sábado, 9 de marzo de 2013

Socialismo, sí. Histrionismos, no.



No entiendo cómo tantas veces las izquierdas repiten los mismos errores. Aun suponiendo que desde la izquierda se hace especial hincapié en la importancia de lo colectivo y del pueblo, en algunos casos suele incurrir en el personalismo del líder, convertido en objeto de culto.
Simpatizo con el movimiento de rebelión sostenido por Chávez contra el imperio económico y militar de los Estados Unidos de Norteamérica. Aplaudo la bajada del índice de pobreza y analfabetismo, más otros logros sociales, en Venezuela conseguidos durante su mandato. Me repugna la campaña de desprestigio desencadenada contra Chávez y su gobierno desde numerosos medios de comunicación, españoles e internacionales. Sin embargo, me producen cierta ictericia determinados “ismos”. Por eso, confío en la lucidez de metas y medios, y en la fortaleza de su memoria del pasado reciente, por parte del pueblo venezolano y latinoamericano. Pero no quiero una saga chavista, al igual que me pareció hace ya muchos años, en Cuba mismo, donde trabajaba allá por los 70, la saga castrista.
Rechazo tener comandantes y proclamarlas míos, siento cierta vergüenza al contemplar como la manifestación pública de la admiración y la gratitud de un pueblo por su líder puede alcanzar cotas rayanas en lo histriónico.
Eso no es marxismo, tal como lo estudié y reestudié durante muchos años, tal como también me esforcé por militar y luchar por que mi país llegase a ser socialista (Marx habla generalmente de “socialismo”). No he sido jamás hegeliano, kantiano, frankfurtiano, cartesiano o heideggeriano, pues cualquier etiqueta limita, más que añade o define. Tampoco me voy a decantar a estas alturas por el chavismo o el bolivarismo. Prefiero seguir cantando con unos millones más La Internacional bajo la sola bandera roja, y estar dispuesto a dar la vida por la defensa y la promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
No quiero líderes que creen histeria colectiva. Rechazo ceremonias y tramoyas que hagan de personas admirables una caricatura de sí mismas. Vivimos hoy la tragedia planetaria de una crisis económica impulsada por unos bastardos. No caigamos ahora en el agujero de lo bufo.
No logro encontrar demasiada conexión entre un pueblo socialista y el hecho de las momias embalsamadas de Mao, Lenin y Ho Chi Min. Ahora se añade a la lista la momia embalsamada de Chávez.
La Iglesia Católica, utilizando otro de sus bizantinismos, habla del culto de latría, dulía e hiperdulía. Como siga así la cosa, tendrá que aumentar su elenco de clases de culto.


2 comentarios:

  1. Así es, Antonio. De acuerdo contigo.
    Un abrazo
    Angel Ramírez

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  2. Muy buen artículo Antonio. Comparto tu postura, jamás se ha de idolatrar a ningún líder, puesto que las revoluciones y los grandes cambios los hace el pueblo, no un solo individuo.
    Un abrazo.

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