PUBLICADO HOY EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Engañan los estafadores. Engañan los trileros. Engañan
los embaucadores. Hoy engañan masivamente los dirigentes (¿hacia dónde?) políticos y empresariales, que, asesorados
por especialistas en el dolo, utilizan el lenguaje y las palabras para
confundir, en lugar de comunicar e informar. Así, una de las palabras más
repetidas últimamente: “empleo” es la que, utilizada siempre “en la buena
dirección” (eslogan del PP cara a las últimas elecciones), contiene más
argucias y trampas para intentar engañar a la ciudadanía.
El aparato propagandístico del Partido Popular repite por
todos los medios a su alcance que va a crear en un futuro próximo centenares de
miles de “empleos”, que la “recuperación” económica es ya una realidad y que la
ciudadanía notará pronto la mejoría (principalmente la “creación de empleo”) que
ya ponen de manifiesto los datos macroeconómicos del país. Curiosamente, ni
Gobierno ni oposición ni sindicatos ni medios de comunicación han puesto muchos
reparos en desterrar de su vocabulario la palabra “trabajo” o las expresiones
“derecho al trabajo” o “puestos de trabajo” para emplear casi exclusivamente el
término “empleo”. Y ahí precisamente radican la trampa y el engaño.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece
en su artículo 23 que todos los seres humanos tienen “derecho al trabajo, a la
libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de
trabajo y a la protección contra el desempleo”, así como “a igual salario por
trabajo igual, sin discriminación alguna”. El trabajo, prosigue la Declaración,
debe tener “una remuneración equitativa y satisfactoria”, que asegure al
trabajador y a su familia “una existencia conforme a la dignidad humana y que
será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección
social”. Pues bien, la mayor parte de los “empleos” de los que hablan Rajoy, Montoro o De Guindos
incumplen por su precariedad, temporalidad y más que escasa remuneración las
condiciones laborales contempladas en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
¿O es que un hombre o una mujer contratados hoy en los
términos previstos por la demoledora Reforma Laboral del Gobierno del PP pueden
hablar de condiciones laborales equitativas y satisfactorias, o de
aseguramiento para la persona trabajadora y su familia de una existencia
conforme a la dignidad humana mediante su trabajo? ¿En qué se parecen los “empleos”
generados estos últimos años al “trabajo” a la Carta Universal de los Derechos
Humanos?
A la inmensa mayoría del personal trabajador español se
le está privando igualmente del derecho “al descanso, al disfrute del tiempo
libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones
periódicas pagadas” (Declaración ONU, art. 24), por la sencilla razón de que
ahora el empleo, cualquier empleo (no, puesto de trabajo) de los empleos
creados actualmente desde la política de recortes del Gobierno dependen solo
del empleador, de las leyes creadas a gusto de los intereses del empleador y de
acurdo con las directrices impuestas por la Troika. ¿Alguien se imagina un 1º
de Mayo como Día del Empleado? ¿Es lo mismo que Día del Trabajador?
¿Acaso hay mayor impostura hoy en nuestro país que el
supuesto “deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de
profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración
suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en
ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”, tal como puede leerse en el artículo 35 de la
Constitución Española? ¿Acaso hay mayor tomadura de pelo que el artículo 40 de
la Constitución, donde se establece que “los poderes públicos promoverán las
condiciones favorables para el progreso social y económico y para una
distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una
política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política
orientada al pleno empleo”?
No se trata solo de una
discusión lingüística sobre palabras y expresiones, sino de denunciar el timo que en un país donde la
brecha social entre ricos y pobres cada vez es mayor perpetra el Gobierno diariamente
al denominar empleo a lo que a menudo es solo migajas de dinero mal pagado a
cambio de la fuerza de trabajo de una ciudadanía que cada vez tiene menos
futuro y menos herramientas de subsistencia. El hecho es que en las mentes de
muchos ciudadanos y ciudadanas, y en los discursos de no pocos dirigentes
políticos y sindicalistas se da una creciente identificación entre empleo y
trabajo, así como la prevalencia de
“empleo” sobre “trabajo”. Todo ello es prueba de que van surtiendo el efecto
deseado en muchas personas y lugares las indicaciones recibidas cada jornada por
los dirigentes y responsables políticos del PP
en su Ideario diario: a) ya hemos salido de la crisis; b) estamos en
franco proceso de recuperación económica; c) hemos evitado una gran destrucción
de empleo; d) vamos a crear millones de empleos en el corto, medio y largo
plazo;
e)… y colorín colorado...
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