Leía ayer que Ana Botella, alcaldesa de
Madrid entre diciembre de 2011 y junio de 2015, ha sido contratada como asesora
sobre turismo urbano del secretario general de la Organización Mundial del
Turismo, Taleb Rifai por la Organización Mundial del Turismo (OMT), organismo
perteneciente a Naciones Unidas y que tiene su sede en la capital de España.
Recordé de inmediato su intervención como alcaldesa de Madrid, por entonces
candidata a sede de unos Juegos Olímpicos de verano y su “café con leche en la
Plaza Mayor” y me pregunté de qué demonios iba a asesorar esa señora. Acudí a
su obra escrita y me topé con sus tres libros: Mis ocho
años en Moncloa (2004), Érase
una vez... Los mejores cuentos infantiles comentados (colaboración. 2001)
y Cuentos de Navidad. Los mejores clásicos para leer en familia (colaboración,
2009).
Aún
en pleno estupor por la noticia, aterrizó en mi mente, una vez más, el famoso Principio de Peter, una de las leyes de
Murphy más citadas: “En una jerarquía,
todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”,
acompañado de dos agudos corolarios: 1) Con
el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado
que es incompetente para desempeñar sus obligaciones; 2) El trabajo es
realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de
incompetencia.
Con
el Principio de Peter, aterrizó sobre la misma pista otro concepto más: enchufismo: “Práctica
de conceder empleos o beneficios por enchufe.” Enchufe: RAE: “Cargo o
destino que se obtiene sin méritos, por amistad o por influencia política”.
Y
entonces, el sinsentido de la asesoría de Ana Botella en la Oficina
Internacional de Turismo cobró sentido.
De
todas formas, lo más preocupante es la desvergüenza con que el poder perpetra
unos actos que hace unos años habrían desencadenado una verdadera tormenta.
Ahora el poder hace lo que quiere y como quiere, a sabiendas de que no va a
pasar nada: la dosis de anestésico ha surtido efecto entre la ciudadanía en
general. El bochornoso acuerdo entre Turquía y la UE sobre los refugiados
provenientes de Oriente Medio y otros lugares limítrofes o análogos solo lleva
a una concentración (en Zaragoza, mi ciudad, a las 12, hoy, domingo, antes del
aperitivo, en la –como siempre- Plaza de España, donde el centenar o los dos
centenares de personas de siempre se juntarán un rato ante el bostezo del
poder: al poder le tiene sin cuidado ese tipo de actos, manifestaciones o
concentraciones: no le hace el menor daño). Y con Botella, tres cuartos de lo
mismo. Y con un ¡ministro de Justicia! (Rafael Catalá) que declara que Podemos
está vinculado al terrorismo etarra (primera afirmación burda y gruesa) y con
el independentismo (como si fueran lo mismo; segunda afirmación burda y crasa).
El
poder dice y hace lo que quiere ante nuestras narices porque lo que llamamos
“poder “ y “Gobierno” tienen el permiso de decirlo y hacerlo si son obedientes
y fieles servidores de los verdaderos poderes que rigen el planeta: los dueños
del dinero y de las finanzas. La izquierda, los partidos de izquierda, los
sindicatos y no pocas organizaciones y asociaciones de izquierda adolecen de
catalepsia: estructura rígida, reflejos rígidos, posiciones y
posturas que permanecen en la misma posición, carencia de respuesta a
estímulos, acontecimientos o el acontecer mismo de la vida ciudadana,
desaceleración de las funciones y las obligaciones fundamentales; en resumidas
cuentas, parecen muertos.
No
nos rasguemos, pues, las vestiduras por la señora Botella, pues hay muchos y
muchas Botellas ocupando cargos, sillones y poltronas, preparando discursos y
declaraciones de izquierdas, muy, muy de izquierdas.
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