate del estado de la nación. Me salen al paso raudas respuestas, todas ellas
sesudamente racionales, pero no me dejo engañar: en realidad y sobre todo, no
quiero saber nada de tal Debate porque no me creo una sola palabra de lo que
dicen, prometen o denuncian.
Hace muchos años, tuve ocasión
de observar muy de cerca una mesa de trileros en la madrileña calle Preciados.
Era una cuadrilla perfectamente engranada en la que cada uno cumplía un
determinado rol. El objetivo era engatusar a la posible víctima, que finalmente
se arrancaba a jugar, con aire de suficiencia, como si ya supiera cuál era el
cubilete exacto donde estaba la bolita. La cara que se le quedaba, al perder,
era patética, pero no se atrevía a protestar, porque unos supuestos curiosos
como él (en realidad, compinches del trilero oficial) daban toda la razón a
este, que supuestamente había jugado sin trampa ni cartón (¡todos lo habían
visto y daban fe de ello!). Hoy tengo esa misma sensación de aquella tarde
veraniega en el centro de Madrid.
Salvando las personas y el
talante personal de los parlamentarios (sería demasiado osado e injusto
generalizar de esa forma) no les creo, salvo a Izquierda Plural, con cuyos
postulados coincido en su mayor parte. Sus técnicas de persuasión están vacías
y fofas, y sobre sus cabezas sobrevuela la pregunta de por qué no han hecho lo
que ahora dicen si los grupos mayoritarios (PP y PSOE) y los grupos que se han
coaligado con ellos para avalar gobiernos y mayorías (PNV, CiU, CC, UPN y
otros) han tenido en sus manos llevarlo a cabo desde hace treinta años.
Empezaré a prestarles atención
cuando no solo hablen, sino comiencen a llevar a cabo una banca pública al
servicio de la ciudadanía y desde una perspectiva de economía social; un
salario mínimo interprofesional digno y suficiente, acorde con al menos la
media (1.000 euros) de los existentes en la UE; un impuesto de transacciones
financieras al servicio de y controlado por la ciudadanía y el pueblo; una
escuela laica y pública, donde no solo no se recorta presupuesto, sino que se
vuelcan en ella las expectativas y los valores de la ciudadanía: una sanidad
pública, universal, gratuita y de calidad; pensiones suficientes y dignas;
juicio y prisión para los empresarios, políticos y banqueros que defrauden
dinero o que lo blanqueen fraudulentamente; una fiscalidad en beneficio de
todos, en la que contribuyan cada ciudadano y cada empresa en justa consonancia
con lo que poseen y ganan; derogación del Concordato franquista de 1953 con la
iglesia católica y de los Acuerdos de 1979; espacios públicos, actos
institucionales y representantes políticos realmente aconfesionales; nacionalización de los sectores estratégicos
de la economía; etcétera…
martes, 19 de febrero de 2013
lunes, 18 de febrero de 2013
Reyes, judíos, moriscos, protestantes, gente ortodoxa y Beatriz Talegón
Hace unos años, cuando era coordinador de
Movimiento laico aragonés MHUEL, fui invitado a asistir a una tertulia matutina
de Aragón Televisión (“Sin Ir Más lejos”), pues desde la asociación habíamos
solicitado formalmente al Ayuntamiento zaragozano que cesara la emisión por
megafonía del cántico “Bendita y alabada sea”, reivindicando que los espacios
públicos deben ser laicos y aconfesionales, al margen de las creencias e
ideologías de ámbito privado, para así poder ejercer la ciudadanía su derecho a
la libertad de conciencia en plena
igualdad de condiciones.
El vídeo de aquella tertulia puede verse
en http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=1OMKsfTFoMg
Además de las esperadas reacciones en
contra de los contertulios (tocar en Aragón cualquier tema relacionado con la
virgen del Pilar es tabú), un señor me “invitó” al final del programa por
teléfono a no pasar por la plaza del Pilar ni aledaños, y otra señora me “invitó”
por su parte a irme de Aragón.
Al escuchar todo aquello, como un
relámpago me vino a la cabeza el recuerdo de unos reyes tan católicos, tan
católicos, tan católicos (catolicismo viene del griego katholou, que significa “universal”) que consideraron su deber
católico, mediante Decreto o Edicto de Granada, obligar a todos los judíos que
habitaban en sus reinos a convertirse al catolicismo o ser expulsados. Se daba
como plazo el 2 de agosto de 1492, fecha en que Colón zarpó para descubrir las
Indias. El redactor del borrador de aquel Decreto era Tomás de Torquemada,
inquisidor general en España.
En 1609, otro rey muy católico, Felipe
III, decretó la expulsión de los moriscos, descendientes de la población de
religión musulmana convertida al cristianismo. Años antes, el paradigma de
todas las virtudes hispanocatólicas,
Felipe II, preocupado por la posible difusión de las ideas protestantes en la España,
actuó con mano de santo cirujano: como botones de muestra, entre 1559 y 1562 se
celebraron tres autos de fe inquisitoriales en Andalucía, en los que fueron
quemados públicamente unas cuantas decenas de protestantes. En Valladolid, en
1559 se celebraron otros dos autos de fe similares en la plaza mayor,
asistiendo a uno de ellos el propio Felipe II en persona.
Si buscamos el común denominador de estas
pocas muestras de intolerancia fanática en la historia española, encontramos la
constante de que un colectivo de personas se cree con derecho de expulsar o
liquidar a otras personas por el hecho de pensar o actuar de forma diferente.
Pues bien, Beatriz Talegón,
secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, fue
expulsada el pasado 17 de febrero de la manifestación antidesahucios habida en
Madrid. Estaba acompañada del ex
ministro socialista de Justicia. J.F. López Aguilar, que quizá podría haberse quedado en su casa
en lugar de acudir a esa manifestación, pero cuya presencia también puede ser
interpretada como un signo de arrepentimiento de acciones y omisiones pasadas y
como un paso adelante en sentido opuesto. Talegón ejerció su derecho a
manifestar cívica y pacíficamente su impecable opción política y social
respecto del asunto de los desahucios.
A pesar de toda la
indignación reinante, a pesar de los suicidios, desahucios y tragedias
personales y familiares, ningún grupo de ciudadanos y ciudadanas tiene derecho
alguno a echar a nadie de una manifestación que no es suya ni de su propiedad. ¿O
más bien desahuciaron a Beatriz Talegón de la manifestación?
¿Corridas de toros? “De entrada, no”.
Con
el barullo habido por las hipotecas y los desahucios, el millón y medio de
firmas de la Iniciativa Legislativa Popular presentada por la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca (PAH), a última hora admitida a trámite en el
Congreso por la mayoría absoluta del
Partido Popular, pasó de puntillas la aprobación a trámite por el Congreso de otra
iniciativa parlamentaria para que “la fiesta de los toros” sea considerada Bien
de Interés Cultural (BIC).
Me
llamó especialmente la atención el discurso parafilosófico o pseudofilosófico
pronunciado por el portavoz de UPyD en el Congreso, el actor Toni Cantó, a
favor de la fiesta nacional (la fiesta de una de esas dos Españas que va
helando el corazón y que muta de adeptos y causas, según las semanas, los
crones o los eones).
Cantó
corrigió a los parlamentarios, conminándolos a no andarse por las ramas y
centrar debidamente el asunto: ¿Tienen todos los animales derechos o no los
tienen? La pregunta misma ya tenía trampa: olvidaba que quien está formulando
la cuestión es también animal (“racional” –lo describe- haciendo suya la
distinción escolástica entre animales racionales e “irracionales”). A partir de
tal omisión y bajo la luz refulgente de su “referente ético”, Fernando Savater,
cofundador junto a la madre fundadora, Rosa Díez, de la asociación ¡Basta Ya!,
de la que nace en 2007, cual brote verde esperanzador para muchos corazones
patrios, la Unión Progreso y Democracia (UPyD), Toni Cantó blande la espada
ajena y proclama que “los animales no tienen derechos, a la par que no tienen
obligaciones”, no son “sujetos éticos”, “al carecer de libre albedrío” y ser
“incapaces de discernir entre el bien y el mal”. Total, que, según Cantó y sus
fuentes inspiradoras, los que nos separa de “los animales” es “el tema de la
libertad” y la “capacidad de sufrimiento y percepción del dolor”, por lo que
los animales no son “nuestros iguales”. Por lo mismo, continúa Cantó, no
tenemos obligaciones morales con los animales, aunque el maltrato animal
“degrada nuestra humanidad”. Concluye Cantó que los toros y los animales no
tienen dos de nuestros derechos fundamentales: derecho a la libertad y derecho
a la vida. Me quedé preocupado, tras escuchar atentamente la intervención de
Cantó en el pleno del Congreso, pues no dejaba de preguntarme si Cantó fue
capaz incluso de sentirse satisfecho de aquella ristra de pesudoargumentos.
Por
otro lado, nada tiene de extraño que, ya analizado el percal de nuestros los
representantes de la patria, el pleno
del Congreso admitiera ese mismo día a trámite la Iniciativa Legislativa
Popular (ILP) de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña para que la
fiesta de los toros fuese declarada bien de interés cultural en toda España. Para ello, necesitó, amén de la
mayoría absoluta del PP, los votos de UPyD, UPN y Foro Asturias. Cualquier ojo auténticamente
patriótico habría adivinado aquella
tarde en el techo del hemiciclo al mismísimo Viriato, a don Pelayo, a Santiago
y cierra España y al icono mismo de la Nación Española, la virgen del Pilar,
arengando y bendiciendo a tanto defensor de las tradiciones hispanas.
Sin
embargo, aquellos personajes históricos y celestiales se quedaron perplejos
ante la postura del grupo socialista: abstención; o sea, una vez más ni chicha
ni limoná, ni frío ni caliente, ni aquí
ni allí, ni ná de ná. Algunos diputados socialistas adujeron que de sus 110
diputados unos “aman" los toros, y otros solo “han ido a una plaza a un
concierto de rock", afirmaron que
“los toros son cultura”, distinguieron entre “corridas de toros” y
“tauromaquia” y decidieron pronunciarse sobre la ILP sobre “la fiesta nacional”
como desde hace tiempo nos tienen acostumbrados: absteniéndose.
Fácil
es concluir que, ante la abstención socialista, una considerable parte de la
ciudadanía se quedó asimismo perpleja, estupefacta y consternada.
Aquellos
parlamentarios olvidaban, culposamente o bien a sabiendas, que no se trataba
solo de pronunciarse sobre esa carnicería denominada “fiesta nacional”, sino de
declararla Bien de Interés Cultural, lo que, entre otras cosas implica su
carácter público, con la consiguiente obligación por parte de la Administración
de protegerlo, la necesidad de autorizar por parte de la Administración
cualquier modificación, privilegios fiscales y ayudas para su mantenimiento y
restauración, etc.
Desconozco
además si los señores parlamentarios incluyeron en la admisión de la ILP sobre
las corridas de toros las sabias y reflexivas admoniciones que Manolo Escobar,
inequívoco defensor de las esencias patrias, nos dejó como legado
moral-nacional: “No me gusta que a los toros te pongas la minifalda. La gente
mira p’arriba, porque quieren ver tu cara y quieren ver tus rodillas (…) Me
rebelo y me rebelo y tengo que pelearme y a los toros no los veo. Así que tú ya
lo sabes, no te pongas minifalda, que los toros de esta tarde yo tengo gana de
verlos sin pelearme con nadie”.
Desde
luego, personalmente, yo ni voy a ir a los toros ni voy a ponerme una
minifalda.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Derecho de resistencia
PUBLICADO HOY EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Imaginemos que el poder proviene del
pueblo. Lo sé, a estas alturas es mucho imaginar, pero hagamos un esfuerzo.
Imaginemos que la soberanía nacional reside en la voluntad de la ciudadanía,
que se organiza socialmente en régimen de libertad, de justicia y de paz, y
sobre la base de la dignidad intrínseca de los seres humanos y de los derechos
iguales e inalienables de todas y cada una de las personas.
Imaginemos ahora, lo sé, hoy ya cuesta
poco imaginarlo, que algunos han decidido que los derechos fundamentales son
pura filfa, no pertenecen a las personas y deben ser regulados y recortados
según las necesidades económicas y de acuerdo con los intereses de una supuesta
clase nacional y supranacional, que dicta y manda en el mundo y en cada país.
La vivienda digna, por ejemplo, deja de ser un derecho, para quedar sujeta a
los vaivenes del “libre mercado”. O que el derecho al trabajo solo es regulado
por el contrato único, los miniempleos, el despido libre y gratuito y la
existencia de seis millones de parados. O que el gobierno asume, sin consultar
al pueblo, que la deuda privada de los bancos y las grandes empresas es deuda soberana
y del país entero, aunque apenas pueda pagar siquiera los intereses de dicha
deuda, detrayendo todos esos gastos de las verdaderas necesidades de la gente.
O que el gobernante trata a la educación y la sanidad como meras mercancías de supermercado,
rebajables a gusto de los intereses creados de la enseñanza privada y la
sanidad privada.
Imaginemos ahora qué puede hacer un
desempleado de larga duración que cobra mensualmente una prestación de 399
euros mensuales y tiene dos hijas en plena pubertad y adolescencia,
respectivamente. O una persona anciana, privada de ayuda domiciliaria por
recortes presupuestarios gubernamentales y cuya mayor preocupación en esos
momentos es no morir sola, demasiado sola. O una madre que debe meter cada
mañana en una fiambrera la comida de su hijo, alumno en una escuela de
Primaria, que ya no tiene beca de comedor ni de material escolar. O el
minusválido que ha de quedarse en casa por carecer del dinero que ahora le
niega el Gobierno para disponer de una prótesis o una silla de ruedas. O una
joven que, terminados sus estudios superiores, sobrevuela ya la treintena sin
trabajo, sin otro currículum profesional que unos pocos contratos basura,
paradigma de la explotación laboral.
¿Qué pueden hacer, dime? ¿Qué puede hacer
toda esa gente salvo rebelarse? Ya en 1789, la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano proclama que “los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en cuanto a sus derechos” (a. 1) y que “la finalidad de toda asociación
política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la
resistencia a la opresión” (a.2). Sobre esta base, es razonable concluir que
los gobiernos y las instituciones públicas que no se ocupen realmente de
conservar los derechos cívicos, laborales, sociales, económicos y políticos de
la ciudadanía pueden ser considerados ilegítimos. En otras palabras, la
verdadera legitimidad de los gobiernos no descansa solo en obtener cada cuatro
años un determinado respaldo popular en las urnas, sino principalmente en la
realización efectiva de los derechos ciudadanos, en todas sus vertientes,
generalmente expuestos en los a menudo mendaces programas electorales de los
partidos gobernantes.
El artículo 28 de la Declaración Universal de los Derecho Humanos
de la ONU reconoce que “toda persona tiene derecho a que se
establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades
(…) se hagan plenamente efectivos”. La reivindicación de estos derechos
conlleva necesariamente el derecho a oponerse a cualquier autoridad e
institución que atente contra los mismos. En otras palabras, los derechos
humanos no son completos si no están acompañados del derecho a resistir activa
y pasivamente frente a quienes, de hecho, los conculquen o los nieguen. Pues
bien, el derecho de resistencia equivale en determinados momentos al deber de
resistir. No hay democracia sin el pueblo (demos),
por lo que el pueblo mismo está obligado a velar permanentemente por la democratización
constante y sin paliativos de la propia democracia (valga la redundancia) o,
dicho de otro modo, por redemocratizar sin descanso la democracia misma.
El derecho de
resistencia es también derecho de desobedecer, de llevar a tribunales de garantía
al gobernante que da la espalda a los derechos de la ciudadanía, de impugnar la
legitimidad del poder corrupto, incompetente o abusivo, de ejercer abiertamente
el disenso y la crítica. En resumidas cuentas, el derecho de resistencia es una
obligación moral de la ciudadanía que se sabe responsable del bienestar real y
sostenible de sus conciudadanos y de las generaciones futuras.
(Javier de Lucas y Mª José
Añón, catedráticos de Filosofía del Derecho en la UV son inspiradores de
este artículo).
martes, 12 de febrero de 2013
Acerca de algunas falacias tramposas de los eclesiásticos
Un Boeing 747 se estrella y mueren 450 pasajeros, más toda
la tripulación, pero un niño sale indemne con solo quemaduras de primer grado:
luego dios existe y a través de ese niño se pone de manifiesto su infinita
bondad. Es decir, ocurra lo que ocurra, siempre un argumento retorcido hará que
aparezca beneficioso cualquier evento y refrende el propio pensamiento, por muy
ilógico y/o alógico que sea. Esa misma argucia argumentativa se aplica de múltiples
formas camaleónicas por parte de numerosas instituciones religiosas y
eclesiásticas
Así, por ejemplo, Karol Wojtyla permaneció aferrado a su
puesto de jerarca supremo de la iglesia católica hasta el último segundo de su
vejez: lo presentaron como prueba de santidad. Joseph Ratzinger, en cambio,
dimite como “Papa” y es explicado de inmediato como prueba de humildad y
santidad del clérigo alemán (por cierto, dada la duración media de los Papas,
¿sería más apropiado hablar entonces de que Ratzinger solo se ha prejubilado?) .
Y es que la gente eclesiástica es maestra en llevar el agua siempre a su molino,
de acuerdo con sus intereses.
Una madre católica espera la llegada de su hijo, que viaja
en coche. Si llega sano y salvo da gracias a dios por haberlo cuidado
paternalmente: es, pues, voluntad de dios. Si sufre un accidente grave o mortal,
ese mismo dios le ha puesto a prueba su acatamiento de los designios
celestiales: es voluntad de dios. En otras palabras, ocurra lo que ocurra, la
interpretación siempre favorece a los dioses y a sus representantes en la
tierra. ¿No se le ocurre a esa preguntarse por qué dios, siendo bueno y
omnipotente, no ha evitado el accidente?
Si el beato X realiza milagros tras su muerte, y
supuestamente cura a un diabético o a una persona con un tumor maligno, se lo
canoniza por ser condición sine qua non y prueba de su santidad. Si 3.457
personas diabéticas y enfermas de cáncer maligno solicitan del mismo beato la
misma curación y no les ocurre nada, eso no es prueba del egoísmo interesado y
de la perezosa desidia del beato, que solo cura en su propio beneficio para
subir a los altares, sino de la impiedad de los diabéticos, que no aceptan que
la voluntad de dios es que vivan en la enfermedad debida al aumento de los
niveles de glucosa o hiperglucemia, o por un grupo de células descontroladas
que aumentan de forma autónoma.
Su dios crea las margaritas, las puestas de sol y la
belleza del mundo, pero no la lepra, la muerte, el cáncer, la gonorrea o la
poliomielitis. En el primer caso, dios es fuente creadora de todo lo bueno. En
segundo, es culpa de los humanos: por eso inventaron el pecado original,
causante de todos los males y desgracias.
Si un padre mata a un hijo se interpreta como un crimen
despiadado y horrendo. Si dios manda a un padre degollar a su hijo
(Abraham-Isaac) solo se pone a prueba su obediencia incondicional la divinidad.
Si un padre entrega a su hijo al pelotón de fusilamiento ¡por una buena causa! es
un vil criminal, pero si dios entrega a la muerte a su hijo (a él mismo, dentro
del galimatías trinitario) para redimir
los pecados de la humanidad es un acto de generosidad y de amor. Con lo
sencillo que sería lo que hacen la mayor parte de los padres con sus hijos:
darles un beso, decirles que no lo hagan más y sanseacabó. Pero el dios
cristiano es sádico, rencoroso e incapaz de perdonar si no es mediante sangre y
sufrimiento.
Matar atenta contra el quinto mandamiento, a no ser, por
ejemplo, que se queme en la hoguera a brujas y herejes o se fusile a
republicanos y comunistas. Bush oraba cada domingo en su iglesia pidiendo la
pronta victoria de sus tropas sobre los terroristas iraquíes o afganos. Dios no
manda rayos justicieros contra el “mundo rico y desarrollado” que condena a morir de hambre y de miseria a
cientos de millones de seres humanos, víctimas de la especulación y de la
codicia. Los eclesiásticos, en este caso, guardan silencio, no sea que se les
invite a vender y donar los tesoros acumulados durante siglos a costa de privar
al pueblo de lo más necesario.
Un preservativo, una píldora poscoital, o una gloriosa
felación son pecados para los eclesiásticos. Miles de casos de pederastia en
Estados Unidos y Europa (¿cuándo saltará la liebre de los abusos sexuales de
curas y monjas con niños y niñas en Italia y España?) son solo, al decir de Ratzinger,
“una persecución de la iglesia a manos de la iglesia misma”, que se ha
silenciado en lo posible y se ha tratado de borrar a costa de millones de
dólares de indemnización?
Hace 2.500 años, en la conocida como Escuela de Megara, se
idearon una serie de argumentos/trampa bastante jocosos. Uno de los más famosos
es el “silogismo del cornudo”: “Tú tienes todo lo que no has perdido. Tú no has
perdido los cuernos. Por consiguientes, tú tienes cuernos, eres un cornudo”,
Los argumentos de los eclesiásticos se me antojan bastante similares, con la
diferencia de que los axiomas “teológicos” sobre los que se asientan los
argumentos eclesiásticos no tienen la menor intención de convencer, sino solo
de ser creídos.
Sin salirnos del área de los cornudos acabaré entonces con
un lúcido dilema de Quevedo, que atenúe algo de las tramposas afirmaciones de
los eclesiásticos: “Siempre tenemos razón para ser cornudos: porque si la mujer
es buena, comunicarla con los prójimos es caridad; y si es maña, es alivio
propio”.
A ver, hijos míos, hermanos míos en el Señor, ¿dónde está
la bolita? ¿Quién quiere apostar? ¿Dónde está la bolita?
lunes, 11 de febrero de 2013
Tribunal de Cuentas: ¿controlar al controlador y vigilar al vigilante?
Unos
han presentado su Declaración de Hacienda y a los cinco segundos se han erigido
en adalides de la transparencia. El PP ha cumplido, que el resto de los
partidos aprenda y secunde su ejemplo. Todo está solucionado y ahora solo resta
votar al partido de Rajoy y Mato, tan injustamente injuriados por insidiosos
medios de comunicación. En fin, colorín colorado, y todo está puesto ya en
manos del Tribunal de Cuentas.
Sobre el papel, el Tribunal de Cuentas
es el supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del
Estado y del sector público, incluida la contabilidad de los partidos
políticos. Eso no obsta para que cada Autonomía tenga además su propio Tribunal
de Cuentas, aunque reciba nombres distintos. Por ejemplo, en Aragón está la Cámara de
Cuentas de Aragón, en Euskadi, el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas, en
Cataluña, la Sindicatura de Comptes de Catalunya o en Madrid la Cámara de
Cuentas de la Comunidad de Madrid.
Es decir, que por instrumentos
fiscalizadores no queda, pues los tenemos por duplicado y triplicado en cada
territorio.
Lo malo es que los fiscalizadores son nombrados por los fiscalizados; algo
así como que los lobos nombren a otros lobos para que vigilen que ningún lobo
coma corderos del rebaño de corderos que tienen enfrente. Concretamente, el
Pleno del Tribunal de Cuentas está compuesto por seis miembros designados por
el Congreso y otros seis por el Senado, “mediante
votación por mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras, por un período
de nueve años”. Hablar, según esto, de la independencia de los miembros del
Tribunal de Cuentas respecto del poder político es, por tanto, toda una
tomadura de pelo.
Así, la composición del Tribunal de cuentas,
a julio de 20112 y según el artículo correspondiente de Wikipedia
·
Por parte
del Congreso de los Diputados
1.
D. Ramón
María Álvarez de Miranda García
2.
D. Ángel Antonio
Algarra Paredes
3.
Dª.
Enriqueta Chicano Jávega
4.
Dª. María
José de la Fuente y de la Calle
5.
Dª. María
Antonia Lozano Álvarez
6.
D. José
Manuel Suárez Robledano
·
Por parte
del Senado
1.
D. Javier
Medina Guijarro
2.
Dª.
Margarita Mariscal de Gante y Mirón
3.
D. Manuel
Aznar López
4.
D. Lluis
Armet i Coma
5.
D. Felipe
García Ortiz
6.
Dª. María
Dolores Genaro Moya
Como nota folclórica, no está de más apuntar que Manuel Aznar es hermano del expresidente José María Aznar y responsable
de inspeccionar los Ministerios de Hacienda, Economía, Fomento y Sanidad. Para
equilibrar la balanza, la sala de lo contencioso-administrativo del Supremo
anuló en 2009 el nombramiento como subdirectora de Carmen de Vicente, hermana
de Ciriaco de Vicente, del PSOE, que era consejero e incluso fue presidente.
En resumidas cuentas, de los
doce miembros del Pleno del Tribunal, ocho fueron designados a propuesta del PP
y cuatro a propuesta del PSOE. Huelga
cualquier comentario. Por ley, todos
ellos son “independientes e inamovibles”. Amén.
No es extrañar que en febrero
de 2013 el Supremo haya denunciado la politización del Tribunal de Cuentas y advertido
de que en su seno hay más funcionarios (vg. Subdirector adjunto de la Asesoría
Jurídica, asesor económico financiero, etc.) nombrados por los partidos que de
carrera, de lo que es sencillo derivar la cuestión de que si los miembros del
Tribunal de Cuentas tienen como objetivo principal fiscalizar las cuentas
públicas y la posible corrupción en el ámbito público, quién garantiza la
vigilancia de los vigilantes a los
vigilados y quién garantiza la pronta, directa y limpia denuncia a los
corruptores y los corrompidos del sistema. Si el Tribunal está controlado por
los dos grandes partidos, que a su vez son los que disponen y gastan más dinero
público, ¿quién controla a quién realmente?, ¿quién fiscaliza a quién realmente?
De momento, llevados por su escaso anhelo de fiscalizar las cuentas
públicas, el último ejercicio analizado de los partidos es 2007, si bien, ahora,
acuciado por el tsunami mediático, el Tribunal de Cuentas espera –dice-
entregar en verano el ejercicio de 2008 y para fin de año los de 2009, 2010 y
2011.
Es posible que, entre tejemaneje
y tejemaneje, el PP y el PSOE hayan determinado más de una vez y más de dos
concertar que no se levanta la madriguera A si tampoco se hurga en la
madriguera C (entre ellas, la madriguera B). Por otro lado, ¿qué Tribunal de
Cuentas puede realizar eficaz y fidedignamente su labor, si hasta la fecha no
puede acceder a información de la Agencia Tributaria? Así las cosas, la
Asociación de los Cuerpos Superiores de Letrados y Auditores del Tribunal de
Cuentas considera que el Supremo "denuncia la falta de voluntad de los
máximos responsables de dotar con profesionales que son los que gozamos de una
independencia probada ya que accedemos por oposición”.
Los Partidos piden un gran Pacto
contra la corrupción. Rubalcaba desgrana unos cuantos puntos tendentes a
favorecer la transparencia. Unos y otros llevan desde 1976 manejando los hilos
del tenderete. La ciudadanía se enroca en su indiferencia y su indignación:
responde que obras son amores y no buenas razones.
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