martes, 26 de mayo de 2015

Diario de un perroflauta motorizado, 509




Céntrate en lo esencial, Antonio –me dice Juan de Mairena, nada más levantarme.

(Y yo le muestro mi acuerdo, pero la intensidad del momento se acrecienta a medida que se acerca. ¿Qué es lo esencial? ¿Qué es lo esencial?).

Lo esencial es que la decisión se genere en ti y desde ti –prosigue Mairena- De lo contrario, dependerás de lo que opinen, digan o callen los demás.

(Ah, la opinión y el silencio ajenos duelen, sobre todo en la medida en que se niegue este hecho).


- Colócate sobre un tablero de ajedrez, Antonio,  y quizás así logre explicarte lo que quiero decirte. Nadie te obliga a mover ficha o a ser movido por nadie. Sin embargo, sabes que cuentas con el ánimo y el apoyo de no pocas piezas. Fíjate bien en todas ellas: son peones, son peones, simples peones. No esperes el aplauso o la aquiescencia de reyes y reinas, alfiles, torres o caballos, ni siquiera de una buena parte de los peones, pues ellos viven bien asentados en sus posiciones. Cada pieza del tablero tiene unos movimientos precisos, impulsados desde una estrategia, un plan de triunfo final. Los peones tienen menor importancia y están al servicio de las demás piezas. Sé consciente de ello: con tu decisión has decidido ser peón. No esperes, pues, el aplauso o el beneplácito de las personas que se creen o se sienten cuerdos y/o superiores (otra cosa es que lo sean).

Mairena habla mirándome directamente a los ojos, sin apartar un instante su mirada de la mía. Por eso siento su anhelo de infundirme el ánimo que necesito.

La decisión ha de generarse en ti y solo por ti –continúa hablando Mairena- allí ha de permanecer cada día, hasta hacerse carne de tu carne y vida de tu vida. Nada ni nadie podrán contigo, pues todo lo que puedan hacerte apenas te rozará, salvo en la medida en que todo ello haga sufrir a personas que te quieren bien. Pero eso ya lo sabes, Antonio, eso ya lo sabes…

(Duele mi corazón. Es un dolor que no proviene tanto de las coronarías cuanto de la zozobra que siento al pensar en esa gente a la que quiero, tanta gente, tanto, tanto… El dolor no se va con una pastilla sublingual, sino con el sosiego de adentrarme en mí mismo, hallar paz, descansar en ella y notar como la decisión brota de mí y en mí).


Lo haré, lo haré…

Se vive una vez y estoy tan chalado (“estás chalado”, me ha repetido y repetido un buen amigo cuando le comuniqué la decisión, recién nacida) que no encuentro una forma mejor de vivir que la de peón, la de perroflauta motorizado metido en la chaladura de luchar contra gigantes y desfacer entuertos por ser para ese perroflauta motorizado la mejor forma de purificarme por dentro y por fuera de tanto recorte, y de tanto bienpensante, de tantos reyes y reinas, alfiles, caballos y torres. ¡Peor para ellos!

¿Hay alguien más chalado que Thoreau, Gandhi, Mandela, Luther King…?

¡Jaque mate! –dice alguien desde el lado de las piezas blancas. ¡Has perdido! –remacha la misma voz.

Y dentro de la caja donde yacen las piezas negras ya comidas y eliminadas durante la partida, compruebo que estoy bien, que me siento bien. He hecho lo que he decidido hacer, he sido lo que he querido, lo que he debido ser.


(¿Qué es ganar? ¿En qué consiste ganar o perder?).


Mozart trae la respuesta con una de sus maravillosas melodías


Hasta pronto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.