Según Freud, nacemos, vivimos y morimos
pertrechados por el principio del placer, por el que intentamos a toda costa
evitar el displacer y procurarnos placer. Ese es el primer lenguaje de un niño:
llorar si desea algo que no tiene y dejar de llorar en cuanto se le
proporciona. Este principio de placer busca que la frustración desaparezca sin
dilación, sin plazos, sin aplazamientos, sin atenerse a razones ni argumentos.
Sin embargo, pronto entramos en el mundo
de la realidad de los adultos, con reglas, normas, plazos y aplazamientos en la
consecución del placer y la evitación del displacer: un niño va aprendiendo así
que no puede hacer lo que le venga en gana, cuando y como le venga en gana, que
hay unas horas para ver la tele, irse a la cama, estar en el cole, merendar,
comprar chuches, etc. etc. Como es sabido, Freud llama a ese acompasamiento del
principio del placer con la realidad concreta del mundo y de la vida “principio
de realidad”: nadie puede vivir y convivir con un cierto equilibrio personal si
no logra acompasar su necesidad de placer con la necesidad de acoplarse a la
realidad del mundo, regulando lo más armónicamente posible el principio del placer
y el principio de la realidad.
Todo este “rollo” de psicoanálisis barato
me vino a la mente ayer, tras escuchar las declaraciones del líder de Podemos
Aragón, Pablo Echenique, sobre las consecuencias inmediatas de los resultados
electorales del 24-M en el ámbito autonómico, y la carta de 27 de mayo
(“Gracias por haberlo cambiado todo”) que Echenique dirige a los afiliados y
simpatizantes de Podemos Aragón redundando en lo mismo. Ciertamente, Pablo
Echenique pudo con razón sentirse molesto al enterarse de que Javier Lamban,
cabeza de lista socialista para las Autonómicas en Aragón, se daba casi a
priori por próximo Presidente de Aragón. En realidad, frente a los 21 escaños
obtenidos por el PP, el PSOE cuenta con 18, Podemos con 14, Ciudadanos con 5,
Chunta con 3 e IU con 1. En román paladino, la única forma de asegurar que el
PP no siga gobernando en Aragón es un
pacto entre las opciones políticas de izquierda (por mucho que las actuaciones
y omisiones socialistas de los últimos años alejen al PSOE de la izquierda y
por mucho que Podemos haya evitado artificialmente posicionarse en la derecha o
en la izquierda, sino en todo lo contrario).
Podemos cuenta con un potente principio
de placer: ha ofrecido a la ciudadanía una serie de propuestas de cambio
ilusionantes, cuenta con una “tendencia ascendente” de crecimiento y ha sabido
recoger las principales y más perentorias necesidades y reivindicaciones del
pueblo. Ahora bien, pasado el 24-M, se topa con el principio de realidad: se
apoya o se pacta, o, de no hacerlo, se
deja el Gobierno de Aragón en manos del Partido Popular. Ante este
planteamiento, el principio del placer de Echenique y de Podemos Aragón (y que
conste que nunca jamás he votado al partido socialista en unas elecciones) parece
haber entrado en el terreno político real cual elefante en una cacharrería.
Afirma Echenique que “los socialistas no
tienen por qué pensar” que les van a dar su apoyo para presidir el Gobierno
aragonés, pero los socialistas sí pueden pensarlo razonablemente, aunque, de
hecho, Podemos no les prestare tal apoyo. Echenique habla de tres líneas rojas
innegociables, (lucha contra la corrupción, cambio de modelo económico y
despoblación), declara que “nada hay hecho”, para a renglón seguido postularse
(“no descarta”) ser Presidente de Aragón y del Gobierno de Aragón. Para ello,
mira hacia donde le conviene, sin ver, al parecer, lo que no le conviene: aduce
que solo 5.000 votos le separan del PSOE (“empate técnico”, lo llama) y que
Podemos es la segunda formación política en las tres capitales aragonesas, pero
parece no aceptar un hecho político consumado por antonomasia: frente a los 18
escaños del PSOE, Podemos cuenta con cuatro menos, 14 escaños. Así las cosas, los
argumentos de Echenique son tan legítimos como morales e incluso metafísicos, ya
que los argumentos políticos son, velis
nolis, palmarios: 18 versus 14
escaños.
Difícilmente puede esperarse de los
socialistas su apoyo a la opción Zaragoza en común para el ayuntamiento
zaragozano (10 concejales PP, 9 Zaragoza en común, 6 PSOE, 4 Ciudadanos, 3 CHA)
si se pretende aislar tal apoyo de lo que ocurra con Podemos en relación con el
Gobierno aragonés. Se trata de “procesos
independientes”, afirma Echenique, pero eso se ajusta muy poco con la realidad
(la realidad también es política, así como la política forma parte de la
realidad), pues he tenido el privilegio de asistir en primera fila de platea a
los denodados esfuerzos por parte de Podemos por, sucesivamente, ningunear,
combatir, influir a base de personas “neutrales”, negociar su participación,
someterse a una votación de candidatos con listas abiertas y sufrir una fuerte
frustración a la vista de los resultados finales. Afirmar ahora que DGA y
Ayuntamiento son “procesos independientes” es, ateniéndonos a la realidad de
los hechos, faltar a la verdad. Otra cosa distinta es que Echenique no resista
pensarse dentro de la DGA o de las Cortes de Aragón sin alcanzar la Presidencia
de Gobierno o la Presidencia de las Cortes. En tal caso, sin embargo, no
estaríamos hablando ya de “procesos”, sino de “egos”.
Echenique quiere hablar con el PSOE “de
tú a tú”, si bien deja entrever que cuenta con una prevalencia moral frente a
los socialistas, pues “los aragoneses han jubilado a Luisa Fernanda Rudi, y la
herramienta que han escogido se llama Podemos”. Tal argumento es intangible,
pues no se puede demostrar o refutar, al igual que el argumento de afirmar que
“podemos representa que la valentía y el sentido común lideran el cambio en España”. Echenique deja
patente su principio de placer (lo que le gustaría y tal como le gustaría),
pero personalmente lo veo muy poco vinculado con el principio de realidad (lo
que hay, le guste o no le guste).
Y como éramos pocos, Echenique declara
“total autonomía” respecto de lo que puedan hablar o concertar Pablo Iglesias y
Pedro Sánchez, en la línea de un horizonte más global. De lo que Podemos Aragón
y Echenique nunca podrán ser autónomos cara a la ciudadanía, si su purismo
político (su principio de placer autónomo e incondicional) conduce a que el
Partido Popular gobierne en Aragón durante otros cuatro años.
Echenique tiene toda la razón cuando
asevera que “es feo dar hechos consumados a golpe de titular”. Eso sí, este
principio es aplicable a todos por igual, contando siempre con el principio del
placer, pero sin dejar de lado jamás el principio de la realidad del mundo y de
la vida.
del principio de la realidad a la sensatez ... eso esperamos.
ResponderEliminarY los socialistas, que aprendan la lección o seguirán en esa deriva hacia la insignificancia ...
La utopía no está relacionada con lo imposible, sino con lo óptimo, lo cabal, lo máximo, lo perfecto. Sin utopías reales y auténticas la vida carece de horizonte. La utopía no solo es posible, sino necesaria.
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