La primavera ha rondado hoy por
Zaragoza. Hasta la gente se acerca y saluda más risueña. Marga ha estado toda
la jornada con el perroflauta motorizado. También Jonathan y Alba, como
testimonia esta fotografía (dedo de la fotógrafa que pasaba por allí incluido):
Hoy me ha despertado Pedro
Salinas. Me ha repetido insistentemente la misma pregunta: ¿dónde radica lo
valioso de tu comparecencia diaria en el portal de la Consejera? ¿cuál es ese
valor? ¿en que consiste ese valor que lo hace tan valioso que te confiere
fortaleza y entereza para ir diariamente a ese portal, convencido de que haces
lo que debes y que lo que haces coincide con lo que libre y responsablemente
quieres ser y hacer?
Y el perroflauta
motorizado va desbrozando la pregunta de Salinas entre la espesura de su vida.
La pregunta de Salinas le lleva a recordar que en las transformaciones del
espíritu descritas por Nietzsche para superarse a sí mismo y llegar a atisbar
al superhombre, aparece un gran dragón llamado “Tú debes”. Y un león que dice “yo quiero”. Y un niño culmina la obra del
espíritu en la gran rueda del crear, más allá de las reglas y de las pautas
preconcebidas, por puro amor a la vida por hacer. Hay que tener el espíritu de ese
niño con paciencia de camello y fortaleza del león.
Salinas se limita a recitar:
“Sí, sí, dijo el niño, sí.
Y nadie le preguntaba.
¿Qué le ofrecías, la noche,
tú, silencio, qué le dabas
para que él dijera a voces,
tanto sí, que sí, que sí?”
El perroflauta aprovechó hace muchos años ese poema para
hacer una canción que cantaba con su guitarra en pubs del centro de Madrid. “Eh,
Pedro Salinas”, dice el perroflauta, “yo tengo hecha una canción con tu poema”·
Pero Pedro salinas sigue recitando, mientras Mozart
desgrana belleza y envuelve la pregunta de Salinas con papel de melancolía,
melodía tras melodía.
Nadie le ofrecía nada.
Un gran mundo sin preguntas,
vacías las negras manos
- ámbitos de madrugada,
alrededor enmudece.
Los síes -¡qué golpetazos
de querer en el silencio!-—,
las últimas negativas
a la noche le quebraban.
Sí, sí a todo, a todo sí,
a la nada sí, por nada”.
La calle Alfonso huele hoy a Atlántico, a la humedad de
las calles de san Juan de Puerto Rico, donde tanto sufrió Pedro Salinas de
nostalgia y de vida partida. Bajo la lluvia de la música con que Mozart trata
de arropar su desgarradura, Pedro Salinas sigue recitando:
Allá por los horizontes
sin que nadie -el sólo: nadie-—
la escuchara, sigilosa
de albor, rosa y brisa tierna,
iba la pregunta muda,
naciendo ya, la mañana.
El sol baña de luz la calle Alfonso I de
Zaragoza. El perroflauta motorizado sabe que Pedro Salinas ha estado recitando
“Respuesta a la luz”, poema con el que compuso una canción hace muchos, muchos
años. La luz baña de claridad la pregunta de Pedro Salinas.
¡Qué bonito!
ResponderEliminarRecuerdos Antonio
Conchita