Lunes, 13 de enero. Primer día
de la semana 34ª en el portal de la Consejera de Educación. Siete meses y
medio. Miles y miles de personas han ido desfilando a lo largo de todo este
tiempo por la calle Alfonso de Zaragoza, mirando de soslayo, directamente o haciendo
caso omiso de los carteles en defensa de la escuela pública y contra los
recortes.
Llueve. El frío se mitiga, pero
la calle se torna gris y oscura. “Deja
de hablar y de quejarte, y ven”, lanza el perroflauta motorizado ese mensaje
desde su interior.
El perroflauta motorizado ha estrenado hoy cartel, con el diseño y la ayuda inestimables de Paco y Stella. ¡Gracias!
Viene un hombre desaforado
que se detiene ante los carteles exhibidos en el portal de la consejera,
masculla que la enseñanza pública va muy mal y se larga sin dar lugar al
intercambio de pareceres. Al portal se acercan muchos nostálgicos, que portan
diversos estandartes. Quienes más descalifican el actual estado de cosas
esgrimen, por ejemplo, la situación idílica en la que a los centros de enseñanza
iba solo una parte reducida de la adolescencia y la juventud, pues allí no
existía entonces el alumnado conflictivo (“BUP y COU, ag, eso era vida”,
piensan). Otros, incluso, suspiran sin remilgos por la enseñanza en tiempos de
Franco; otros se limitan a defender a capa y espada la escuela privada
(denominada ahora “concertada”); otros, con la lectura del Informe Pisa fresca,
afean a la escuela pública estar en la cola de los países de la OCDE…
Olvidan y/o ignoran que en
el inicio de la democracia española había un 10% de niños de 6 a 11 años
todavía no escolarizados. De los 12 a los 14 años, solamente un 65% iba a la
escuela, y casi dos tercios de los jóvenes de entre 15 y 16 años no seguían
estudios secundarios postobligatorios. En el año 1980, la cuarta parte de la
población mayor de 16 años era analfabeta funcional o carecía de estudios.
En 1990 se implantó la tan
denostada LOGSE, que, entre otras cosas,
introducía la escolarización universal hasta los 16 años. Fue todo un
triunfo del derecho universal a la educación en igualdad de condiciones. Para
que enraizara bien hacía falta mucho dinero, además de la cooperación activa
del profesorado. Ambas cosas escasearon desde el principio. Para que la
educación sea un derecho efectivo y real en nuestro país de tod@s y cada un@ en
igualdad de condiciones es preciso que en el mundo de la enseñanza haya dinero
suficiente y bien invertido, además de ilusión, acción y pasión entre todos los
agentes educativos, principalmente el profesorado.
Pretender compararnos con otros países occidentales que tienen la
educación pública y universal de calidad desde hace décadas es ignorar de dónde
se parte, pues España ha sido y en parte sigue siendo un país de ignorantes
sumidos en el analfabetismo funcional. Y con los recortes y la ley Wert,
claramente favorecedora de la enseñanza privada, la escuela pública corre el
riesgo de irse definitivamente al garete.
El perroflauta motorizado
ha recibido el ofrecimiento de que alguna persona del mundo educativo acuda al
portal cada mañana para acompañar a los que allí están desde hace 34 semanas.
Bienvenida sea esa y cualquier otra oferta. Esta por ver hasta qué punto están
dispuestas a arriesgar algo las personas que acudan, pues las sanciones
impuestas a Marisol y al perroflauta
motorizado no han llovido del cielo. Para ir al portal no hacen falta listas ni
apuntarse a listas, sino el simple decir
“yo debo”, yo quiero”.
Marisol llega al portal de
la Consejera. El perroflauta motorizado quiere hacerle una foto sola. Marisol simboliza
y encarna la sencillez de una voluntad
de acero dispuesta siempre a ser y hacer
lo que su conciencia le dicta. Tras Marisol están Marga, Víctor, Indira, Marcos,
Adrián, Pilar, Charo… Tras Marisol están también tod@s cuant@s no viven en
Zaragoza y quisieran estar en el portal
de la Consejera alguna mañana…
Hegel toca en el hombro
del perroflauta motorizado, acerca su cara por detrás hasta el oído del
perroflauta, y susurra: “Lo
advertí ya en mi libro Filosofía de la
Historia: “Nada grande se ha realizado en el mundo sin pasión”.
Y prosigue Hegel: “’Pasión’ viene de ’padecer’, al
igual que la palabra alemana
(Leidenschaft) viene de ‘Leiden’ (padecer, sufrir). No te impacientes, pues,
Antonio”.
José Hierro se hace un hueco en el grupo formado en
el portal y recita con voz ronca:
“Quisiera que tú me
entendieses a mí sin palabras,
sin palabras
hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me
entendieses a mí sin palabras
como entiendo yo al
mar o a la brisa enredada en un álamo verde”.
Brecht se sonríe, algo alejado del grupo. El
perroflauta lo reconoce y lo saluda con un leve movimiento de la cabeza. La voz
de Brecht llega limpia y clara hasta el perroflauta motorizado, apagando al
resto:
“Frente
a los irreflexivos que nunca dudan,
están
los reflexivos, que nunca actúan.
No
dudan para llegar a la decisión, sino
para
eludir la decisión. Las cabezas
sólo
la utilizan para sacudirlas. Con aire grave
advierten
contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose”.
Hasta mañana
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