viernes, 10 de enero de 2014

Rajoy se siente orgulloso de sus soldados


“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. (art. 8,1 de la Constitución Española)

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, defendió el día de la “Pascua Militar”, 6 de enero, la institución de las Fuerzas Armadas como garantes  "del bien común de toda la sociedad española, que se sustenta en los principios de la soberanía nacional, y la unidad y la solidaridad entre todos los españoles". Estas palabras, glosa de la Constitución de 1978, suenan a advertencia del Gobierno de la cachiporra a los “separatistas” (vieja nomenclatura del ancien régime en los cuarteles victoriosos) de Cataluña y Euskadi. Mal vamos si la unidad de una nación está sustentada sobre los blindados de su ejército, en lugar de en la voluntad soberana del pueblo.
Asimismo, el ministro ha puesto como ejemplo a los militares españoles por su solidaridad "con la situación general de España y con los sacrificios y esfuerzos de sus conciudadanos en los momentos más duros". Puesto a presentar modelos de conducta, Morenés ha puesto al rey Juan Carlos I como "el ejemplo de coraje personal y de sensibilidad social para superar toda circunstancia". Too ello se dijo, auqnue alguno pueda ponerlo en duda, antes de las copas y los canapés.
Días antes, en plenas navidades, Morenés acompañaba al este de África al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se declaraba "orgulloso" del trabajo de los militares españoles en la misión contra la piratería frente a las costas de Somalia. Es de suponer que, como buen patriota, estuviesen implícitamente incluidos los militares en otras “misiones” (recuerdo cuando en pleno régimen nacionalcatólico nos recomendaban de niño rezar y apoyar a las “misiones” y a los “misioneros”; ¡cuántas vueltas da el mundo!): Afganistán, Líbano, Libia, Kosovo, Congo, Bosnia, Albania, Mozambique, Macedonia, Haití, Chad…
162 soldados y guardias han perdido su vida en tales “misiones”. Solo 30 de ellos murieron en combate (92 murieron en accidentes aéreos; 9 por causas naturales, 22 en accidentes de tráfico, y por disparaos accidentales). Me pregunto si una sola pérdida de esas vidas tiene justificación, si tiene justificación alguna que ciudadanos y ciudadanas españolas estén allí, salvo para servir al dictado de los intereses económicos y geoestratégicos de los amos del mundo y del dinero.
Según datos recogidos de El País -enero 2012-, recién estrenado el mandato del Gobierno de Rajoy, el coste de las operaciones de las Fuerzas Armadas en el exterior ascendió en 2011 a 861.398.049 euros. Tras leer, por ejemplo,  Afganistán. Crónica de una ficción, de Mònica Bernabé, es probable que buena parte de ese dinero ha sido gastado -siendo optimista- en vano. ¿Es que alguien puede sostener que hace algo útil y bueno el ejército español en Afganistán?
Y entretanto, Morenés, Rajoy y cía recortando diariamente a troche y moche.



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