“Las Fuerzas Armadas,
constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,
tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender
su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. (art. 8,1 de
la Constitución Española)
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, defendió el día de
la “Pascua Militar”, 6 de enero, la institución de las Fuerzas Armadas como
garantes "del bien común de toda la sociedad española, que se
sustenta en los principios de la soberanía nacional, y la unidad y la
solidaridad entre todos los españoles". Estas palabras, glosa de la
Constitución de 1978, suenan a advertencia del Gobierno de la cachiporra a los
“separatistas” (vieja nomenclatura del ancien
régime en los cuarteles victoriosos) de Cataluña y Euskadi. Mal vamos si la
unidad de una nación está sustentada sobre los blindados de su ejército, en
lugar de en la voluntad soberana del pueblo.
Asimismo, el ministro ha puesto como ejemplo a los
militares españoles por su solidaridad "con la situación general de España
y con los sacrificios y esfuerzos de sus conciudadanos en los momentos más
duros". Puesto a presentar modelos de conducta, Morenés ha puesto al rey
Juan Carlos I como "el ejemplo de coraje personal y de sensibilidad social
para superar toda circunstancia". Too ello se dijo, auqnue alguno pueda
ponerlo en duda, antes de las copas y los canapés.
Días antes, en plenas navidades, Morenés acompañaba al
este de África al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se declaraba
"orgulloso" del trabajo de los militares españoles en la misión
contra la piratería frente a las costas de Somalia. Es de suponer que, como
buen patriota, estuviesen implícitamente incluidos los militares en otras
“misiones” (recuerdo cuando en pleno régimen nacionalcatólico nos recomendaban
de niño rezar y apoyar a las “misiones” y a los “misioneros”; ¡cuántas vueltas
da el mundo!): Afganistán, Líbano, Libia, Kosovo, Congo, Bosnia, Albania,
Mozambique, Macedonia, Haití, Chad…
162 soldados y guardias han perdido su vida en tales
“misiones”. Solo 30 de ellos murieron en combate (92 murieron en accidentes
aéreos; 9 por causas naturales, 22 en accidentes de tráfico, y por disparaos
accidentales). Me pregunto si una sola pérdida de esas vidas tiene
justificación, si tiene justificación alguna que ciudadanos y ciudadanas
españolas estén allí, salvo para servir al dictado de los intereses económicos
y geoestratégicos de los amos del mundo y del dinero.
Según datos recogidos de El País -enero 2012-, recién
estrenado el mandato del Gobierno de Rajoy, el coste de las operaciones de las
Fuerzas Armadas en el exterior ascendió en 2011 a 861.398.049 euros. Tras leer, por ejemplo, Afganistán. Crónica de una ficción, de
Mònica Bernabé, es probable que buena parte de ese dinero ha sido gastado
-siendo optimista- en vano. ¿Es que alguien puede sostener que hace algo útil y
bueno el ejército español en Afganistán?
Y entretanto, Morenés, Rajoy y cía recortando diariamente
a troche y moche.
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