Fernando Restoy es subgobernador del Banco de España. El Banco de
España, a su vez, es un organismo estatal que actúa de banco central nacional.
Es decir, estamos hablando de cargos públicos e instituciones públicas. Pues
bien, el actual subgobernador del Banco de España se muestra contrario a la
banca pública en un artículo recogido en el libro Ensayos sobre Economía y Política Económica. Sin
duda, al señor Restoy le ampara el derecho de libertad de opinión y de
expresión para oponerse a la banca pública, pero no sería extraño entonces que le
sobreviniesen regularmente procesos graves de bipolaridad y esquizofrenia
aguda, teniendo en cuenta a la vez su cargo y sus ideas.
En resumidas
cuentas, el subgobernador del Banco de España afirma en el citado
artículo que a) la experiencia demuestra que
la gestión o la propiedad pública de las entidades financieras no
resultan un “mecanismo eficaz para corregir las imperfecciones del mercado de
servicios bancarios y, con frecuencia, tiende a acentuarlas”; b) en todo caso,
sirven para llevar a cabo “procesos de reordenación del sector acotados en el tiempo”
(es decir, sanear las deudas y las pérdidas de la banca privada, para después
volver a venderlas al sector privado, a costa del dinero de toda la ciudadanía).
Ante tales afirmaciones del señor Restoy, un ciudadano cualquiera como
yo, poco ducho en cuestiones económicas y financieras, le preguntaría si la
experiencia ha demostrado que la gestión privada de las entidades financieras
privadas, fuera de cualquier regularización y control públicos de los mercados
financieros, es eficaz, a no ser que se entienda por eficacia llevar a una
crisis de dimensiones planetarias y a la ruina de centenares de millones de
seres humanos, en beneficio exclusivo de una minoría privilegiada.
Personalmente, estaría muy interesado sobre todo en que el
subgobernador del Banco de España diese su opinión ante algunos datos ofrecidos
por el profesor de Economía Aplicada, Carlos Sánchez Mato, en su artículo “Las
disparatadas ayudas públicas al sector bancario”[1]:
“En ningún
organismo público se informa de manera completa y global de las ayudas públicas
puestas a disposición de las entidades bancarias y se utilizan todo tipo de
artimañas para disminuir el importe de las mismas”.
“El
sector bancario es absolutamente dependiente de las ayudas públicas repartidas
entre unas limitadas medidas de capitalización y las articuladas para facilitar
la liquidez que suponen más de 275 mil millones de euros. A ese descomunal
importe hay que añadir la financiación del Banco Central Europeo que eleva a
más de 632 mil millones de euros el auxilio facilitado al sector. La
responsabilidad para el Estado no se queda en la anterior cifra dado que, en
aras a facilitar la financiación barata de las entidades bancarias, garantiza
los depósitos de hasta 100 mil euros por titular sin disponer de fondo alguno
para ello. Sería
difícil de sostener por parte de las élites políticas y económicas que el
rescate del sistema financiero ha precisado de 1,42 billones de euros de ayudas
públicas hasta diciembre de 2012. Utilizar el 136% del PIB español o el
equivalente a seis veces la recaudación impositiva anual de todas las
Administraciones Públicas cuando se están pidiendo continuos sacrificios a los
ciudadanos no es algo al alcance de nuestros dirigentes políticos”.
“el análisis de
la situación demuestra que el rescate ha sido insuficiente porque solamente una
pequeña parte de esas ayudas lo han sido en forma de capital (87.357 millones
de euros) mientras que el resto (1,33 billones de euros) son medidas para
paliar su falta de liquidez como préstamos, adquisición de activos, garantías y
avales. Estos mecanismos no solucionarán sus problemas de solvencia”.
Esto lleva a
concluir, a tenor de lo que Sánchez Mato escribe en otro artículo, igualmente
excelente, “Basta ya de cuentos: pagar la deuda externa española es imposible”[2]
que “en diciembre de 2012 (últimos datos publicados
por el Banco de España), la deuda externa bruta de España ha superado 1,75
billones de euros situándose en similares niveles que en 2011. Más del 38% de la misma es a corto plazo”, y “la deuda
externa neta creció un 384% en el mismo período. Dicho de otra forma, el
pretendido “milagro” de crecimiento de España basado fundamentalmente en la
burbuja inmobiliaria, se ha financiado en un elevado porcentaje con ahorro
externo y en cantidad muy superior a la riqueza generada. Es un claro ejemplo
de utilización improductiva de los recursos, extensible también a la deuda
interna contraída. Cuando eso ocurre, independientemente de la ilegitimidad de
los compromisos contraídos, devolver lo prestado se convierte en una absurda
quimera”.
¿Resolverá
mejor el problema, según el subgobernador del Banco de España, la banca
privada, principal generadora del problema?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.