Savita Halappanavar era una dentista india que
vivía en la ciudad irlandesa de Galway. Tenía 31 años y estaba embarazada de 17 semanas, pero falleció el pasado
28 de octubre en el Hospital Universitario de la citada ciudad.
Empezó a sentirse mal pronto y acabó muy enferma,
pero a Savita ni siquiera le quedaba el consuelo de acordarse del hijo que
estaba esperando para la primavera, pues desde muy pronto supo que el feto que
llevaba dentro era inviable y no podría sobrevivir. Los médicos de aquel
supuesto hospital supuestamente universitario supuestamente europeo la dejaron
morir de septicemia, pues se negaron a practicar el aborto, ya que aún latía el
corazón de aquel feto agonizante. “Este es un país católico y la ley lo
prohíbe”, le dijeron, a lo que ella respondía en vano que no era irlandesa ni
católica, sino india e hindú.
Praveen Halappanavar, su marido, un ingeniero de
la empresa Boston Scientific en Galway, vivió con su esposa la misma pesadilla.
Había leído en los diarios que los talibanes vivían en las resecas montañas de
Afganistán, pero allí se dio cuenta del error: en Irlanda hay talibanes que
visten bata blanca y van a misa y rezan el rosario y brindan por san Patricio.
Unos talibanes perforan de un disparo la cabeza de una niña que reivindica su
derecho a ir a la escuela. Otros talibanes dejan morir fríamente a una mujer
porque el corazón de un feto de 17
semanas sigue latiendo. Eso sí, cuando dejó de latir, dejó también de latir el
de la madre. ¡Qué bien!
El aborto sigue siendo un tema tabú en la
católica Irlanda, al igual que en resto de los católicos países del mundo. No
verás un solo rastro de condena en sus constituciones contra el paro, el fraude
fiscal o la explotación de muchos en manos de unos pocos, pero sus jerarcas
proyectan en tales constituciones sus fijaciones y obsesiones, de corte
marcadamente sexual: aborto, homosexualidad, anticonceptivos, relaciones pre- y
extramatrimoniales, etc.
Ahora el talibanismo mesetario hispanovisigótico
ataca de nuevo en España: Gallardón quiere volver a una restrictiva ley de
supuestos, eliminando la vigente ley de plazos. El Gran Talibán y sus talibanes
adláteres no saldrán así a la calle a defender la vida y la familia, como
hacían cuando gobernaba el impío ZP, pues es un país católico, por la gracia de
dios (del suyo, no el de Savita Halappanavar, o el de los adoradores de las
decenas de dioses más inventados en el mundo; tampoco de quienes consideramos
que dios es un simple pseudoconcepto).
“Savita
sufría una auténtica agonía. Estaba destrozada por la pérdida del bebé, pero lo
había aceptado. Cuando vio al médico el lunes por la mañana le volvió a
preguntar por qué, si no podían salvar la vida del niño, no la inducían a
terminar el embarazo. El médico le dijo que mientras esté latiendo el corazón
del feto no podían hacer nada”, repite una y otra vez su viudo, Praveen.
“Esa
noche empezó a tener temblores y escalofríos y a vomitar. Fue al lavabo y se
desmayó. Se encendieron todas las alarmas y los doctores empezaron a sacarle
sangre y a darle antibióticos. A la mañana siguiente les dije que ella estaba
tan enferma que tenían que acabar con aquello, pero volvieron a decir que no
podían”, concluyó.
A mediodía, el corazón del feto dejó de latir y
por fin abrieron la matriz de Savita. “Cuando salió del quirófano podía hablar
pero estaba muy enferma. Es la última vez que hablé con ella”. Aquella noche le
llamaron del hospital para decirle que estaba en estado crítico y la habían
sedado. En la noche del sábado al domingo 28 de octubre, falleció.
Malditos seáis todos y todas talibanes de mierda, asesinos de mujeres,
corazones que laten solo ante el papamóvil o los secretos anticomunistas de la
virgen de Fátima. Amén. Así sea.
Sí, malditos sean... Lamentablemente, si algún día lograrán apearse del burro del talibanismo (cosa improbable), se darían cuenta de su torpeza infinita y de su impiedad...
ResponderEliminarSí, claro que sí, malditos sean todos los talibanismos, vengan de donde vengan.
Viva el sectarismo..............................
ResponderEliminarY la demagogia..................................