miércoles, 13 de marzo de 2013

512.000 años



Publicado hoy en el Periódico de Aragón

Una mujer perdió el conocimiento hace unos días en una avenida de Santa Cruz de Tenerife. Acompañada de sus hijo de dos años, que seguramente estaba llorando de susto y miedo, la encontraron en el suelo, pues llevaba dos días sin comer y destinaba a su hijo el alimento que le iba llegando, ya que carecía de recursos económicos. Por esas mismas fechas, una mujer fallecía, esperando ser atendida, en el servicio de urgencias de un hospital gallego, desbordado cada vez más por el número de pacientes y la escasez de personal y de recursos.  Se trata de dos gotas de agua en un vasto océano de necesidad y estrechez crecientes, y suele echársele la culpa de todo a una entidad abstracta e impersonal, llamada comúnmente “crisis”.
Me golpearon ambas noticias mientras leía el más que recomendable libro de la escritora, investigadora y presidenta de ATTAC en Francia, Susan Georg, (El Informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la democracia, Deusto 2013), donde una Comisión de expertos, reunidos en la ciudad suiza de Lugano, vuelven a ofrecer a una élite de dirigentes mundiales (el Grupo de Solicitantes) sus análisis y diagnósticos (El segundo Informe Lugano) sobre la crisis económica planetaria actual y sus previsiones. Se trata de una “ficción factual”, donde los personajes y la historia misma son ficticios, pero los hechos, según la propia autora, están basados en fuentes reales y fiables.
Cuenta el Informe II que, dada la ingente cantidad de dinero con que el Estado norteamericano intervino para rescatar las instituciones financieras, abrumadas por sus enormes deudas y su recíproca desconfianza, el senador Bernie Sanders obligó a la Reserva Federal a publicar la primera auditoría completa sobre tal intervención. Pues bien, se llegó a conocer así que, como mínimo, solo la Reserva Federal había proporcionado desde el 1 de diciembre  de 2007 hasta julio de 2010 más de 16 billones de dólares (billón=un millón de millones) en préstamos secretos para sacar a flote no solo los bancos norteamericanos, sino también muchos otros bancos extranjeros.
Como ya tenemos la mente medio anestesiada con tanto millón y corremos el riesgo de conceder poca importancia a las cantidades de dinero con que cada día nos bombardean los medios de comunicación y las redes sociales, Susan George proporciona un buen ejemplo de su significado real: si cada segundo representara un euro, habría que esperar 32.000 años para alcanzar el billón de euros. Si hacemos el mismo cálculo con los 16 billones suministrados por la Reserva Federal, si un dólar es un segundo, dieciséis billones de dólares representan 512.000 años. Es decir, que si las entidades financieras devolviesen la ayuda recibida a la velocidad de un dólar por segundo, tardarían más de medio millón de años en saldar su deuda.
A todo ello habría que añadir las restantes ayudas, intervenciones y préstamos realizados por la Reserva Federal y otros Bancos estatales, pues de todos son conocidos los préstamos blandos y los rescates de que los bancos se  han ido beneficiando hasta la fecha, que son dinero de la ciudadanía y que final y lamentablemente el país respectivo suele  asumir como deuda soberana. Por ejemplo, Alemania, Bélgica, Francia, Reino Unido y Suiza recibieron solo en el período antedicho 2,85 billones de dólares.
El resto de la historia la sabemos todos, pues la cargamos diariamente sobre nuestras espaldas: los gobiernos no se han atrevido a tocar la política fiscal por la que se benefician los más ricos y poderosos, el crédito se ha congelado, la actividad económica se va desplomando diariamente cada vez más, aumenta el desempleo, el mercado financiero ni siquiera  permite que le roce la más leve regulación, aumenta de forma considerable la deuda soberana (ilegítima, en buena parte), se privatizan los servicios sociales básicos y la ciudadanía sufre recorte tras recorte de sus derechos cívicos y laborales fundamentales.
Ni que decir tiene que con ello se agranda cada vez más la brecha entre ricos y pobres en todos los países. Solo en Alemania, presunto paradigma de la política económica europea y española, el 10% de los alemanes acapara en 67% de la riqueza del país. En los países de la OCDE, la desigualdad, por ejemplo, de ingresos entre la población rica y pobre ha alcanzado su nivel más alto en 30 años y España se ha convertido en el país de la UE con mayor distancia entre las rentas altas y bajas.
Retomemos por unos instantes el cálculo: si un segundo representa un euro, según nuestros banqueros y políticos, ¿cuánto tiempo deberían estar pagando las vidas de José Miguel, Amaia, Victoria, Francisco J, más una pareja mallorquina de jubilados y un hombre canario (suicidados por desahucio por impago hipotecario), Ricardo, José Antonio, más una mujer vallisoletana y un hombre alicantino (suicidados por desahucio por impago de alquiler), Juan (suicidado por desahucio por ocupación) e Isabel (suicidada por desahucio por causas desconocidas)?



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