No entiendo cómo tantas veces
las izquierdas repiten los mismos errores. Aun suponiendo que desde la
izquierda se hace especial hincapié en la importancia de lo colectivo y del
pueblo, en algunos casos suele incurrir en el personalismo del líder, convertido
en objeto de culto.
Simpatizo con el movimiento de
rebelión sostenido por Chávez contra el imperio económico y militar de los
Estados Unidos de Norteamérica. Aplaudo la bajada del índice de pobreza y
analfabetismo, más otros logros sociales, en Venezuela conseguidos durante su
mandato. Me repugna la campaña de desprestigio desencadenada contra Chávez y su
gobierno desde numerosos medios de comunicación, españoles e internacionales.
Sin embargo, me producen cierta ictericia determinados “ismos”. Por eso, confío
en la lucidez de metas y medios, y en la fortaleza de su memoria del pasado
reciente, por parte del pueblo venezolano y latinoamericano. Pero no quiero una
saga chavista, al igual que me pareció hace ya muchos años, en Cuba mismo,
donde trabajaba allá por los 70, la saga castrista.
Rechazo tener comandantes y
proclamarlas míos, siento cierta vergüenza al contemplar como la manifestación
pública de la admiración y la gratitud de un pueblo por su líder puede alcanzar
cotas rayanas en lo histriónico.
Eso no es marxismo, tal como lo
estudié y reestudié durante muchos años, tal como también me esforcé por
militar y luchar por que mi país llegase a ser socialista (Marx habla
generalmente de “socialismo”). No he sido jamás hegeliano, kantiano,
frankfurtiano, cartesiano o heideggeriano, pues cualquier etiqueta limita, más
que añade o define. Tampoco me voy a decantar a estas alturas por el chavismo o
el bolivarismo. Prefiero seguir cantando con unos millones más La Internacional
bajo la sola bandera roja, y estar dispuesto a dar la vida por la defensa y la
promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
No quiero líderes que creen
histeria colectiva. Rechazo ceremonias y tramoyas que hagan de personas
admirables una caricatura de sí mismas. Vivimos hoy la tragedia planetaria de
una crisis económica impulsada por unos bastardos. No caigamos ahora en el
agujero de lo bufo.
No logro encontrar demasiada
conexión entre un pueblo socialista y el hecho de las momias embalsamadas de
Mao, Lenin y Ho Chi Min. Ahora se añade a la lista la momia embalsamada de Chávez.
La Iglesia Católica, utilizando
otro de sus bizantinismos, habla del culto de latría, dulía e hiperdulía. Como
siga así la cosa, tendrá que aumentar su elenco de clases de culto.
Así es, Antonio. De acuerdo contigo.
ResponderEliminarUn abrazo
Angel Ramírez
Muy buen artículo Antonio. Comparto tu postura, jamás se ha de idolatrar a ningún líder, puesto que las revoluciones y los grandes cambios los hace el pueblo, no un solo individuo.
ResponderEliminarUn abrazo.