Hoy quedan 166 y 37 están en huelga de hambre, la mayoría de ellos desde
hace seis semanas. En otros casos similares, cuando sus vidas peligran, los
soldados los alimentaron forzadamente por vía nasogástrica, los mismos soldados
que confiscan los fotos y las correspondencia de los prisioneros y se mofan del
Corán. Se trata del campo de concentración de Guantánamo, de imposible
justificación ante la Constitución norteamericana y los Derechos Humanos de la
ONU. Obama prometió su cierre en la campaña de su primer mandato. Ahora guarda
silencio. Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que
otros…
Los presos viven en condiciones extremas, son víctimas de un hipócrita
limbo legal donde no tienen cargos, no son juzgados ni extraditados. Se les priva de cualquier
esperanza de salida o de solución. Por eso prefieren morir, desean morir:
Guantánamo es mucho peor que la muerte. La Cruz Roja Internacional tiene
prevista una visita al campo de concentración a primeros de abril, pero no dará
a conocer públicamente las conclusiones de su misión de observación, pues están
sujetas a confidencialidad. Los amos aplican las normas. Los amos dictan las
normas. Los amos predican la democracia. Los amos extienden su democracia
mediante asesinas guerras preventivas o campos de concentración y cárceles secretas.
En 2005, 200 prisioneros (un tercio del total por aquel entonces)
iniciaron una huelga de hambre. La Administración Bush se lavó las manos y
aplicó cataplasmas inútiles a la gangrena de Guantánamo. Hoy ocurre lo mismo:
los estadounidenses son tan buenos que no quieren devolver a su país de origen
a los presos yemeníes (una buena parte de los presos que aún restan en el
campo, pues “el Pentágono no quiere enviarlos a su país debido a la
inestabilidad de esa nación”). Más aún el general en jefe del campo de Guantánamo
no se cree que ningún preso esté realmente en huelga de hambre, ya que “toman tentempiés en sus celdas”. El Congreso
estadounidense se niega asimismo a que los presos de Guantánamo sean recluidos
en cárceles norteamericanas o expatriados, pues no está demostrado que “no serán un
peligro posterior”. ¡Viva la hipocresía! ¡Viva el Tea Party!
Entre las palmeras que rodean
la base naval de Guantánamo, donde se halla el campo de concentración, hay una
palabra omnímoda en el aire: terrorismo. Una palabra con tantos significados
opuestos y contradictorios que carece ya de cualquier significado real. Los
norteamericanos recluyeron a “terroristas” atrapados en Irak, Afganistán,
Pakistán. Jordania, Libia, Mauritania, Sudán… Entre ellos, según Amnistía
Internacional, 17 menores de edad, uno de ellos suicidado (preferible la muerte
a Guantánamo, más en el caso de un menor). Amnistía Internacional informó
también de que, entre 500 detenidos objeto de un estudio, “solo el 5% de los prisioneros
habían sido capturados originalmente por fuerzas estadounidenses. El 86% habían
sido arrestados por fuerzas pakistaníes o de combatientes en Afganistán, y
frecuentemente entregados a Estados Unidos a cambio de recompensas”.
Los amos dictan que los “terroristas” no tienen derecho a la presunción
de inocencia o a un juicio con jurado. Solo tienen acceso a ser torturados y a
ser objeto de tratos vejatorios, según informes de Naciones Unidas y Amnistía
Internacional y que el propio Departamento estadounidense de Defensa reconoció
ya en 2005. Por si fuera poco, según
Amnistía Internacional, 14 detenidos fueron trasladados a Guantánamo en
septiembre de 2006 tras permanecer recluidos en régimen de incomunicación bajo
custodia secreta de la CIA durante periodos de hasta 4 años y medio.
¿Si Guantánamo se cierra quedaría
solventado el problema de los presos detenidos por Estados Unidos acusados de
terrorismo? No, en absoluto. Guantánamo
es sólo una parte del sistema de campos de detención que mantiene Estados
Unidos en el exterior, y que incluye otros campos en Irak y Afganistán y
centros de detención secretos de la CIA. O sea, en este ámbito, lisa y
llanamente la Ley de Murphy para los prisioneros “terroristas” de Guantánamo.
¿Yes,
We Can, señor Obama?
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