"España
no puede permitirse que haya gente que no pueda comer", dijo Rubalcaba el
pasado siete de abril. Inmediatamente, me vino a la mente el artículo 25.1 de
la Declaración Universal Derechos Humanos de la ONU, que reconoce el derecho “a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la
salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda,
la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez,
vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad”. Del mismo derecho habla el artículo 11 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU de 1966: “derecho de toda persona a un
nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y
vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia.
Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de
este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la
cooperación internacional fundada en el libre consentimiento”.
Y
me formulé entonces la siguiente pregunta: ¿Rubalcaba plantearía la solución
del problema como un derecho o solo como una cuestión simplemente asistencial?
El
secretario general del PSOE propone crear un "fondo de urgencia" de
1.000 millones de euros destinado a Ayuntamientos (400 millones), comunidades
autónomas (400 millones) y ONG (200 millones), con el fin de “atajar” la
pobreza en España. Acudí rápidamente entonces
al diccionario de la RAE, que me ilustró sobre el significado de
“atajar”: “Ir o tomar por
el atajo. Salir por algún atajo al encuentro de personas o
animales que huyen o caminan. Cortar o dividir algún sitio o terreno, dejando alguna
parte de él separada de la otra por medio de un tabique, un biombo, un cancel,
un surco, etc. Señalar
con rayas en un escrito la parte que se ha de omitir al leerlo, recitarlo o
copiarlo. Dividir un rebaño en atajos o
porciones, o disgregar de él una parte. Cortar
o interrumpir alguna acción o proceso. Atajar el fuego, un pleito
Interrumpir a alguien en lo que va diciendo. En algunos deportes, parar una pelota lanzada por un jugador. Atrapar algo que ha sido arrojado por el aire. Reconocer o explorar la tierra. Cortarse o correrse de vergüenza, respeto, miedo
o perplejidad. And. beber hasta trastornarse los
sentidos). Cuba U. para pedir ayuda para atrapar a un ladrón que
huye”. De tos aquellos significados me quedé con el
único que no me llevaba por un atajo a la confusión: “Cortar o interrumpir
alguna acción o proceso”.
Rubalcaba, pues, no se refiere a erradicar la pobreza, sino solo a
interrumpirla (sin ni siquiera decir hasta cuando).
Ciertamente, Rubalcaba habla de “situación dramática” y “emergencia
nacional”, por lo que plantea un pacto entre todas las fuerzas políticas e
instituciones y agentes sociales “para impedir que la situación vaya a peor”,
lo cual parece excluir (al menos, de momento) cualquier planeamiento que
proponga combatir radicalmente la pobreza hasta su desaparición.
A continuación, transcribo algunas de las acciones propuestas por el
secretario general del PSOE en relación con la pobreza (fuente: El País): ayudas para alimentación (paquetes de
alimentos o vales para las tiendas), pañales o contribuir a gastos de
suministro de viviendas; ayudas para comedor, libros o transporte escolar; ayudas
a los desempleados; ayudas a domicilio medicamentos de dependientes o ancianos;
gastos de albergues, centros de acogida, centros de día, o viviendas tuteladas,
destinados a las personas sin hogar…
Me
pregunto si Pablo Iglesias o Largo Caballero estarían de acuerdo con estas
medidas contra la pobreza de los ciudadanas y las ciudadanas en la actual
situación del país.
Tanto en los Estatutos como en el
Programa Electoral 2011, el Partido Socialista Obrero Español se autodefine
como “una organización política de la
clase trabajadora y de los hombres y mujeres que luchan contra todo tipo de
explotación, aspirando a transformar la sociedad para convertirla en una
sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz que lucha por el progreso de
los pueblos”. Allí el PSOE afirma también que “nuestra razón de ser es la de contribuir a alcanzar una sociedad
mejor, detectando los problemas y aportando soluciones, sobre la base de los
principios de libertad, igualdad, solidaridad y justicia social”. A mi
entender, estas palabras tienen muy poco que ver con un fondo asistencial
contra la pobreza, pues contienen como hilo conductor la transformación radical
de la sociedad. Conociendo a no pocos militantes socialistas, no puede
sentarles muy bien ese presunto asistencialismo social del secretario general
de su partido.
Descartando cosas tan horrendas
dentro del PSOE como su antigua aspiración a socializar los medios de
producción (en
1979, bajo la secretaría de Felipe González, el PSOE terminó asumiendo en su
28º Congreso la economía de mercado y renunciando a su hasta entonces
definitoria relación con el marxismo), echo de menos que a Rubalcaba no se le
haya ocurrido, al menos, proponer y exigir como medida necesaria y eficaz
contra la pobreza, por ejemplo, la banca pública, la nacionalización de los sectores esenciales de la
economía, el salario mínimo interprofesional de
1.000 euros al mes (72% de la media de los seis países de la UE que lo tienen
más alto), la renta básica universal para todo ciudadano y ciudadana, una
política fiscal de progresividad real entre las diversas rentas de la
ciudadanía para una redistribución justa de los recursos, persecución del
fraude fiscal, de la economía sumergida y de los paraísos fiscales; personal e
infraestructuras adecuadas para los inspectores de la Hacienda Pública. Y como
a eso no se puede llegar con el actual sistema electoral, también la reforma
del sistema electoral que refleje con justeza la voluntad popular.
Fuera de esta vía, solo resta añadir otros 1.000 millones a
los anteriores 1.000 millones ya empleados y gastados.
¿Asistencialismo o justicia social real, señor Rubalcaba?
Quiero
acabar con una conocida frase de Warren Buffett, inversor profesional, tercera
persona más rica del mundo :"Hay una guerra de clases, es cierto; pero es
mi clase, la clase de los ricos, la que la libra, y la estamos ganando".
Pregúntese
entonces, señor Rubalcaba, hasta qué punto usted y su partido no están
contribuyendo a esta victoria de los ricos a costa de los derechos
fundamentales y del bienestar básico del pueblo.
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