jueves, 28 de abril de 2016

Diario de un profeflauta motorizado, 693. Triage


 Triage es una palabra francesa (adoptada también en varias lenguas más) que significa selección.  En diversas lecturas he visto “triage” en relación con laa medicina: cuando un médico o profesional de la medicina se enfrenta a varios o muchos casos de emergencia, ante muchos pacientes graves o muy graves, debe decidir cuáles tienen más posibilidades de sobrevivir –y posponer la atención de otros e incluso (en algunos casos extremos) abandonar a los otros a su suerte. De hecho, existe también en castellano el verbo “triar”, que según el Diccionario de la RAE significa “escoger, separar, entresacar”. “Conforme a lo establecido por el Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos (ATLS), se denomina «triaje» al método de selección y clasificación de pacientes basado en sus necesidades terapéuticas y los recursos disponibles para su atención” (cfr. Wikipedia, triage). He leído casos en que voluntarios de Médicos Sin Fronteras se convierten en héroes y víctimas a la vez ante casos –bastante cotidianos- de “triage”.

La vida misma, de hecho, es un permanente “triage”: ante el abanico de posibilidades que tengo en cada momento y circunstancia, he de decidirme por una, obviando las demás. La vida es un proceso dinámico y constante a lo largo del cual vamos configurando nuestra personalidad y nuestra biografía. Una vida será más o menos amorfa en la medida en que va desapareciendo de ella la conciencia misma de ser un “triage” inmanente a su auténtico ser.



La vida política parece a veces también tan disforme por estar tan apartada de situaciones de “triage”. Si el objetivo básico de la política es el fomento de los derechos humanos y las libertades cívicas (vivienda, sanidad, educación, pensiones, atención a la dependencia, etc.) errará en su actividad en la medida que esté dando la espalda o separada de las situaciones concretas y más urgentes de “triage” en que se hallan muchas personas, tomadas de una en una.

Antes ponía siempre el ejemplo de que, si una casa está incendiándose, sería de locos ponerse a discutir sobre el color de la pintura de la escalera o sobre quién ha tenido la culpa del incendio. El incendio es una situación de emergencia extrema, una situación de “triage”, en la que hay que actuar pronto y rápido para salvar vidas y enseres, en la medida de lo posible. Pues bien, la casa de la ciudadanía se está incendiando (cada vez más recortes en derechos y libertades, decrecen diariamente las perspectivas de que se restablezca y crezca el principio de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Parecen protestar (poco…) y quejarse aquellos que son presas directas e inmediatas de las llamas del incendio. Los demás… parecen quedarse tan tranquilos o encogerse de hombros, pues (de momento) no se ven afectadas sus habitaciones particulares.



Un político debería acercarse/adentrarse en la vida política si y solo si tiene conciencia plena de que se está quemando la casa entera de la ciudadanía, así como también de quiénes son los incendiarios. Un político debería estar cada día tan en situación de “triage” como todas esas personas voluntarias de la medicina situadas en el “triage” más extremo en Sudan del Sur, Bangladesh o mil otros rincones del mundo olvidados por la irresponsabilidad del mundo rico. Un político debería dormir algunas noches poco y mal por esta causa.





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