lunes, 16 de septiembre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 77


Me estaban esperando todos, a los que he presentado a Carmina, José Luis y Javier, que han estado arropados por todos durante toda la mañana.
Al poco de llegar, un hombre maduro se ha detenido ante mí, y sin leer el cartel, ha espetado con mucha saña en su rostro: “¡¡Esta España no está hecha con carteles, sino con  mucho sudor!!”.  Y se fue. “Si pudiera”, pensé, “esté es de los que me fusilaría”. Y por unos instantes, mi alma tembló.

 Haciendo caso omiso al incidente, Antonio Machado comentó: “Lo dejé escrito en el libro: Mairena no se sentaba en la silla y tras la mesa del profesor, sobre la tarima, sino encima de la mesa, cerca de los alumnos. Parece un detalle nimio, pero en realidad está cargado de un mensaje clarificador: sin cercanía no hay comunicación educativa real”.
“¡Vaya!”, pensó entonces el perroflauta motorizado para sus adentros, “también yo me he sentado siempre en el aula sobre la mesa…”. Y notó su ánimo mucho más aliviado.
“Un profesor”, Machado seguía hablando con mucha calma, pero sin pausa, “puede buscar seguridad e impartir su asignatura parapetándose tras una mesa más grande que los pupitres o las mesas de alumnado, elevándose sobre su auditorio los veinte centímetros de la tarima, si la hay. El lenguaje no verbal es entonces directo y claro: “lo importante es la pizarra y el profesor, que no es como vosotros, que está por encima de vosotros, a quien debéis a priori respeto y obediencia”, cuando, en realidad, el respeto se debe a todos, en todas partes y en cualquier momento, y la autoridad (la que proviene de su raíz latina auctoritas, lo que nutre, lo que hace crecer, lo que alimenta) no se impone, sino que se reconoce sin coerciones en quien realmente la posee y en quien esa autoridad forma parte de su carácter moral, de su ethos”. 
Una chica joven en bicicleta se detuvo ante el perroflauta motorizado, un poco inquieta al ver que este hablaba solo. El perroflauta motorizado la puso al corriente del tema de conversación. La chica (llevaba una camiseta verde de Marea Verde) dejó apoyada su bici en una farola de la calle, y pidió intervenir. “Claro, claro”, dijo la muchacha con ostensibles gestos de cabeza, manos y cuerpo, “malo si el argumento único del policía es la porra; la del juez es la sanción; la del padre, el castigo; la del profesor, el suspenso y el aprobado. Es lamentable, pero muchos profesores y profesoras aún no se han enterado de que se enseña a pensar o no se enseña nada. Se aprende a pensar o no se aprende nada. Si lo exigido es memorizar unos contenidos, pasar un examen sobre ellos y promocionar de curso, la tentación inmediata es copiar en el examen, atenerse a la ley del mínimo esfuerzo, montarse sobre una cinta transportadora que conduce progresivamente a un mayor hastío cada año que pasa por ir a la escuela. Estamos hablando entonces de pervertir, traicionar, prostituir la vida misma”.
“Estáis tocando un tema que siempre me ha apasionado”, exclamó entonces Federico Nietzsche, tras acabar de descender del balcón donde habita la Consejera (el perroflauta motorizado desconoce si la Consejera tiene o no tiene balcón, pero la imaginación no conoce límites).
“Al final, siempre aparece Nietzsche en mis efervescencias mentales y emocionales”, pensó el perroflauta motorizado, siempre para sus adentros.
Y así hablaba Nietzsche, con los ojos encendidos y un ligero temblor en sus manos:
“El vínculo con el vivir es el empuje sin limites de la naturaleza entera en todo su vigor y su fuerza. Vivir es mantenerse en desarrollo permanente, entregándose, propagándose. Formamos parte de la naturaleza y ella rige nuestras vidas y nuestras muertes. Pues bien, saber y conocer son una necesidad natural más de ese vivir o es nada. Me han malinterpretado mil veces cuando hablo de “la voluntad de poder”, que no es dominación o sometimiento del débil por parte del fuerte, sino afirmación de la vida que tiende a desplegarse en direcciones varias. Voluntad de poder es afirmar la vida, la ilimitada tarea que es vivir. El ser humano es “voluntad de poder”, se siente poderoso para realizar plenamente su vida, para ser señor, dueño de sí mismo y de su vida”.

La chica de la bici habló entonces, medio ensimismada: “la voluntad de poder nada tiene, pues, que ver con la lucha de los gobernantes, los ricos, los partidos políticos, por alcanzar o conservar su “poder”, su canijo y tantas veces podrido “poder” de pacotilla. El verdadero poder lo tiene cada uno de nosotros y nosotras. Por eso no anda tan descaminado quien dice que el poder viene y proviene del pueblo”.
“Sí, sí”, corroboró Nietzsche, “de hecho, la antítesis de la auténtica voluntad de poder es el ‘complejo de poder’: la voluntad de dominio y de sometimiento, que pretende por todos los medios aparentar ‘poder’, pero que solo es manifestación de una carencia de poder. Quien realmente es poderoso, y se siente tal, no se somete, se quiere independiente, a la vez que no aspira a someter a nadie, sino a que todos sean tan independientes y libres como él. Realmente poderoso es quien tiene como valor fundamental la vida, quien se siente capaz de realizar, crear, el que dice un incondicional sí a la vida. Los que se contentan con el ‘complejo de poder’, asfixiando la auténtica ‘voluntad de poder’, son los dictadores, los déspotas, los envidiosos, los dogmáticos: desconfían de su poder, de su saber, de su obrar; desconfían de que los demás sí puedan, sepan y obren. De ahí que recurran a privar de su poder a los demás. Ni comen ni permiten comer. No aportan nada, sólo privan de cualquier cosa, a fin de mantener así su falso poder. Quien se siente realmente poderoso, por el contrario, considera que cuanto más desarrollen él y los demás sus potencialidades, tanto más se está desplegando la vida. ‘Voluntad de poder’ es afirmación universal e infinita, no dominación”.
“El próximo lunes viene Wert a Zaragoza”, dijo el perroflauta motorizado. “Sí”, confirmó la chica de la bici, “a inaugurar con el Príncipe Felipe, y la Consejera aragonesa de Educación, y la Presidenta del Gobierno de Aragón, y las más altas autoridades políticas, eclesiásticas y académicas el nuevo curso universitario”.
“Un buen ejemplo de ‘complejo de poder’”, terció Nietzsche.
“16ª semana ya en el portal de la Consejera”, recordó Mairena al perroflauta motorizado, mirándole directamente a los ojos.
“Sí…”, respondió el perroflauta motorizado. “16 semanas, 80 días, 160 horas ante el portal de la Consejera”.
Y remató: “hasta mañana”.

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