miércoles, 4 de septiembre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 69


Hoy, al poco de llegar al portal de la Consejera, el perroflauta se ha quedado de piedra. Una pareja acostumbrada desde hace años a cabalgar a lomos de la madurez estaba viendo pulseras de oro en el escaparate de una joyería cercana; al pasar por delante del perroflauta, la mujer ha exclamado, dirigiéndose a su marido : “¡Mira, Escuelas Pías, los de tu colegio!”. (Había leído someramente la primera línea del cartel –Escuela Pública- y lo había traducido como “Escuelas Pías”). “Empezamos bien…”, ha pensado, divertido, el perroflauta.
A media mañana, un hombre con edad de ser abuelo de varios nietos, traje completamente negro, gafas muy oscuras y aires de comisario franquista,  se ha detenido ante el cartel, lo ha leído, ha mirado al perroflauta, y le ha interpelado: “¿¡Pero usted está afectado por esto de la educación!?”. El perroflauta, con cara de asombro, responde: “¡¡Claro!!”, e inmediatamente el señor de traje y gafas muy oscuras se da la vuelta y emprende la marcha, no sin antes hacer ante los ojos del perroflauta un sonoro amago de carcajada contenida. (“Como un perroflauta es incapaz de tener por sí mismo tales iniciativas, se trata de un agente enmascarado de Moscú que ha venido a socavar los cimientos de la civilización cristiana de don Pelayo y el general Moscardó").
Nelu, el tocador de cítara medio húngaro-medio rumano, ha vuelto a saludar (http://lautopiaesposible.blogspot.com.es/2013/07/diario-de-un-perroflauta-motorizado-41.html) al perroflauta. Según ha contado, sigue estando enamorado de la misma mujer española con algún que otro intento de suicidio por problemas económicos. “Yo le digo que la amo”, dice Nelu, “que me gusta su cara y toda ella, y ella me dice que también me quiere, pero sigue con sus problemas en la cabeza, pues el amor no es tan importante para ella como yo quisiera”. Con su cítara en mano, aún se acuerda de que me debe “El tercer hombre”. “Otra vez será”, le digo, pero como no me resisto a escucharla ya, aquí está para mí, para ti y para quienes tengan el gusto de escucharla.
Salvador, ex profesor en Alcorisa y escritor de varias publicaciones sobre educación, me enseña su nueva silla de ruedas eléctrica y hablamos un buen rato. María A. está también un rato con el perroflauta, dándole ánimos y recordando tantos amigos comunes.
De vuelta a casa, el perroflauta motorizado se atreve a hacer lo que tenía en mente desde hacía días: preguntar a un limpiabotas afincado en el Coso, casi esquina con la Plaza España, qué libro estaba leyendo desde hace semanas, absorto y enfrascado en la lectura entre tanto ruido de la ciudad,  pues le llamaba poderosamente la atención esa escena. Se llama Gabriel y es chileno. “Todos tenemos problemas…”, dice, casi a modo de saludo. El libro –grande y amarillento- que ha estado leyendo durante el verano “versa sobre Dialéctica”. “Lo tuve que leer dos veces, porque la primera entendí poco”, explica al perroflauta. Hoy estaba leyendo otro, nuevo y con una larga dedicatoria en bolígrafo azul. No me acuerdo de su título literal, pero trata sobre la inteligencia emocional y los problemas del comportamiento. Nos hemos dado la mano y el perroflauta ha vuelto a casa feliz gracias a la maravillosa sorpresa que le ha regalado el limpiabotas del Coso.


Hasta mañana.

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