Acaba la semana 31ª en el portal de la
Consejera.
Hoy he ido antes a la calle Alfonso, pues
en una cafetería cercana al portal he tomado un café con Inma, ex alumna en el
IES Grande Covián y ahora trabajadora en Budapest, adonde parte mañana mismo. La quiero como a una hija.
Unos pocos minutos después de estar
ensimismado ya en el portal ha salido como ayer rauda y veloz la señora
Consejera, siempre acompañada, siempre en dirección a la plaza del Pilar. Ni un saludo ni siquiera una mirada crítica o severa. Nada de nada. El hombre
invisible soy. Me asocio a mí mismo con el conocido disco de Travis “The
invisible band”, quizá aludiendo a la “invisible Hand” de Adam Smith. Aquí le
dedico la primera canción del álbum (Sing) a la Consejera. La letra le va
bastante bien.
Al cabo de un rato han venido Raquel, de
Marea Verde, Marisol, Adrián y finalmente Laura, también de Marea Verde. Hemos
tenido una conversación sobre algunos temas que desconocía y me han dejado
atónito. Hasta dentro de una breve temporada no puedo revelar nada, para no
perjudicar a terceros. Comenzaré a investigar sobre el asunto concienzudamente.
Al final de la mañana han acudido al portal
Charo y Víctor, que enseguida se han enfrascado en una conversación con otras
personas. Y mención especial merecen mi buen amigo Arturo y su hijo Hugo, de
2º de Primaria, todo delicadeza y dotado de una brillante luz que brota de su interior.
A ti y a tod@s quiero ofrecerte este
poema, que escribí hace ya muchos años, donde puse toda mi alma, la misma que pongo
ahora y aquí en cada uno de sus versos contigo y para ti:
Des-integración
Para
integrarnos
(en la vida...)
debemos revisar
las coartadas mentales que disfrazan sus latidos
y también las
pautas que nos marcan ya en el paritorio,
poner entre paréntesis las metas que estamos habituados a esperar,
dudar de todo y
todos,
añorar el
estado primitivo de lo simple,
rechazar las
suaves almohadillas que nos brindan sutilmente,
no dormir,
velar las armas
noche a noche
en esta noche
continua,
preguntarnos
siempre el porqué de todo instante
y apresar
temblorosos la entraña elemental de cada cosa.
Para
integrarnos
(en la vida...)
no hay que
agachar jamás la cabeza sin remedio,
resignados al
destino fatal de los hechos consumados.
Las cosas no
son cosas. Son senderos trazados por nosotros.
Y cada cual
tiene en sus manos un pico y una pala
con que abrirse
camino a su morada,
para hacerla de
todos.
No podemos elegir
ser o no ser parte de ese todo llamado sociedad,
pero podemos
aliviar tanta carga sobre el hombro del amigo,
abortar los
proyectos de hojalata que nos cuelgan al cuello de por vida
asumir la
sangre que nos bulle furiosa en nuestro cuerpo,
afirmar hora
tras hora que lo difícil es posible,
seguir hacia
adelante sin excusas,
soportando el
dolor,
con los dientes
apretados,
libar con
deleite las esencias profundas del amor, del riesgo,
del miedo
solitario,
del tiempo,
del espacio.
Para
integrarnos
(en la vida...)
tenemos que
asombrarnos del sol de cada día,
despejar
laberintos que nos pierden, desintegrar
el cosmos conformista.
Integrarse
significa integridad consigo mismo y con la tierra.
Integrarse es
rebelarse.
Saber que
nuestras manos crean novedades.
Integrarse es
mejorar lo irremediable.
Desear que el
fuego abrase el equilibrio que asesina,
la lucha
errante, el silencio locuaz que clama coherencia,
la muerte
sudorosa, el trabajo humano y liberado,
los niños que
son niños, el remanso esperanzado del anciano,
los árboles, el
cielo, el mar y el viento.
Para
integrarnos
debemos revivir
las preguntas que hirvieron hace tiempo en nuestra mente,
alcanzar un
nombre que coloque nuestros planes en su sitio,
lanzarnos al
vacío abrazando plenamente el calor y las tinieblas,
provocar
mutaciones sustanciales en las casas, en las calles y en los campos,
deshelar el
corazón entumecido, calentar motores, plantar, sembrar,
resistir,
vindicar, conseguir, lanzar risas y alaridos por el mundo.
Para
integrarnos
saldremos de
este mundo,
hacia el espacio abierto en canal,
traspasaremos
las galaxias, los confines del futuro y del pasado,
seremos piedra,
clavel,
cocodrilo, rayo, lluvia,
nos sentiremos
iguales,
compañeros,
hombres, limpios.
Y entonces
volveremos...
Nos hablarán de
la guerra y de la muerte,
del odio, del hambre, del llanto solitario.
Y todo será
nuestro: lo llenaremos de vida.
Y todo será
nuestro: integraremos con amor todas las cosas.
Para acabar, otra canción de The
Invisible Band, de Travis, que también me gusta mucho. El mensaje puede también
venirnos al pelo.
Tres días de “vacaciones”: sábado,
domingo y lunes (4, 5 y 6 de enero), sin ir al portal, a no ser que la
Consejera Serrat o el Delegado del Gobierno Alcalde dispongan otra cosa.
Un fuerte abrazo, compañer@s
Hasta siempre
Hola soy Hugo, me ha gustado lo que
ResponderEliminarme has puesto Antonio y todos.Gacias
por defender coles como el Miraflores.Un beso,
HUGO.
Ha sido estupendo conocerte, Hugo. Me has dado muchas energías para continuar allí y para que tu cole y todos los coles del mundo sean como deben ser: públicos, laicos y de calidad.
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