martes, 2 de abril de 2013

El hipócrita limbo de Guantánamo



Hoy quedan 166 y 37 están en huelga de hambre, la mayoría de ellos desde hace seis semanas. En otros casos similares, cuando sus vidas peligran, los soldados los alimentaron forzadamente por vía nasogástrica, los mismos soldados que confiscan los fotos y las correspondencia de los prisioneros y se mofan del Corán. Se trata del campo de concentración de Guantánamo, de imposible justificación ante la Constitución norteamericana y los Derechos Humanos de la ONU. Obama prometió su cierre en la campaña de su primer mandato. Ahora guarda silencio. Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros…
Los presos viven en condiciones extremas, son víctimas de un hipócrita limbo legal donde no tienen cargos, no son  juzgados ni extraditados. Se les priva de cualquier esperanza de salida o de solución. Por eso prefieren morir, desean morir: Guantánamo es mucho peor que la muerte. La Cruz Roja Internacional tiene prevista una visita al campo de concentración a primeros de abril, pero no dará a conocer públicamente las conclusiones de su misión de observación, pues están sujetas a confidencialidad. Los amos aplican las normas. Los amos dictan las normas. Los amos predican la democracia. Los amos extienden su democracia mediante asesinas guerras preventivas o campos de concentración y cárceles secretas.
En 2005, 200 prisioneros (un tercio del total por aquel entonces) iniciaron una huelga de hambre. La Administración Bush se lavó las manos y aplicó cataplasmas inútiles a la gangrena de Guantánamo. Hoy ocurre lo mismo: los estadounidenses son tan buenos que no quieren devolver a su país de origen a los presos yemeníes (una buena parte de los presos que aún restan en el campo, pues “el Pentágono no quiere enviarlos a su país debido a la inestabilidad de esa nación”). Más aún el general en jefe del campo de Guantánamo no se cree que ningún preso esté realmente en huelga de hambre, ya que “toman tentempiés en sus celdas”. El Congreso estadounidense se niega asimismo a que los presos de Guantánamo sean recluidos en cárceles norteamericanas o expatriados, pues no está demostrado que no serán un peligro posterior”. ¡Viva la hipocresía! ¡Viva el Tea Party!
Entre las palmeras que rodean la base naval de Guantánamo, donde se halla el campo de concentración, hay una palabra omnímoda en el aire: terrorismo. Una palabra con tantos significados opuestos y contradictorios que carece ya de cualquier significado real. Los norteamericanos recluyeron a “terroristas” atrapados en Irak, Afganistán, Pakistán. Jordania, Libia, Mauritania, Sudán… Entre ellos, según Amnistía Internacional, 17 menores de edad, uno de ellos suicidado (preferible la muerte a Guantánamo, más en el caso de un menor). Amnistía Internacional informó también de que, entre 500 detenidos objeto de un estudio, “solo el 5% de los prisioneros habían sido capturados originalmente por fuerzas estadounidenses. El 86% habían sido arrestados por fuerzas pakistaníes o de combatientes en Afganistán, y frecuentemente entregados a Estados Unidos a cambio de recompensas”.
Los amos dictan que los “terroristas” no tienen derecho a la presunción de inocencia o a un juicio con jurado. Solo tienen acceso a ser torturados y a ser objeto de tratos vejatorios, según informes de Naciones Unidas y Amnistía Internacional y que el propio Departamento estadounidense de Defensa reconoció ya en 2005.  Por si fuera poco, según Amnistía Internacional, 14 detenidos fueron trasladados a Guantánamo en septiembre de 2006 tras permanecer recluidos en régimen de incomunicación bajo custodia secreta de la CIA durante periodos de hasta 4 años y medio.
¿Si Guantánamo se cierra quedaría solventado el problema de los presos detenidos por Estados Unidos acusados de terrorismo? No, en absoluto. Guantánamo es sólo una parte del sistema de campos de detención que mantiene Estados Unidos en el exterior, y que incluye otros campos en Irak y Afganistán y centros de detención secretos de la CIA. O sea, en este ámbito, lisa y llanamente la Ley de Murphy para los prisioneros “terroristas” de Guantánamo.
¿Yes, We Can, señor Obama?

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