jueves, 15 de mayo de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 246



18 días para que cumpla un año en el portal de la vivienda de la Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.
El perroflauta motorizado ha pasado una primera hora lanzando requiebros de rebelión en solitario silencio en ese portal, únicamente interrumpidos por miembros de Izquierda Unidad de Aragón en plena campaña y por don José, un sabio hombre que se ha plantado allí para hablar un rato con el perroflauta. Marga ha estado en el portal a continuación, compartiendo con él una buena conversación.


El curso escolar acaba… Las aulas y los colegios quedarán vacías. ¿Pero es que antes estaban ocupadas? ¿Es prueba de que en un aula trabajan alumnado y profesorado en torno a una materia el hecho de que unas alumnas y unos alumnos, más un/a profesor/a ocupan un espacio físico (este aula, y no aquella) durante un tiempo determinado (la hora de clase)? Si un muchach@ no está interesad@ en lo que allí ocurre y se dice, su mente vuela lejos de allí y su imaginación se desenvuelve en esos momentos en otros lugares y situaciones más deseables. En ese supuesto, no hay alumnas y alumnos, sino únicamente unos cuerpos y unas mochilas que ocupan ese espacio durante un espacio de tiempo indicado por la autoridad y que parece transcurrir muy len…ta…men…te….
Estar en un aula determinada…, asistir a clase de una determinada asignatura… no es solo atender y callar cuando se “debe” y se ordena (en tal caso, el deber es externo, viene de fuera, no está interiorizado). Los cuerpos están allí, pero ell@s no. Para que la clase y el centro sean realmente formativos ha de haber intercomunicación. Al profesorado se le presupone y se le exige un cierto dominio de los contenidos que debe enseñar, pero ese conocimiento resultará baldío y no podrá alcanzar su objetivo si el profesorado no posee también el dominio de la comunicación con es@s muchach@s que están con él en ese aula. Una clase ha de ser una armónica conjunción de todos los vasos comunicantes que sean precisos para que se dé una efectiva y fecunda intercomunicación.

Una clase no es un grupo de gente a la que se le pide principalmente orden, esfuerzo, atención, disciplina y estudio. Una clase es como una orquesta, donde cada componente toca un instrumento determinado, con el que se siente especialmente identificado y a gusto. Tod@s se atienen a una misma partitura de base, pero esa partitura se renueva cada minuto, se hace, se rehace, se crea y se recrea. El/la buena/a profesor/a tiene la delicada intención y capacidad de conocer bien a sus músicos y conducir armónicamente  al conjunto. Habrá quienes hagan sobresalir el sonido de su violín, su piano o su clarinete, mientras otr@s se sentirán felices y bien consigo mism@s y dentro del grupo con su pequeño  triángulo o su pandereta. La meta principal no es que surja de allí un intérprete excelso de fama mundial (eso ya se verá, ya se verá…), sino que en ese conjunto haya un piano excelente, un fagot excelente, un triángulo excelente, una viola excelente, una pandereta excelente… En esa clase tod@s estarán orgullosos de pertenecer a esa clase y de su contribución personal al conjunto y acudirán gustos@s a esa clase.

Hasta mañana

1 comentario:

  1. Qué magnífica orquesta y qué maravillosos instrumentos, Antonio, tú eres el director de la mejor conjunción de músicos del mundo mundial y planetario. Hasta dentro de 18 días, hermano. compañero . Los 16 Pekos te envidian tu locura y queremos ser como tú, ojalá sin que nuestra vida vaya sobre ruedas. Salud y amor y Repúblika Laika y Libre. Peko.

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