viernes, 16 de mayo de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 247



17 días. Viernes. Otra semana…
Marisol ha vuelto hoy al portal con gran alegría del perroflauta motorizado. Adrián, generalmente siempre en el portal cada viernes, acaricia una vieja locomotora a la que añade unos años más de vida. Josefina y Carmen (de CHA), Héctor, Noemí y Sara han estado también en la calle Alfonso.




17 días, Viernes de la 51ª semana en el portal de la vivienda de la Consejera aragonesa de Educación. Pasa el tiempo traspasando las arterias de cada persona. Somos el tiempo, somos tiempo. A veces imaginamos que el tiempo es una duración que tenemos por una temporada, que existe al margen de nosotros y pulula sobre nuestras cabezas, y son los relojes y los aparatos los que lo atrapan, lo miden y lo controlan. Por el contrario, somos tiempo y hay que subrayar ese “somos”. ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Dónde está el tiempo de ese abrazo rehusado o de esa indecisión que desembocó en nada?
Entonces llega el mismísimo Thomas Mann, se sienta a mi lado, en el portal de la Consejera aragonesa de Educación, y lee muy quedamente cerca de mi oreja izquierda, casi bisbiseando:
Elige lo que un día te invitó a pensar Settembrini:  El tiempo es tan limitado y finito como tú mismo, como todo lo que existe en el universo: la muerte es una parte más de la vida y cuando mueras se acaba todo. Todo tiene su fin. La zanahoria, el gusano de seda, la palmera, el rayo, el electrón, el camello y la muchacha de la que te enamoraste en vano desde tu niñez. Todo tiene su principio y su final. En cambio, otro, Naphta, te dijo por las mismas fechas que el tiempo es infinito y que la cortedad de la vida abre paso a una nueva vida. Recuérdalo, Naphta te dijo que el tiempo es un puro espejismo y que la muerte, propiamente hablando, no existe”.
El perroflauta motorizado se levanta de su silla, corre y corre hasta subir por la montaña hasta un hermoso sanatorio sito en los Alpes y se funde en un gran abrazo con Settembrini. Alea jacta est…
La monotonía produce hastío, que en realidad no deja de ser una representación enfermiza de la brevedad del tiempo. Cuando te hablan de siglos, milenios y eones están encogiendo el tiempo en una medida que espanta mortalmente al espíritu. Muchos días monótonamente iguales acaban siendo un solo día, muchos años vistos desde la perspectiva de una mesa de despacho de un historiador, un geólogo o un antropólogo asfixian la vida que hay dentro y te convierten en un átomo de helio despedido por una estrella lejana y que vaga sin rumbo y sin identidad por el espacio. Perdemos así la verdadera conciencia del tiempo, la propia conciencia de uno mismo, nuestra fugaz y más intensa identidad”.
Este último párrafo no es mío”, dice Mann, sin dejar de bisbisear. “Nada es tuyo, ni de nadie”, responde el perroflauta, “ni siquiera nos pertenecemos”.
Nietzsche corta por lo sano. Se atusa el abundante bigote y dice a continuación:
Wenn zeitgemäss, dann ganz”, que viene a significar en libre traducción: “Si vivimos durante un periodo de tiempo limitado, entonces vivamos plenamente y a tope”.

Se acaba el viernes. Se acaba la 51ª semana en el portal de la Consejera aragonesa de Educación. El tiempo se agota. La melodía que baila entre los agujeros de la flauta del perroflauta, también. Su perro, aúlla con sus ojos clavados en la luna llena.



Hasta el próximo día

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