Imagen vinculada al tuit del presidente de CHA
He recibido un email, reenviado y
vuelto a reenviar como en otros casos similares existentes en Internet, que
demuestra, una vez más, que el mundo es un pañuelo. El email ofrece el enlace a
un tuit de José Luis Soro, actual presidente del partido Chunta Aragonesista
(CHA), donde aparece la imagen del alcalde zaragozano Juan Alberto Belloch en
la mesa que preside el salón municipal de Plenos, flanqueado por el famoso
“crucifijo de Belloch”. El texto
completo del tuit es: “Salón de Plenos del Ayuntamiento de Zaragoza. Preside la
sesión #elcrucifijodeBelloch. ¿Estado aconfesional?”
Puede verse el tuit, con el vínculo
a tal imagen en
Ni que decir tiene que son
siempre abiertamente bienvenidas las denuncias relacionadas con la fáctica
situación confesional en que se hallan las instituciones del Estado. Entre
tales denuncias hay que colocar sin ambages el mencionado tuit del presidente
de Chunta Aragonesista. De hecho, la obstinación del alcalde Belloch con su
crucifijo roza lo esperpéntico.
Recuerdo bien que, sin salir del
Ayuntamiento zaragozano, los grupos municipales tanto de CHA como de IU elevan en
cada mandato una moción para que los Plenos municipales dejen de estar
presididos por el citado crucifijo, vinculado por el propio Belloch a su puesto
de alcalde. Dicha moción es tumbada sistemáticamente con los votos de los
grupos municipales de PSOE, PP y, en su día, PAR (que no obtuvo ningún concejal
en las últimas elecciones municipales). ¿Y qué ocurre después de la moción?
Todo transcurría y sigue transcurriendo como si nada haya acontecido.
Seguramente, los concejales zaragozanos
que apoyan la retirada de cualquier símbolo confesional de los espacios
públicos municipales consideren que hay otros asuntos de la ciudad de tal envergadura
que no pueden ni deben estar condicionados por un asunto tan concreto como un crucifijo
en un salón de Plenos, pero lo cierto es que la pregunta formulada en el tuit
del presidente de CHA (¿Estado aconfesional?) no solo queda cuestionada por el
crucifijo católico en cada Pleno, por la obstinación del alcalde, por la
indolencia del grupo socialista y por la posible convicción religiosa del grupo
popular, sino también por el discurrir diario, semanal, mensual y anual de un
ayuntamiento en pleno y de cada uno de sus concejales que lo consienten de
hecho: si la presencia de símbolos confesionales en espacios públicos no es
importante para detener el curso político de un ayuntamiento, dígase; si lo es,
óbrese en consecuencia. ¿Sería desmesurado plantear que no hubiera pacto,
expreso o tácito, de gobernabilidad entre el grupo socialista de Belloch y los
grupos de IU y CHA, mientras presidiera un Pleno municipal más un símbolo
confesional? La presencia de un crucifijo, es verdad, quizá no deba acarrear
tales consecuencias, pero el respeto a la ciudadanía zaragozana, con derecho a
ejercer su derecho a la libertad de conciencia en plena igualdad de
condiciones, debería constituir el primer axioma de la vida municipal, sin el
que quedan empañados y desvirtuados cualesquiera otros acuerdos o medidas.
En uno de los artículos del
Reglamento de Protocolo Municipal de Zaragoza, los concejales del consistorio
están obligados (“deben”, dice el texto) a asistir en calidad de sus cargos a
una serie de actos confesionales (procesiones, misas solemnes…) en ciertas
festividades oficiales de la ciudad, lamentablemente aún de signo confesional.
No es suficiente oponerse a tal obligación optando por no acudir/no asistir a
tales actos, sino que debería denunciarse activa y públicamente ese Reglamento
oficial de Protocolo Municipal en cada Pleno, en cada reunión. De lo contrario,
sigo sin entender la pregunta (¿Estado aconfesional?) formulada en el tuit del
presidente de CHA: es entendible el contenido de la pregunta, pero lo es menos
la formulación misma de la pregunta, mientras la coherencia ideológica no vaya
más acompañada de las realidades.
Estoy convencido de que no hay verdadera y
plena democracia mientras no haya un Estado real y verdaderamente aconfesional.
Me consta que Chunta Aragonesista es de la misma opinión, por lo que llevo casi
dos años sin entender que la Dirección institucional de CHA se comprometiera
oficial y públicamente a tomar posesión de sus cargos en el Ayuntamiento y en
las Cortes de Aragón en unos actos y recintos sin símbolos confesionales, pero
nada ocurrió cuando en los respectivos salones sus miembros electos (por el
pueblo) guardaron silencio, en contra de su compromiso, en el acto de
formalizar la toma de posesión de sus cargos con un crucifijo y una Biblia en
tales recintos públicos. La Dirección institucional de CHA se había
comprometido igualmente a exigir, llegado el caso, otra ceremonia aparte sin la
presencia de símbolos confesionales, a fin de no hacerlo en presencia de los
mismos. Mas tampoco ocurrió nada.
En efecto, llevo ya casi dos
años ofreciéndome hipótesis y conjeturas explicativas de tal proceder,
contrario a los compromisos públicos e institucionales de una partido político,
como CHA. Cada una de la hipótesis rivaliza con las restantes en mantener el
desaliento de la ciudadanía en materia confesional y en materia de
funcionamiento de los partidos políticos. Temo que el conjunto de tales
conjeturas constituya un gran bloque de cemento atado a los pies de la ciudadanía
antes de quedar aún más sumergida en la urdimbre política de cada día.
Me resta solo preguntar, mirando
directamente al preguntado: “Espejo, espejito, dime, dile, dinos: ¿Estado
aconfesional?”.
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