Mañana, 1 de mayo, Día
Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, ocurrirá en la ciudad
donde vivo los mismos acontecimientos de cada año. Algunos, buenos, porque
serán una reivindicación del deber de trabajar y el derecho al trabajo de la
ciudadanía. Otros, algo más lamentables.
Por un lado, UGT y CC.OO. saldrán
de una plaza y a una hora, y terminarán ante la Delegación del Gobierno. Por
otro, CGT, CNT y otros sindicatos autodenominados "críticos" saldrán de otra plaza y a otra hora para
acabar en otra plaza, la plaza de La Seo.
El poder económico y financiero
forma un cuerpo unitario y sin fisuras para seguir perpetrando recortes de
derechos y libertades de la ciudadanía y de la población trabajadora y
desempleada. Con 6,2 millones de desempleados, 11 millones al borde del umbral
de la pobreza y 400.000 desahucios se proponen seguir horadando implacablemente el sistema de
derechos y servicios sociales.
El mundo sindical, en cambio, sigue
partido y desunido. Unos, porque dicen aglutinar a la mayoría de delegados y
afiliados. Otros, porque se consideran más puros y combativos. Finalmente, el
secretario general de la UGT soltará su discurso y el de CC.OO. repetirá el
mismo mensaje en otro discurso gemelo univitelino, para no correr el riesgo de
que un sindicato parezca por encima del otro. En la cercanía se oirán los cantos y gritos de
la otra manifestación sindical más pura, más combativa, según creen sus participantes.
Se cumplirá entonces con toda su
crudeza la conocida fábula de Tomás de Iriarte “Galgos o podencos”:
Por
entre unas matas,
seguido de perros,
-no diré corría-,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero,
y le dijo: “Tente,
amigo; ¿qué es esto?”
“¿ Qué ha de ser?” –responde-;
sin aliento llego...
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo.”
“Sí -replica el otro-,
por allí los veo...
Pero no son galgos.”
“¿Pues qué son?” “Podencos.”
“¿Qué? ¿Podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos,
bien visto los tengo.”
“Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.”
”Son galgos, te digo.”
”Digo que podencos.”
En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
seguido de perros,
-no diré corría-,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero,
y le dijo: “Tente,
amigo; ¿qué es esto?”
“¿ Qué ha de ser?” –responde-;
sin aliento llego...
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo.”
“Sí -replica el otro-,
por allí los veo...
Pero no son galgos.”
“¿Pues qué son?” “Podencos.”
“¿Qué? ¿Podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos,
bien visto los tengo.”
“Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.”
”Son galgos, te digo.”
”Digo que podencos.”
En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
Que razón tienes profesor, así nos va mea culpa.
ResponderEliminarsoy un conejo más.
Jesús
Me temo que estos puristas sin quererlo' le hacen el juego a la derecha. Si los sindicatos no salen unidos, dificilmente lo estarán la clase trabajadora.
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