En el 92 vine a Zaragoza después
de estar en Madrid desde 1973. Dadas mis limitaciones físicas, Madrid me
agobiaba y me limitaba aún más. Por eso regresar a mi ciudad natal fue una
recuperación de capacidades y actividades, que tenía constreñidas. Muchas cosas
buenas (otras no tanto) vinieron a mí. Entre ellas, destaca conocer y ser con
el tiempo amigo de M.A., de T. y de J. Solo porque han entrado en mi vida estos
tres amigos, ha merecido la pena venir a Zaragoza.
Hoy es el cumpleaños de J. y
también su fecha de jubilación, aunque espere hasta final de curso para irse
del centro educativo donde es docente. Por eso, esta mañana lo primero que he
hecho es escribir en el Diario una reflexión pensando en J.: La
revolución que necesita la política. Caminando por los senderos de la
educación y la política, así como por
los mil detalles polícromos que va mostrando la vida, me he visto reflejado en
él, además de ser un buen ejemplo de cómo ser y conducirse por la vida. Un buen
acompañante, compañero y amigo.
Felicidades, J.
Un fuerte abrazo.
¡A disfrutar!
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