Este es un fragmento de
Los lobbies financieros, tentáculos del poder (Clave Intelectual), escrito por
Juan Hernández Vigueras.
Doctor en Derecho, ha trabajado un grandes empresas y es profesor
universitario de posgrado. Ha participado activamente en el desarrollo
del movimiento internacional Attac y es autor de diversos libros entre
los que se encuentran
Los paraísos fiscales. Cóm olos centros offshore socavan las democracias (2005) o
El casino que nos gobierna. Trampas y juegos financieros a lo claro (Clave Intelectual). Ha colaborado durante años como analista de asuntos político-financieros en
Cambio 16,
Cuadernos para el Diálogo y
Público.
En los últimos años de graves problemas financieros en España, el presidente del Gobierno y otras autoridades tuvieron
contactos directos en Madrid con los máximos representantes del Instituto de Finanzas Internacionales, the Institute of International Finance (IIF en siglas en inglés), con su presidente el suizo
Josef Ackerman,
consejero delegado del Deutsche Bank y también presidente de la
asociación de los banqueros alemanes; y con su director gerente,
Charles Dallara, como consta en la prensa española.
¿Por qué son relevantes esas visitas de personajes extranjeros de las finanzas? Porque el IIF es el mayor
lobby mundial
de los grandes bancos, con sede central en Washington DC, que cuenta
entre los miembros del consejo de administración a Goldman Sachs, al
Grupo ING, al BNP Paribas, al Deutsche Bank, al español BBVA (
Francisco González)
y demás bancos globales de inversiones y comerciales, junto con grandes
fondos de patrimonios soberanos, compañías de seguros, gestores de
activos, corporaciones multinacionales y otras organizaciones, que
proveen productos y servicios financieros. Representa el poder bancario
privado mundial con más de 470 miembros con sede en más de 70 países de
Europa, América del Norte y de Sur, Asia, Oriente Medio y África. Y
actúa como un influyente
lobby por cuenta propia.
El IIF ha tenido un papel muy activo en el desarrollo de la crisis de la deuda soberana del euro
Este Instituto es el principal
lobby financiero
global porque desde hace décadas la banca financiera tiene actividades
en todo el mundo; y tienen alcance global todas las grandes cuestiones
de dinero, sea la bancarización de las cajas de ahorros españolas, la
creación del «banco 155 malo» (la sociedad mercantil Sareb) o el
endeudamiento de Grecia. El análisis de esos hechos relevantes demuestra
el peso de la banca global en la Unión Europea, representada por esta
organización.
Como tal
lobby bancario, el IIF ha tenido
un papel muy activo en el desarrollo de la crisis de la deuda soberana
del euro; y también, con su intervención entre bastidores, en el proceso
de la crisis bancaria española mediante contactos directos con las más
altas autoridades españolas mantenidos durante 2010, 2011 y 2012. La
misión de este «Instituto» abarca esa labor según su informe anual de
2011, que destaca como tareas «
trabajar con gobernantes, reguladores y
organizaciones multilaterales para reforzar la eficiencia, la
transparencia, la estabilidad y la competitividad del sistema
financiero global con un énfasis en planteamientos voluntarios basados
en el mercado para prevenir las crisis y gestionarlas». Traducido: busca
presionar a los países para lograr decisiones que beneficien a la gran
banca mundial.
La banca, inquieta sobre el «banco malo» en España
En noviembre de 2012,
Charles Dallara,
director gerente del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF)
visitaba Madrid para entrevistarse con miembros del Gobierno y conocer
de primera mano los detalles del conocido como «banco malo», la sociedad
mercantil que iba a gestionar los activos inmobiliarios invendibles
llamados tóxicos de los bancos; quería saber cómo afectaría a sus
clientes, los bancos, algunos detalles que, según sus manifestaciones
«le generaban dudas». Este personaje, antiguo secretario adjunto del
Departamento del Tesoro de los EEUU, ha ocupado el cargo de director
general del IIF desde 1993 hasta finales 2012, una organización
internacional que
representa los intereses de más de 470 bancos privados de todo el mundo;
y con tal representación llevó la gestión de las negociaciones con el
gobierno griego para la quita de la deuda de Grecia, que analizaremos
después. Si el año anterior, había sido el presidente de esta
organización bancaria mundial quien había visitado al presidente del
Gobierno, ahora la visita era de segundo nivel porque como el asunto del
endeudamiento exterior de España ya estaba encauzado con un gobierno
neoliberal conservador sometido a la dirección de Bruselas, la
información a obtener y contrastar tenía carácter más «técnico» y de
detalle, asegurándose
in situ que las condiciones del «banco malo» fueran buenas oportunidades de negocio en la línea global de «
business as usual», pasado el susto inicial de la crisis financiera, «hacer negocios como siempre».
El foco no debería estar en la meta de déficit sino en reformas como la flexibilización del mercado laboralPor
esas fechas, el predominio de la visión ortodoxa de la economía en la
opinión pública española, daba por buena una vez más la socialización de
las pérdidas de los bancos y cajas que supone el «banco malo»; y no
estaban claros algunos puntos importantes de las bases del posible
negocio. Estaban pendientes de definir aspectos como a qué precio iban a
ser adquiridos por la nueva sociedad conocida como el banco malo, los
solares, las urbanizaciones o pisos invendibles,
los llamados valores
tóxicos de los bancos más problemáticos que pasarían a poder de esa
nueva sociedad gestora (ya denominada Sareb), su diseño y la cuantía de
participación bancaria privada y otros detalles que condicionarían la
rentabilidad para los bancos inversores en esa nueva sociedad gestora.
En ese contexto, hemos de interpretar algunas de sus observaciones o
sugerencias que
el representante del alto lobby bancario Charles Dallara habría trasladado a las autoridades españolas según quedaban reflejadas en la entrevista en
El País:
–«En
mis discusiones con altos cargos europeos y del FMI no he percibido que
haya la sensación de que hay mucho más que hacer en el caso de España.
De hecho, mi opinión es la contraria, que el ritmo de ajuste fiscal en
España quizás es demasiado rápido. El foco no debería estar en la meta
de déficit sino en el componente estructural de las reformas,
flexibilizar algo más el mercado laboral, profundizar en las
privatizaciones, reducir el tamaño del sector público... Todo eso lleva
tiempo. Creo, también, que el sector inmobiliario debe ajustarse a su
nueva realidad y proceder a un saneamiento del sector financiero, que ya
está en marcha.
Para eso se ha creado el banco malo, una medida que en principio apoyamos.
Pero me voy a reunir con algunos miembros del Gobierno para discutir
con ellos las distintas modalidades o algunos detalles que nos suscitan
dudas». Y añadía otro párrafo clarificador.
–«
No acabo de entender del todo algunos de los anuncios hechos por el Gobierno.
Por ejemplo, el papel que tendrán en el banco malo los bancos
españoles, si serán parte de los inversores privados que integrarán el
capital del banco. Porque creo que es importante proteger la integridad
del conjunto del sistema financiero y no infectar a los bancos sanos de
las debilidades de algunas cajas de ahorros. Uno de los grandes activos
de la economía española son sus bancos, que, pese a todo, son muy
sólidos y mantienen las ganancias, aunque no sean espectaculares. Pero
no quiero que se me malinterprete, me parece que la decisión del banco
malo es una decisión positiva».
El objetivo de la visita del representante del Instituto de Finanzas Internacionales se habría logradoEn
este lenguaje sutil del poder en materia tan terrenal como los
intereses financieros de los grandes bancos internacionales en juego, se
apuntaba la necesidad de algunos retoques en el proyecto. Y unos quince
días más tarde, el BOE del 16 de noviembre publicaba el Real Decreto
por el que se establecía «el régimen jurídico de las sociedades de
gestión de activos»; tras la larga incubación nacía el conocido «banco
malo», bajo el nombre oficial de sociedad de Gestión de Activos
Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb); y
sin que ese Instituto-lobby expresara ya ningún reparo.
El objetivo de la visita del representante del Instituto de Finanzas
Internacionales se habría logrado. La participación privada alcanza el
51% del capital social, por lo que los bancos inversores tendrán la
capacidad de decisión en la nueva sociedad Sareb. Y el hecho de que la
participación del capital publico alcance el 49%, aparentemente acordado
para que las eventuales pérdidas no incrementaran el déficit público,
no impedirá que las deudas de esta sociedad no pesen subsidiariamente
sobre las cuentas del Estado. Algo debieron tener que ver con estos
resultados, los
lobbies financieros exteriores e interiores.
A mediados de diciembre de 2012, cuando el trabajo fino en España y en Grecia estaba finalizado, Dallara era sustituido por
Tim Adams,
un antiguo consejero del presidente
Bush, como director gerente del IIF, el
lobby de
los grandes bancos, según lo calificaba la Agencia France Press al
comentar el comunicado con el nuevo nombramiento. Hasta ese momento el
nuevo director gerente Adams, dirigía un gabinete de asesoramiento
económico, el Lindsey Group, de Washington. Por esas fechas, Ackerman,
presidente del DeutscheBank, dejaba su puesto como presidente del IIF a
Douglas S. Flint,
presidente del Grupo bancario HSBC, tan conocido entre otras cosas como
el banco suizo del que salio la famosa lista Faciani de defraudadores
de todo el mundo y como banco colaborador en el blanqueo de dinero sucio
del narcotráfico mexicano.