Todo
por Dios y por la Patria. Esa mezcolanza nacionalcatólica sigue en pie en los
cuarteles y los centros militares también durante la semana santa, donde ondea
la bandera española a media asta. Por lo que parece, las Fuerzas Armadas son
garantes de la unidad de la Patria y de la pureza de las creencias. Según
informa el diario El País, un portavoz de Defensa (¿quién nos ataca? ¿quién nos
agrede? ¿quién es el enemigo?) se lava las manos, indica que son los cuarteles
generales los que han decidido poner la bandera a media asta y que todo ello
obedece a “la tradición”.
¡Tradición!
La cabra se tira desde el campanario de la iglesia del pueblo por tradición, la
tierra ha de continuar siendo plana por tradición, los Príncipes y la Reina van
a la misa de Pascua en Mallorca por tradición y los militares ponen por
tradición la bandera constitucional a media asta porque una confesión religiosa
celebra la muerte de su dios. Una de las conclusiones que inmediatamente salen
de mis entresijos: entonces esa no es mi bandera.
El
País sigue informando de que las Fuerzas Armadas (entendámonos: el Ejército de
toda la vida) han participado este año “en más de un centenar de actos públicos
de carácter religioso”, según informó el Ministerio de Defensa en una nota. Los
portavoces políticos son tan trileros que pretenden mediante falacias que
creamos que tal participación de soldados, cadetes, guardias civiles, policías
y legionarios se realiza “a título personal y voluntario y no con carácter
orgánico”, sigue diciendo la nota del Ministerio de Defensa. Vayan o no vayan
voluntariamente los peones de la fiesta, son las distintas instituciones
PÚBLICAS del Estado (civiles y militares) las que, como tales, intervienen y
participan en actos de carácter privado y confesional.
Y
aquí no acaban las trampas de los trileros del Ministerio de Defensa: “la
presencia de militares en desfiles procesionales no conlleva rendición de
honores, aunque sí se aplica en estos casos la cortesía militar por deferencia
a la condición de acto público de los desfiles procesionales y ceremonias
homologables”. Esperando que esa cortesía militar se aplique, por ejemplo,
también a la celebración del Orgullo Gay o al inicio del Ramadán, es preciso
aclarar que las procesiones, por ejemplo, no son actos públicos porque
acontezcan en las calle y acuda mucha gente. Los actos públicos corresponden
exclusivamente a los cargos e instituciones públicos, en calidad de tales y en
representación de toda la ciudadanía.
Otra
aclaración: que el Ejército español y las distintas instituciones policiales
del país intervengan públicamente en ceremonias y celebraciones religiosas no
es achacable solo al Partido Popular, sino igualmente al Partido Socialista (¿)
Obrero (¿) Español, que nunca revisó o anuló la normativa militar.
Voy
a ser y escribir fino ahorea, maquillando el original: “PSOE y PP la misma cosa
es”.
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