La ministra alemana de Educación,
Annette Schavan, ha dimitido por plagio en su tesis doctoral. Angela Merkel, su
partido y ella misma no han invocado la presunción de inocencia ni han afirmado
que se trata de una persecución contra el CDU.
Simplemente, la universidad de
Düsseldorf revocó su título de doctora y Merkel aceptó su dimisión como
ministra. Es decir, exactamente igual que en España.
Merkel y Annette eran bastante
amigas y llevaban trabajando siete años juntas en el Gobierno alemán, pero la
ministra de Educación ha dimitido: “Primero
va el país, luego el partido y después yo misma”, dijo la ex ministra, que
añadió que por su culpa “no debe verse perjudicado el Ministerio” y que “un
litigio con una universidad supone una carga inadmisible”. O sea, lo mismo que
suele ocurrir en España.
Hace dos años tuvo que dimitir el
ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg por idénticos motivos: plagio
flagrante en su tesis doctoral, de cuyo título fue privado ipso facto. Por si
lo de plagio no acaba de entenderse, digamos que Annette y Karl-Theodor fueron
destituidos como ministros por apropiarse indebidamente del producto del
trabajo de otras personas. Quizá en España a más de uno le suene eso de
“apropiación indebida” (eufemismo para describir elegantemente la tosca labor
de chorizos, ladrones y asimilados), pero lo que en este país no suena es eso
de dimitir. Aquí no dimite ni dios. Faltaría más. Da igual que te pillen con
las manos en la masa, que te abrumen las pruebas en contra, pues siempre te
quedará la salida de a) decir que miente el acusador; b) amenazar con una
querella contra todo y contra todos. Se da por descontado que el propio partido
aplaudirá tu firme y digna postura y, si no tienes partido, piensa que el
Consejo de Ministros podrá indultarte a petición del Ministro de Justicia de
turno.
Como botón de muestra: el sempiterno
en inmarcesible Presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra,
imputado judicialmente por tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal,
sigue en su puesto, tras declarar que se siente “absuelto por el pueblo”, después
de que Mariano Rajoy lo proclamara públicamente
“ciudadano ejemplar” y de que el por aquel entonces Presidente de la Generalitat
valenciana, F. Camps, pregonara también públicamente “la enorme suerte” que
tienen el PP y la provincia de Castellón de contar con Fabra como presidente de
la Diputación y del PP en la provincia.
Repásese la historia española de los
últimos treinta años (especialmente de los últimos diez años, y aún más especialmente
de las últimas tres semanas) de
cohechos, prevaricaciones, fraudes, chalaneos, robos, sobornos, cajas y
contabilidades de la A a la Z, etc. y véanse después las dimisiones habidas. A
renglón seguido, cómprese un juego de sábanas lo más grande posible para
enjugar convenientemente las lágrimas y demás fluidos, y llórese a continuación
cuanto se quiera y se necesite. Porque la cosa es para llorar.
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